Mantener la presión adecuada en las llantas de un vehículo es clave para la seguridad, el rendimiento y la economía de combustible. Sin embargo, muchos conductores no saben cuánta cantidad de aire deben llevar sus neumáticos.
Es probable que en más de una oportunidad te hayas preguntado cuál debe ser la presión de las llantas de tu vehículo. Bien sea porque antes de subirte a tu carro las viste un poco desinfladas o porque sentiste algo extraño cuando ibas manejando.
Es por eso que en este apartado te explicamos cómo determinar la presión correcta de tu vehículo.
¿Cómo hacerlo?
Cada automóvil tiene especificaciones diferentes según su peso y diseño. La mejor manera de conocer la presión correcta de los neumáticos es revisando el manual del propietario o la etiqueta ubicada en el marco de la puerta del conductor. Esta etiqueta indica la presión recomendada en libras por pulgada cuadrada (PSI, por sus siglas en inglés) tanto para las llantas delanteras como traseras.
Muchos conductores creen que el número impreso en el costado de la llanta es la presión recomendada, pero en realidad este indica la presión máxima que el neumático puede soportar, no la ideal para el vehículo. Inflar las llantas a este valor puede provocar un desgaste irregular y afectar el agarre del auto.
Verifica la presión regularmente
Para medir la presión de tus llantas, hazlo cuando estén frías. Nunca lo hagas justo después de conducir, ya que el calor puede alterar la lectura. Usa un medidor de presión confiable o acude a un taller especializado.
Se recomienda revisarlas al menos una vez al mes, ya que con el tiempo pierden aire. También puedes acudir a una estación de servicio o un centro de mantenimiento automotriz, donde cuentan con maquinaria específica para verificar y ajustar la presión de las llantas de manera precisa.
¿Cómo afecta una presión incorrecta?
La presión de las llantas influye mucho en el rendimiento del vehículo. Una presión baja afecta el frenado, y puede alargar la distancia hasta en un 20%, mientras que una presión demasiado alta impacta la amortiguación y la estabilidad.
Además, un inflado inadecuado provoca un desgaste irregular y rápido de las llantas, y reduce su vida útil. También influye en el consumo de combustible, ya que una presión baja genera más fricción, lo que obliga al motor a trabajar más y gastar más combustible.
Por último, un mal inflado contribuye a una mayor contaminación, ya que el vehículo emite más CO2.
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