La propuesta de Black Mirror ha sido siempre, desde su primera temporada, hallar puntos en los que la tecnología toca nuestras vidas para identificar fenómenos incipientes y proyectar sus efectos hasta crear escenarios de pesadilla. Del poder de las cámaras y los drones al influjo de los ratings en las redes sociales, el ejercicio es no tanto predecir el futuro sino identificarlo hoy, en nuestro presente.
Pero en la más reciente temporada, que puede contener el que tal vez sea el peor episodio de toda la serie, parecería que Charlie Brooker, el creador de Black Mirror, estaba tratando de dejar atrás su reputación de profeta de la tecnología y por eso los episodios tienen tramas absurdas, un documentalista de crímenes reales que descubre un secreto horriblemente familiar y un servicio de streaming que escanea a sus actores para poner a sus gemelos digitales a hacer lo que a los ejecutivos les plazca…
...como dije, absurdas.
Excepto que esta última, la de los actores, que es parte de la trama del primer episodio de la primera temporada, titulado Joan is awful, se convirtió en apenas semanas en una muy real acusación y poco menos que en el estandarte de la huelga de actores del Screen Actor's Guild.
Actores digitales
Para efectos de ubicación, valga decir que Joan Is Awful es la historia de una mujer que, al final de cada día, llega a casa para darse cuenta que los hechos de su jornada -hablo aquí de las cosas que le pasaron ese mismo día- son la base de un drama oscuro en el que ella es la protagonista. Bueno, ella, pero interpretada por Salma Hayek.
El episodio nos lleva tras bambalinas para descubrir que, en realidad no es Salma Hayek a quien vemos, sino a una imagen generada por IA de la mencionada actriz, que confió su presencia digital a una compañía de streaming y ahora está obligada contractualmente a permitir que la usen para lo que deseen. El tema del episodio es “tu intimidad se vuelve entretenimiento”, pero transversalmente, casi como un comentario al margen, también es, muy a menudo, "a los actores eventualmente los va a reemplazar la IA”.
Ahí entran los hechos más recientes de la huelga de actores en Hollywood, que se suma a la más antigua huelga de escritores. Si bien el motor de ambos movimientos es la lucha por mejores condiciones salariales para quienes escriben e interpretan los estrenos cinematográficos y televisivos, en ambos casos ha asomado la perspectiva de que la situación empeore por cuenta del uso poco ético de herramientas de IA.
En el caso de los escritores era más o menos predecible: herramientas como ChatGPT representan una amenaza, aunque incipiente, a la labor de quienes derivan su sustento de la escritura de guiones y libretos. Si bien no parece posible, por ahora, que una computadora escriba la próxima cinta de Avatar, sí está tomando forma una práctica en la que se le pide un texto a un chatbot y se le paga a un escritor humano ya no por escribirlo, sino considerablemente menos por editarlo.
Ahora, en el caso de los actores, una acusación revelada por el negociador principal del sindicado SAG-AFTRA a The Verge sugiere que los estudios están contemplando escanear a los actores y luego generar avatares mediante IA para aletrarlos y manipularlos a voluntad. La creación digital podría, según esta versión, protagonizar infinitas obras en cine y televisión, en tanto que el intérprete recibiría la remuneración estándar por un día de trabajo, el día que fue a que lo escanearan.
"Esta ‘innovadora’ propuesta de IA plantea que nuestros artistas de fondo pudieran ser escaneados, recibir el salario de un día, y que sus empresas fueran propietarias de su imagen, de su parecido y pudieran usarlo para el resto de la eternidad en cualquier proyecto, sin consentimiento y sin compensación. Si cree que es una propuesta innovadora, le sugiero que se lo piense mejor". -- Duncan Crabtree-Ireland, negociador de SAG
Los estudios salieron a decir que la información sobre réplicas digitales de actores en uso a perpetuidad sin consentimiento o compensación era falsa. El portavoz de la Alianza de Productores Cinematográficos y de Televisión, Scott Rowe, aclaró que se ha contemplado escanear a extras y actores de fondo, pero señaló que incluso en esos casos se debe pactar un pago mínimo y un consentimiento firmado.
Por ahora, no parece que haya un escenario de acuerdo entre dos posiciones tan distantes como las de las partes. Los actores no solo rechazaron la propuesta que presentaron los estudios, sino que Fran Drescher, presidenta de SAG-AFTRA, la catalogó de "insultante".