El estándar USB se ha convertido en un componente fundamental de todo tipo de equipos informáticos y a lo largo de su historia ha vivido muchas evoluciones, pero una de ellas ha sido especialmente llamativa: la llegada del conector USB Tipo C (USB-C), que por fin logró que contásemos con un conector reversible y "a prueba de tontos".
El diseño original del puerto USB (Tipo A) y del resto de variantes no tenía esa capacidad de poder insertarse en cualquier sentido, pero la razón de esa decisión no fue técnica. Simplemente era más barato no hacer el USB reversible, y aunque eso restaba comodidad a los usuarios, parece que la industria le dio el apoyo necesario para triunfar gracias en parte a ese económico coste.
Era más importante ahorrar
La historia la contaba Ajay Bhatt, uno de los co-creadores del estándar USB original, en FastCompany. Cuando ideó el conector lo hizo con el objetivo de resolver una situación frecuente: sus familiares le llamaban cada vez que querían imprimir algún documento, algo que le dejó claro que era necesaria una alternativa a los puertos serie y paralelo que dominaban el mercado en aquella época.
Bhatt se puso a trabajar con su equipo de Intel en el estándar USB, pero como explicaba, cuando lograron definir el conector "la mayor molestia era [la falta de] reversibilidad". Hacer que ese conector solo se pudiese usar en un único sentido fue algo que no les vino dado por dificultades técnicas, y como explicaba:
Un USB que pudiera conectarse correctamente en ambos sentidos hubiera necesitado el doble de cables y circuitos, lo que hubiera doblado los costes.
Esa fue la simple razón de una decisión que para bien o para mal acompañaría (y acompaña) a millones de dispositivos y periféricos USB en todo el mundo. Puede que hiciera la vida algo más difícil a los usuarios, que siempre tenían que asegurarse de conectar bien el cable, pero ese ahorro de costes ayudó a que el estándar USB se impusiera a FireWire, el estándar propietario de Apple, que era más rápido pero más caro.
Con el conector USB-C se han resuelto por fin esos (y otros) problemas, y aunque su adopción todavía es lenta en ordenadores de sobremesa, comienza a convertirse en la alternativa de facto tanto en móviles como en muchos portátiles.
Aún así el conector Tipo A y el resto de variantes no reversibles probablemente nos acompañen aún unos cuantos años, pero estamos tan acostumbrados a ellos que el hecho de que sean o no reversibles queda en un segundo plano: las opciones que ha ofrecido durante todo este tiempo han sido enormes, y han compensado con creces aquella decisión de diseño.
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