Pese a múltiples fugas de helio y problemas con los propulsores, la Starliner de Boeing se acopló con éxito a la Estación Espacial Internacional (ISS). La tripulación logró un hito para el primer vuelo de prueba tripulado de la nave, desarrollada por Boeing como parte del programa de Tripulación Comercial de la NASA.
El 5 de junio la compañía estadounidense lanzó la cápsula con dos astronautas a bordo. El objetivo de la misión es transportar astronautas y carga a la Estación Espacial Internacional y regresar de manera segura a la Tierra. Desde su inicio, el proyecto ha buscado ofrecer a Estados Unidos una capacidad independiente para misiones tripuladas, disminuyendo la dependencia de la ISS de las naves rusas Soyuz.
Problemas técnicos y retrasos
Desde sus primeras pruebas, Starliner ha enfrentado varios desafíos técnicos que han retrasado su avance. De errores de software a problemas en los sistemas de propulsión de la cápsula, las preocupaciones sobre la capacidad de Starliner para maniobrar y realizar un acoplamiento seguro con la ISS se acumularon.
Además de los problemas de software y propulsión, Starliner tuvo que lidiar con problemas de hardware que requirieron modificaciones y pruebas adicionales.
Acoplamiento con la ISS
El proceso de acoplamiento incluye varios pasos críticos. La cápsula necesitaba alcanzar una órbita precisa para alinearse con la trayectoria de la ISS y realizar luego, mediante sus sistemas de propulsión, una serie de maniobras para acercarse gradualmente a la estación espacial.
En la fase final, la cápsula se aproximó lentamente a la ISS y utilizó sus sistemas de guía y control para acoplarse de manera segura con el puerto designado.
El acoplamiento exitoso de Starliner con la ISS tiene varias implicaciones importantes porque valida la capacidad de Estados Unidos para lanzar misiones tripuladas a la ISS sin depender de naves extranjeras. Así se espera fomentar la competencia en el sector espacial comercial.
El acoplamiento de la cápsula Starliner con la Estación Espacial Internacional era, por tanto, un objetivo clave para Boeing y la NASA. El éxito en esta empresa, que muchos creían improbable, fortalece la posición de Estados Unidos en la próxima era de la exploración espacial tripulada.
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