En los últimos años -en realidad, por buena parte de la última década- ha crecido el rechazo por un signo de puntuación aparentemente inofensivo, pero que ha llegado a ser visto con recelo.
En el ámbito de las aplicaciones de mensajes de texto y mensajería, donde se imponen la brevedad y la velocidad, la puntuación ha evolucionado para tener su propio peso en la transmisión de emociones. Y sorprendentemente, el punto, el pequeño punto que a todos nos enseñaron a usar para terminar nuestras oraciones, se ha convertido en un tema de acalorado debate.
Y ha sido así por años porque, a pesar de que ha estado con nosotros desde los albores de la comunicación escrita, guiando a lectores y escritores con pausas rítmicas y, en ocasiones, definitivas, en la era de la comunicación digital, en donde cada mensaje es a la vez texto y subtexto, el humilde punto adquirió un nuevo cariz.
La cosa es así: para algunos, usar un punto en una conversación casual en apps como WhatsApp, Telegram o Messenger se lee, en el mejor de los casos, como demasiado formal, y en el peor, como abrupto o incluso grosero.
La eficiencia, el nombre del juego
Emojis, GIF y acrónimos como LOL o BRB han ganado popularidad a lo largo de los años, justamente por la forma conveniente en que condensan emociones y mensajes complejos. En el entorno simplificado de la red, cada caracter se amplifica, incluido el punto.
Así las cosas, si le escribes a tu pareja para decirle que no alcanzarás a llegar a tu cita, podría sentirse distinto que te responda con un ‘OK’ a que lo haga con un ‘OK.’, que los detractores del punto entenderían como agresivo o molesto.
Puede parecer trivial para lectores acostumbrados a otros espacios de comunicación escrita, como las cartas o los comunicados más oficiales, pero para muchos usuarios de la era conectada, el segundo OK se siente más frío, más desapegado, en comparación con el primero, que solo logra ser informativo.
Pasa lo mismo en el ejemplo de la foto que, debemos aceptar, se lee distinto. Incluso sin el signo de admiración, ambos mensajes tienen tonos muy distintos. Bajo esta óptica, alegan los defensores de la tesis, el punto agrega un tono, puede que involuntario, de finalidad.
Cambios culturales
A medida que la línea entre la comunicación digital y la de la vida real continúa difuminándose, las personas encuentran constantemente formas de garantizar que sus mensajes encapsulen el tono, el contexto y la intención.
Por ejemplo, en correos electrónicos formales o documentos oficiales, omitir el punto se consideraría descuidado, pero en el ámbito de la mensajería rápida, las normas son diferentes y allí es poner el punto lo que llama la atención.
Es crucial entender que los idiomas y su uso evolucionan. La transformación del uso del punto de una simple herramienta gramatical a un codificador de emociones basado en texto es un testimonio de la adaptabilidad y creatividad humanas.
Esa evolución afecta también el uso de otros signos de puntuación, que pueden, incluso, llegar a desaparecer.
En su libro Making a Point: The Persnickety Story of English Punctuation, David Crystal, profesor honorario de lingüística en la Universidad de Gales, escribió: “Hoy el espacio entre palabras es un recurso tan obvio y universal que es fácil olvidar que está ahí y que como un signo de puntuación, relacionado de cerca con su pariente, el guion”.
Crystal se pregunta, entonces, si una vez aceptadas en entornos digitales formas como ‘ultra rápido’ o ‘arabe israelí’, se verán eventualmente condenadas al olvido las formas hasta ahora consideradas correctas, como ‘ultrarrápido’ y ‘árabe-israelí’.
Más aún, Crystal remite a la forma de titulación propia de los entornos digitales para señalar que signos tan usados como los dos puntos resultan redundantes cuando la tipografía sugiere la relación entre frases y por eso Tortugas Nija: Caos Mutante llega a convertirse en:
Para aquellos que se sienten abrumados por la forma en que el piso parece moverse a diario, no se preocupen. Adaptarse al flujo y reflujo de los usos lingüísticos es parte del proceso de cambio y progreso que ofrece (y exige) la era de la tecnología. La clave es recordar, en todo momento, que lo importante es el contexto y mantener siempre una mente abierta .
Y punto.