Es decididamente difícil, en esta época de audiencias sobresaturadas de contenido, generar personajes -monstruos, demonios, espectros- que evoquen en el público esa elusiva mezcla de fascinación y terror. En especial, es difícil hacerlo sin una forma corpórea que mostrar en cada escena. Eso hace tan escalofriante a la fuerza maligna de Smile 2, conocida como “la entidad”.
Se trata de un antagonista sin nombre ni rostro -volveremos a eso- cuya fuerza reside en esconderse en entornos familiares y retorcer lo cotidiano para volverlo grotesco.
--Siguen spoilers de la saga de Smile-
Presentada por primera vez en el cortometraje de 2020 Laura hasn’t slept de Parker Finn, su carta de presentación son las horripilantes sonrisas que ven sus víctimas antes de sucumbir a su acción.
Esas sonrisas son el centro del terror de la entidad, una maldición que sirve no simplemente como un recurso de la trama sino como un símbolo, una representación de las cadenas que nos atan a nuestros traumas.
El demonio se manifiesta como un reflejo retorcido de la alegría y, cuando ha devastado las mentes de sus víctimas, las obliga a lucir una sonrisa malévola mientras descienden a la locura. Cada muerte que orquesta sirve para perpetuar su influencia, ya que arregla que esta se produzca delante de un testigo, usando el shock perdurable de ese trauma para transmitirse a un nuevo portador y, de esa forma, prolongar el ciclo.
Como no tiene forma física, la entidad manipula las percepciones de la víctima, que descubre horrorizada que no puede confiar en lo que ve, oye o hace. Al disfrazarse de las personas más cercanas a sus víctimas (familiares, amigos, incluso psicólogos y terapeutas), la entidad explota los miedos íntimos y los traumas no resueltos.
Esta táctica no solo amplifica el horror psicológico, sino que también enfatiza la soledad inherente de quienes padecen esta maldición, que se ven, de pronto, acosados por los rostros de sus seres queridos convertidos en seres monstruosos, sus sonrisas familiares contorsionadas en muecas siniestras.
Pero, eventualmente, la entidad toma una forma, que no sabemos si es física o mental, y que podría o no ser su ‘cara’ real. Se trata de una larga figura humanoide roja, con múltiples bocas sonrientes anidadas una dentro de otra, y con ojos saltones perfectamente redondos en cuencas desprovistas de párpados. Sus brazos son largos y delgados, al igual que sus piernas, con dedos extendidos que hacen que sus manos parezcan las de un cadáver medio desollado.
El demonio no solo es un maestro del cambio de forma, sino también un astuto manipulador. Como se nutre del miedo y el trauma, teje intrincadas redes de terror psicológico para atrapar a sus víctimas y prolongar su sufrimiento.
Pesadilla sin fin
No hay manera de saber cuánto tiempo ha existido la Entidad o cuantas víctimas ha cobrado. En Laura hasn’t slept, el personaje titular está con su terapeuta, el doctor Parsons, a quien ella le cuenta sobre una pesadilla recurrente en la que una figura siniestra le sonríe constantemente, lo que le ha impedido, por el miedo, dormir.
Pronto, Laura descubre que está sumida en una de las pesadillas de las que hablaba y ve cómo la oficina de Parsons se tansforma en un lugar aterrador y él se transforma en una criatura grotesca que quiere obligar a Laura a mirar su "verdadero rostro".
Negándose a mirar, Laura sale corriendo de la oficina, pero regresa unos momentos después. Cree que el monstruo se ha ido pero, una vez más, se equivoca.
Tomó dos años para que Smile nos mostrara que ese no fue el final de Laura, y que este, de hecho, llegaría en presencia de la doctora Rose Cotter, que la ve terminar con su vida de una sangrienta manera y es, así, infectada por la entidad.
Smile se centra, pues, en el descenso a la locura de Rose, que se ve exacerbado por la implacable persecución de la entidad, que aparece como su terapeuta, fingiendo preocupación antes de revelar su verdadera naturaleza en un clímax horrible que, a su vez, le da a la criatura una nueva victima.
La capacidad del villano para jugar juegos mentales, haciendo creer a las víctimas que han escapado de sus garras, solo para atraparlas aún más, es una constante en la saga de Smile y es lo que lo eleva como un verdadero depredador en el reino del horror.
De esta manera, la Entidad encarna la esencia del horror moderno: un reflejo de los miedos sociales en torno a la salud mental, el trauma y la naturaleza omnipresente de la desesperación, en el que no es errado ver ecos de piezas como It follows o Truth or Dare.
A medida que Smile 2 expande la narrativa, la Entidad podría, en un eventual tercer capítulo, alcanzar un nuevo status y solidificar su lugar en el panteón de los íconos del terror. No hay, por ahora, confirmación oficial de que eso vaya a pasar, pero el éxito en taquilla de la segunda película poco menos que lo garantiza.
La evolución del demonio desde la figura sombría pero indefinida de Laura hasn’t slept a poco menos que un arma de aterrorización masiva en Smile 2 aprovecha un temor universal: el miedo a perder el control, a ser consumido por nuestros pensamientos más oscuros.
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