Xerox PARC: así se trabajaba en el lugar mágico del que Steve Jobs copió la interfaz de MacOS

Xerox PARC: así se trabajaba en el lugar mágico del que Steve Jobs copió la interfaz de MacOS

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Xerox PARC: así se trabajaba en el lugar mágico del que Steve Jobs copió la interfaz de MacOS

Si por algo es famoso el Xerox PARC es por la visita que Steve Jobs realizó a este centro de investigación a finales de 1979. Fue allí donde al fundador de Apple se le encendió la bombilla: en el PARC habían inventado la interfaz gráfica de usuario pero no sabían qué hacer con ella. Jobs, por supuesto, sí supo cómo aprovecharla.

Aquella creación fue de hecho una de las muchas que se gestaron en un lugar que podría calificarse de mágico para la época. De allí salieron las tecnologías de impresión láser, la conectividad Ethernet, la programación orientada a objetos o la tecnología VLSI de semiconductores. ¿Cómo es posible que en apenas 20 años surgieran tantos prodigios de un solo laboratorio?

Una filosofía de trabajo diferente

Lo explicaba Alan Kay hace pocos días al ser preguntado por lo mismo en Quora. ¿Que quién es Alan Kay? Pues la persona que entre otras cosas ideó el Dynabook en 1968, adelantándose casi 50 años a un futuro en el que las tablets convertibles serían una realidad.

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Alan Kay frente a un Xerox Alto en 1974. Fuente.

Como explicaba este ingeniero ya mítico, el secreto del PARC estaba en la forma de trabajar de sus ingenieros y en el tipo de filosofía que se adoptaba en un lugar sin jerarquías ni cortapisas. En lugar de objetivos había "visiones", y la financiación del PARC no iba a proyectos para solucionar problemas: iba a los científicos e ingenieros que se encargaban de encontrarlos, no solo de resolverlos.

En los 60 y los 70 encontrar problemas no era difícil: prácticamente todo lo era, pero en el PARC trataban de resolverlos de forma que esas soluciones no estuvieran limitadas por desarrollos anteriores: no se trataba de aplicar un hardware o un software ya creado a un problema aparecido después, sino que los científicos "construían básicamente todo, incluyendo buena parte del hardware —como diversos mainframes— y virtualmente todo el software necesario (incluyendo los sistemas operativos y los lenguajes de programación".

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Alan Kay en 2008. Fuente: Wikipedia

De hecho Kay destacaba que esa filosofía iba en contra de esa norma según la cual uno no debería crearse sus propias herramientas para solucionar los problemas. En los proyectos ARPA (el PARC fue precisamente uno de ellos) la idea era la de que "si puedes fabricarte tus propias herramientas, hardware y software, ¡debes hacerlo!".

Gigantes casi olvidados

Entre los responsables de que aquella época prodigiosa fuera lo que fue en el PARC estuvo Alan Kay, pero también otros como Butler W. Lampson o Charles P. Thacker, ganadores todos ellos del premio Turing en distintos años. La ACM concedió sus Software System Award tanto al legendario ordenador Alto (1984) como a Smalltalk (1987), InterLisp (1992) y los RPC en 1994.

Xerox Alto
He aquí el Xerox Alto, un ordenador adelantado a su época con una pantalla de alta resolución de 606 x 808 píxeles y una memoria de 512 KB. Brutal para la época: estamos hablando de 1973.

El recientemente fallecido Bob Taylor fue otro de los componentes clave de la generación que creó el citado Alto: mientras que el equipo de Taylor desarrolló el hardware, el grupo liderado por Kay acabaría creando esa interfaz gráfica de usuario que se basó en la metáfora de escritorio que hoy en día manejamos sin darnos cuenta.

Taylor también participó en creaciones como Ethernet, la primera versión de internet (que usaba el llamado PUP, PARC Universal Protocol, que precedió a los protocolos TCP/IP), así como en el concepto de los procesadores de texto WYSIWYG que iniciaron su andadura con desarrollos como Bravo, también creado en el PARC y que acabó siendo la base de un programa que ahora conocemos bien: Microsoft Word.

La regla de los 100

Como continuaba explicando Alan Kay, la guerra de Vietnam acabó provocando el cierre del grifo gubernamental, y fueron las empresas y corporaciones las que comenzaron a financiar diversos proyectos. Como él mismo decía:

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El PARC tenía un alto grado de concentración en lo que se refiere a la cantidad de talentos, capacidades, visiones, confianza y cooperación. No había una estructura real de gestión, así que las cosas se organizaban para permitir que los investigadores "sugirieran", "anotaran" y "desanotaran" en una forma más o menos ordenada.

En esa forma algo anárquica de funcionamiento que ahora nos recuerda en cierta forma a las modernas startups que presumen de falta de jerarquía había algunas reglas. "Una de las ideas más interesantes del PARC era 'cada invención tiene que ser ideada para 100 usuarios', así que si hacías un lenguaje de programación o un procesador de textos DTP, etc, tenía que estar documentado y ser usado por 100 personas. Si construías un ordenador personal, debías ser capaz de hacer 100 de ellos. Si era una red Ethernet, tenía que conectar 100 dispositivos, etc".

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La impresora láser desarrollada por el PARC convirtió a Xerox en un gigante del segmento durante décadas.

Lo curioso del caso es que a pesar de aquella fuerza creadora, muchos de los desarrollos del PARC no convirtieron a Xerox en el gigante que pudo haber sido. Como explicaba Kay, los diversos cambios de gestión de Xerox se sumaron a la incapacidad de la empresa "para lidiar con el futuro o para lidiar con ese gran destino al que parecía dirigida la empresa".

Otros se llevaron la gloria, pero la leyenda del PARC queda, desde luego.

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