A ver, que me lo expliquen. Una encuesta de hace un año parecía indicar que tan solo el 3% de los usuarios parecían dispuestos a pagar más de 1.000 dólares por un móvil. Nuestra propia encuesta reflejaba que en realidad el porcentaje era del 6,35%, pero parecía dejar claro que no muchos estaban por la labor de gastar esa cantidad de dinero en un smartphone.
Teóricamente eso debería hacer que la industria reaccionara. Vamos a ver, si hay tanta gente que (teóricamente) no quiere un móvil de 1.000 euros, ¿por qué los precios siguen subiendo? Es más: los móviles plegables y los últimos smartphones de gama alta superan con creces esa cifra y están empezando a juguetear peligrosamente con la barrera de los 2.000 euros. Lo dicho. Que alguien me lo explique, porque no le veo sentido.
Y nos reíamos de los móviles de 1.000 euros
El precio de los móviles ha ido subiendo de forma gradual en los últimos años, pero también lo ha hecho nuestra inversión. Nuestros compañeros de Xataka Android elaboraban hace tiempo un estudio de cómo las gamas altas de Samsung, Sony, Huawei LG o Google confirmaban esa evolución.
Todos estos fabricantes siguieron la estela de Apple, que marcó tendencias en ese ámbito con el iPhone X y de hecho superó expectativas: la versión de 256 GB de aquel móvil costaba la friolera de 1.400 euros si el propietario añadía el servicio Apple Care.
Como decíamos entonces, el iPhone X era exclusivo porque podía serlo: solo Apple ofrecía un producto con esas características basado en iOS y convertido en centro de su creciente ecosistema. La estrategia tuvo éxito, y el resto de fabricantes pronto trataron de seguirla con sus propios dispositivos. De repente los móviles de 1.000 euros ya no eran la excepción, sino (casi) la norma.
Más capacidad, más cámaras, 5G y los plegables como excusa
Superar la barrera de los 1.000 euros no ha sido suficiente para los fabricantes, que se han encontrado con la oportunidad de seguir escudándose en mejoras en potencia y prestaciones para ir subiendo gradualmente los precios, sobre todo en las variantes más ambiciosas.
Las mejoras han llegado en diseño con las pantallas sin marcos —que pronto se convirtieron en una opción presente en todas las gamas— pero sobre todo en componentes internos y en el gran elemento diferenciador para los móviles de "gama súper alta": las cámaras.
Es ahí donde hemos visto que muchos planteaban esa apuesta diferencial —junto a otros elementos como las pantallas a 90 o 120 Hz, por ejemplo— para comenzar a plantear móviles aún más caros, pero en realidad la excusa perfecta para subir precios ha llegado en 2020 con la consolidación de dos tendencias que venían ya perfilándose hace tiempo: la conectividad 5G y las pantallas plegables.
Con ambas opciones hemos llegado a una realidad en la que los fabricantes están comenzando a plantear modelos no plegables que superan los 1.500 euros. Lo hace por ejemplo el Samsung Galaxy S20 Ultra (con 5G y esa cámara con su 'Space Zoom' 100x), que en su versión base de 12 GB de RAM y 128 GB de capacidad cuesta 1.359 euros y que en su versión de 16 GB de RAM y 512 GB de capacidad salta a los 1.549 euros.
En plegables Samsung también ha mostrado esa ambición en precio y prestaciones en los últimos tiempos. Lo hizo el año pasado con el Samsung Galaxy Fold que salió con un precio de 2.020 euros —muy apropiado— y lo ha hecho este año también con el recién salido del horno Galaxy Z Flip, que "casi" se vuelve asequible con su precio de 1.500 euros aunque eso sí, carece de conectividad 5G. Un chollo plegable, vamos.
Esto dos dispositivos plantean esa escalada de precios que probablemente se confirme en otros modelos de gama alta este año y que en el caso de plegables y de aquellos con soporte 5G veremos claramente en precios especialmente altos. Los plegables se han creado en parte como una apuesta por la exclusividad, y ese argumento hará que estos modelos jugueteen con esa nueva franja que va de los 1.500 a los 2.000 dólares. Lo ha hecho también el nuevo Motorola Razr, que salió al mercado en enero de 2020 a 1.499 dólares.
Lo veremos desde luego con varios fabricantes y a buen seguro Apple seguirá esa tendencia. Su iPhone 11 Pro de 512 GB, un teléfono "normal" —ni plegable, ni conectividad 5G— sale por 1.659 euros, un precio que a muchos les parecerá —y me incluyo— tan absurdo como el del S20 Ultra. Eso, claro, hasta que recordamos que no hace mucho los móviles que se acercaban a los 1.000 euros nos parecían exactamente lo mismo.
Es tu dinero, no el mío (y eso es genial)
Pero si esos móviles existen y salen al mercado es porque hay gente que los compra: para eso están las opciones, que satisfacen tanto a aquellos que buscan la exclusividad y las máximas prestaciones, como a aquellos que no quieren invertir esas cantidades en este tipo de dispositivos.
Afortunadamente el consuelo es amplio y extraordinario para quienes se quieran olvidar de esa carrera por el móvil de los 2.000 euros: en los últimos años ha quedado demostrado que un móvil de 200 o 300 euros puede hacer las cosas muy bien, y las gamas medias de hoy en día son envidiables en cuanto a precio/prestaciones aunque eso sí.
Aquí los fabricantes chinos han sabido dar respuesta a un perfil de usuario muy amplio, y de hecho en muchos casos contamos con especificaciones de gama alta (o casi) a precios casi de risa. Los Xiaomi (con sus marcas asociadas Redmi y POCO), Realme, Honor, OPPO, e incluso las gamas medias de Samsung, LG o Huawei se han convertido en excelentes opciones para ese gran público que busca menos la exclusividad y más un producto práctico y completo.
Al final, claro, cada cual es cada cual, y aunque quien suscribe (junto a algún otro compañero) sea poco amigo de invertir 1.000 euros en un móvil —no digamos ya 1.500 o 2.000—, lo único importante al final es que quien se gasta su dinero (sean 200 euros o sean esos 2.000) esté feliz con la inversión. Todo lo demás es un debate probablemente inútil.