Al comienzo de la película El Día después de mañana, el paleoclimatólogo Jack Hall, interpretado por Dennis Quaid, escapa por poco a la fractura de la plataforma de hielo Larsen B. Esa fractura, de hecho, es algo que terminó sucediendo en el mundo real.
Hall comienza así a rastrear una serie de hechos que lo lleva a una aterradora conclusión: el aumento del flujo de agua dulce que cae al mar como resultado del deshielo de los casquetes polares cambia el porcentaje de salinidad de los océanos y detiene la corriente del Atlántico Norte, lo que causa un enfriamiento severo de gran parte la superficie terrestre.
Cuando la supertormenta se despeja después de algunos días, la mayor parte del hemisferio norte está cubierta de nieve y condenada a una nueva edad de hielo. ¿Spoiler alert, supongo, para una película que se estrenó hace 20 años?
Bueno, ese ‘apagado’ del ciclo del agua de mar en el Atlántico no ha ocurrido, por fortuna, y de hecho los científicos creen que es un desarrollo improbable. Sin embargo, a medida que avanza el cambio climático, los estudios indican que podría ser cada vez menos improbable y que, de hecho, el riesgo de que ocurra es mayor de lo que se estimaba hace apenas unos años.
"El cambio previsto en el Atlántico es más rápido de lo que se pensaba", afirmó el profesor Petteri Uotila del Centro de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Helsinki.
Según su estudio, la corriente del Golfo, que calienta a los países nórdicos y a Gran Bretaña, y que hace parte de la Amoc (circulación meridional atlántica), que atraviesa el Atlántico en dirección norte-sur, se ha debilitado progresivamente en las últimas décadas. El debilitamiento se debe principalmente, creen los expertos, al derretimiento de los glaciares de Groenlandia.
Aquí puedes ver una animación de cómo sería un ‘apagado’ total de la Amoc.
"El riesgo de que se crucen umbrales críticos en el sistema climático cuando se produzca algún cambio cualitativo irreversible (como un cambio importante en la circulación oceánica) es cada vez más en serio en el debate sobre el cambio climático antropogénico".-- The Thermohaline Ocean Circulation, Climate Change 46
Consecuencias significativas
Sin el calentamiento que produce la distribución de aire de las corrientes marinas, las temperaturas medias en los países del hemisferio norte descenderían entre 4 y 10 grados. Que la ciencia disponible sugiera que eso podría pasar debería ser motivo de preocupación.
En octubre, cuarenta científicos europeos preocupados por el tema publicaron una carta abierta dirigida al Consejo Nórdico, instando a los responsables de los países de la región a tomar medidas para reducir los gases de efecto invernadero que calientan el clima. Los firmantes de la carta señalan que, aunque la probabilidad de que el ciclo Amoc se detenga en las próximas décadas no es alta, las consecuencias si llegara a pasar serían “significativas”.
Tan recientemente como 2021, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) estimó que la probabilidad de que la corriente del Atlántico Amoc se detuviera en el siglo XXI debido al cambio climático sería de entre cero y 33 por ciento. Sin embargo, según estudios publicados en los últimos años, parece que la probabilidad es mayor.
El año pasado, la revista científica Nature Communications publicó un estudio según el cual, al ritmo actual, se superaría la probabilidad del 50 por ciento de que las corrientes de Amoc y del Golfo se desplomen hacia el año 2060.
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