En octubre de 2022, Kandula Nagaraju, un ingeniero de software indio de 39 años, fue despedido de NCS, una empresa en Singapur especializada en tecnología.
Su despido, atribuido a un "desempeño laboral deficiente", desencadenó una serie de eventos que ilustran las profundas implicaciones emocionales y legales de la venganza en el entorno laboral.
Ajuste de cuentas
Nagaraju trabajó en NCS por algo más de un año, en el que creyó haber contribuido significativamente a la empresa.
Sobra decir que no tomó su despido nada bien y, confundido y molesto, regresó a India decidido a saldar cuentas. Tenía, después de todo, un as bajo la manga y es que, por razones inexplicables, la compañía nunca suspendió sus credenciales de acceso a sus sistemas.
Desde su laptop, el experto en informáticas accedió repetidamente de manera no autorizada al sistema de NCS en una multitud de oportunidades. Cuando regresó a Singapur, tras haber hallado otro trabajo, accedió a la red wifi de un ex colega para seguir trabajando de manera subrepticia en el sistema.
Durante estos accesos no autorizados, desarrolló y ejecutó scripts diseñados para probar la capacidad de eliminar servidores virtuales de la empresa. Finalmente, en marzo de 2023, ejecutó un script que resultó en la eliminación de 180 servidores, lo que provocó pérdidas estimadas en más de 678.000 dólares, unos 2.800 millones de pesos.
La respuesta de NCS fue inmediata, pero el daño ya estaba hecho. Tras una investigación interna y policial, Nagaraju fue arrestado y posteriormente sentenciado a dos años y ocho meses de prisión por acceso no autorizado a material informático.
Para los expertos, este caso ilustra la importancia de la seguridad informática y la gestión adecuada de conflictos laborales. Si un empleado se va en medio de una disputa sin resolver, o percibiendo una injusticia, puede terminar causando consecuencias devastadoras tanto para el individuo como para la empresa involucrada.
Ver 0 comentarios