La sigla ATACMS no es ampliamente conocida, por lo que no despierta en la imaginación colectiva las reacciones viscerales que producen, por ejemplos, expresiones como ICBM, MIRV o DEFCON.
Pero lo cierto es que el Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATCMS, por sus siglas en inglés) se ha convertido en una pieza central en las discusiones sobre la guerra moderna, particularmente a medida que el ejército de EEUU y sus aliados enfrentan escenarios cada vez complejos y adversarios cada vez más sofisticados.
De allí la importancia que tiene que, según confirman medios como The New York Times y The Washington Post, la Casa Blanca haya dado su visto bueno para que Ucrania comience a usar misiles de este sistema para atacar blancos dentro del territorio de Rusia.
Específicamente, el MGM-140 ATACMS es un misil superficie-superficie fabricado por Lockheed Martin. Tiene un alcance de 300 kilómetros y es propulsado por un cohete de una sola etapa.
El ATACMS, que ha estado en servicio desde principios de los 90, está diseñado para atacar objetivos a distancias mucho más grandes que las alcanzables mediante artillería tradicional. Eso significa, además, que es posible atacar desde posiciones por fuera del alcance de la mayoría de las defensas aéreas enemigas.
Una de las grandes ventajas del sistema es su capacidad para golpear con una precisión milimétrica, guiado por GPS y sistemas de navegación inercial. Esta precisión ha redefinido la forma en que los militares piensan sobre la selección de objetivos y la participación en zonas de conflicto.
Sin embargo, a medida que su tecnología avanza, el ATACMS se está convirtiendo rápidamente en algo más que una herramienta táctica. Se considera cada vez más como un instrumento estratégico con implicaciones mucho más allá del campo de batalla.
El ATACMS en Ucrania
Ucrania lleva más de un año utilizando misiles del ATACMS contra objetivos rusos en territorio ucraniano ocupado. Para atacar blancos dentro de Rusia, Kiev se ha limitado a usar munición convencional y otros equipos ofensivos.
Pero la entrada en el escenario de la guerra de misiles con un alcance de hasta 300 kilómetros significa que Ucrania podría realizar ataques de precisión contra objetivos de alto valor, como centros de mando, depósitos de suministros, sistemas de defensa aérea y otras infraestructuras vitales para la capacidad de combate de Rusia.
Washington se había negado previamente a permitir tales ataques porque temía que intensificaran la guerra. El cambio de política se produce dos meses antes de que el presidente Joe Biden entregue el poder a Donald Trump, cuya elección ha generado temores sobre el futuro del apoyo de Estados Unidos a Kiev.
La lógica de la administración Biden parece ser que fortalecer las capacidades militares de Ucrania podría darle a Kiev una posición más sólida en eventuales conversaciones de paz mediadas por una Casa Blanca más cercana a Putin.
Así las cosas, el uso del ATACMS en la guerra de Ucrania simboliza la naturaleza dual de la estrategia militar moderna: una herramienta que ofrece tanto la promesa de seguridad como el peligro de una escalada brutal.
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