El penúltimo episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón se dedica a preparar el final de la temporada poniendo las fichas sobre el tablero. Si los episodios pasados nos mostraron el fin de dos dragones (Meleys y Sunfire), este nos trae a dos que, ahora con jinetes, están listos para sumarse a la Danza en el cielo.
--Siguen spoilers del episodio siete de la segunda temporada de La Casa del Dragón.--
Nuevos aliados
Sin perder un segundo, el episodio comienza resolviendo el cliffhanger del anterior: Rhaenyra salió a encontrar al jinete que logró montar a Seasmoke… y eso fue lo que encontró. No asistimos al cruce aéreo, sino a la tensa charla que ocurre con ambos dragones en tierra… o en playa, para ser más exacto.
"¡Estás con un dragón de la Casa Targaryen!", grita la reina. —¿Qué quieres? De la respuesta, por supuesto, depende la suerte de su plan y su causa, porque la respuesta revelará si habla con un amigo o un enemigo.
Por fortuna, Addam de la Quilla es un amigo, un carpintero que es secretamente el hijo bastardo de Corlys Velaryon. Si bien eso explica -para nosotros cómo pudo montar a Seasmoke en primer lugar, no es algo que sepan los Targaryen.
De allí que a su llegada a Dragonstone sea recibido con desconfianza y con recelo, especialmente por parte de Jacaerys, hijo y heredero de la reina, para quien el tema reviste un profundo significado personal.
Pero Rhaenyra no puede, por mucho que le duela, acoger la súplica de su hijo para abandonar el plan. Porque si la muerte ardiente de Ser Steffon Darklyn pareció sepultar sus aspiraciones de encontrar nuevos jinetes, la llegada de Addam las revive. Volveremos a eso.
Asistimos entonces a Harrenhal, donde Daemon Targaryen, que no ha hecho sino arruinar sus esfuerzos conseguir un ejército, cree que sus penas han terminado con la muerte del antiguo señor de la casa Tully y el ascenso de su heredero. Una vez más, está equivocado.
La razón es que Daemon humilló a Oscar Tully y alienó a los Señores del Río, aunque el primero es ahora Lord, ni él ni sus vasallos fuardan la menor simpatía por el rey consorte.
La razón principal es que Daemon impulsó a la casa Blackwood -que apoya a Rhaenyra- a atacar a la casa Bracken -que apoyó a Aegon-. En el curso de las hostilidades, terribles atrocidades fueron cometidas y por eso los Señores del Río consideran a Daemon un ser despreciable.
El nuevo Lord, que entiende bien la débil posición del monarca, le dice que si quiere su ayuda, y la de los Señores del Río, reunidos en el bosque de Harrenhal, debe encargarse de corregir el error e impartir justicia: la cabeza de Willem Blackwood es la muestra de contrición de un personaje que se niega a aprender algo, pero que tras una nueva visión con su fallecido hermano podría, solo podría, haberlo hecho.
La reina madre está triste
También vemos, por un momento, en el punto medio del episodio, a Rhaena Targaryen, la hijastra de Rhaenyra, que ha estado en el Valle los últimos dos episodios. Rhaena debía irse con los hijos menores de Rhaenyra a Essos, para mantenerlos a todos a salvo durante tiempos de guerra, pero recientemente encontró evidencia de un dragón descarriado viviendo en esa región. Si bien no vemos a la bestia, su aparición en el final de temporada es, en este punto, prácticamente segura.
En King’s Landing, o a sus afueras, vemos a Alicent dejar el caos de la ciudad para… no se sabe bien qué. Despojada de sus deberes con la corona, la reina madre podría estar encaminada a poner fin a sus días, o podría estar tomándose un break en medio de la naturaleza. Sus suposiciones son tan buenas como la mías.
Las acciones de Larys Strong son, en cambio, más fáciles de descifrar. Si bien se mantiene resuelto a ayudar al rey Aegon a recuperarse -y Aegon padece su ayuda varias veces al día-, es difícil no intuir que sus motivos son menos que nobles. Larys ha demostrado ser un manipulador de nivel olímpico y seguro que la recuperación y la supervivencia que tiene en mente son siempre las suyas.
El consejo real no parece preocupado por la ausencia de Alicent, pero sí dedica unas líneas a su hijo menor, Daeron -a quien nunca hemos visto en la serie, confinado como está a la seguridad de Oldtown-, y a su dragón, Tesserion. Según Jasper Wylde, Tessarion ahora tiene la edad suficiente para que Daeron lo monte, lo que le daría a los Verdes una gran ventaja en el campo.
Las semillas del dragon
Lejos están los nobles del consejo de saber que un plan para crear una ventaja comparable, pero del lado de los negros, está en marcha en su ciudad. Rhaenyra instruye a Mysaria a enviar un mensaje a la gente de King’s Landing: se buscan descendientes de los Targaryen, se buscan jinetes de dragón.
Múltiples personas acuden al llamado y salen en la protección de la noche -el recurso de la ciudad cerrada no duró mucho- con rumbo a Dragonstone. Allí, incluso frente al descontento de quienes la rodean, Rhaenyra pone en marcha su plan: poner a estos aspirantes frente a Vermithor.
Vermithor es un dragón de color bronce, que con casi cien años es el más grande de mundo después de Vhagar. Habiendo tenido un jinete anterior, en el reinado de Aegon, se esperaría que fuera tolerante con la presencia de personas, pero eso no evita que el encuentro con los dragon seeds se convierta en una masacre.
Rara vez vemos una escena tan espectacular en House of the Dragon -y ni siquiera en Game of Thrones- que no sea una batalla. Pero el acierto en la puesta en escena de esta secuencia la convierte automáticamente en la mejor de la temporada y, quizás, de la serie.
Al final de la carnicería, Vermithor inclina su cuello ante el bastardo de un herrero, llamado Hugh Hammer. Y en las catacumbas, un cobarde llamado Ulff el blanco se halló frente a frente con Silverwing, un dragón que lo aceptó como su jinete.
Con esto, para usar una frase muy común por estos días, la jerarquía de poder en los siete reinos cambia dramáticamente: Rhaenyra tiene ahora dos nuevos dragones en el aire, incluyendo a una bestia formidable como Vermithor. Es por eso que al final del episodio Aemond, montado en Vhagar, retrocede en lugar de confrontar, porque sabe que el suyo ya no es el poder más temible en el aire. En la cara de Rhaenyra vemos que ella lo sabe también.
Queda un solo episodio en esta temporada, antes de una pausa que, concebiblemente, irá hasta 2026. Nos queda, al menos, el consuelo de que será un episodio de una duración récord.
El episodio más largo de la primera temporada fue "La princesa y la reina", que duró 68 minutos. En esta, la práctica totalidad de los episodios ha superado esa duración.
Ver 0 comentarios