Aunque nos lo pueda parecer, internet aún no llega a todas partes de manera habitual (o en buenas condiciones) y hay muchas zonas en las que es bastante complicado tener acceso. Algo que las grandes empresas del sector saben, como Google, Facebook o Microsoft, y desde hace tiempo llevan a cabo iniciativas para hacer llegar la conexión a estas zonas. Pero más allá de la filantropía está el interés en llegar a aún más millones de usuarios y lo rentable que puede ser eso.
Ayer Facebook daba un paso más con OpenCell, la última de varias tecnologías para expandir la red. Algo que llega tras otros proyectos como los drones o Free Basics, e incluso jornadas de concienciación en sus empleados de California. El río suena mucho desde hace años, así que mucho agua debe llevar, demos un repaso a esta particular misión de Zuckerberg y a sus posibles objetivos.
El ".org" que lo inició todo
En 2013, cuando Google ya había invertido grandes sumas en su peculiar iniciativa Project Loon, Facebook contraatacaba en cierto modo haciendo pública una intención pareja, aunque con desempeño bastante distinto: Internet.org. Según el comunicado de prensa en ese momento sólo un tercio de la población mundial tenía acceso a internet (unos 2.700 millones), habiendo una tasa de adopción anual más bien discreta (un 9%). De ahí el ambicioso objetivo del proyecto: que los dos tercios restantes tuviesen internet.
Un proyecto en el que no estaba solo, sino que buscó aliados del sector bastante potentes como Samsung, Ericsson, MediaTek, Opera, Qualcomm e incluso una ambiciosa Nokia aún bajo las riendas de Elop. Tanto el alma mater de la iniciativa como el resto de colaboradores hicieron énfasis en lo mismo: ser partícipes de una transformación de la sociedad garantizando el acceso a la red, algo de hecho que fue declarado un derecho humano por la ONU.
Lo que no se mencionaba era el potencial que tenía el hecho de llevar internet a 5.000 millones de personas que ni tenían acceso o que ni (en muchos casos sabrían) lo que significaba el mismo en la práctica. Triplicar las conexiones a internet podría significar multiplicar los accesos a la red social, que en el momento según leímos en Venture Beat era de un usuario de cada siete personas. Y eso son muchos más clicks que pueden caer en ads o en cualquier otro atractivo punto de la web de Facebook.
Cambio de nombre, cambio de formato y primero dedos acusadores
Así, desde que Facebook movió su proyecto fueron añadiéndose países de África, Sudamérica y Asia. En una primera fase que culminaría en septiembre de 2015 (ahora veremos por qué y cómo), éstas fueron las adhesiones en orden cronológico:
- Zambia (julio de 2014)
- Tanzania (octubre de 2014)
- Kenia (noviembre de 2014)
- Colombia y Ghana (enero de 2015)
- India (Febrero de 2015)
- Filipinas y Guatemala (marzo de 2015)
- Indonesia (abril de 2015)
- Banghaldesh, Malawi y Pakistan (mayo de 2015)
- Senegal y Bolivia (junio de 2015)
- Sudáfrica (julio de 2015)
Hasta ese momento Internet.org llevaba la conexión a estos lugares y facilitaba el desarrollo de proyectos relacionados con ello, pero la manera de proceder hizo que saltasen las alarmas de ir contra la neutralidad de la red. El motivo: no se trataba de un acceso gratuito a la totalidad de la red, sino sólo a ciertas páginas.
El detonante fue la llegada a la India, donde tras iniciar el servicio ya se denunció que la práctica no era limpia en este sentido. Tanto prensa local como autoridades dieron la voz de alarma a los pocos meses de iniciarse argumentando que más que una propuesta benéfica era una manera de canalizar las visitas a las webs de interés para la compañía de Zuckerberg.
Pese a esto, la iniciativa siguió vigente tanto en éste como en el resto de países, y unos meses después (en septiembre de 2015), Internet.org viraba a Free Basics y al formato app. ¿El fundamento? El mismo, hacer llegar la red en buenas condiciones donde no las hay o ni siquiera llega, pero complementando la web con una app propia. Un cambio de careta pues para la misma base y mismo mecanismo de acción: un acceso gratuito a ciertas webs, aunque eso tampoco se especificaba en el comunicado.
Así, a pesar de las acusaciones de atentar contra la neutralidad de la red, el proyecto renombrado siguió ampliando horizontes llegando a Egipto (octubre de 2015), Irak (diciambre de 2015), Nigeria (mayo de 2016), Madagascar (junio de 2016) y Myanmar (el mismo mes). Unas adhesiones que desde 2015 se hacían siempre con acuerdos con operadoras como AirTel o VIVA, lo cual salpimentaba las acusaciones de la no neutralidad del acceso por intereses conjuntos.
No sólo de software vive internet
De nada sirve proporcionar un acceso a internet si ésta no llega por motivos físicos, es decir, de infraestructura. Una necesidad que ya quiso solucionar Google con el proyecto que comentábamos antes y que Facebook también pretende suplir, aunque sin globos. A Zuckerberg le pareció mejor idea crear drones para hacer llegar la conexión: unos mastodónticos voladores con la misma medida de ala a ala que un Boeing 737 y comunicación vía láser.
La idea es que a finales de este año puedan iniciar las pruebas de lo que será todo el sistema, es decir, que una estación transmita una señal de radio al dron (el cual la transmitiría a otros por láser), finalmente convirtiéndola en wifi o 4G. Un ambicioso proyecto cuya semilla vimos hecha realidad (Aquila, el primero de los 10.000 drones que planean tener, según recoge Wired), aunque aún no se habla ni de qué precios ni de qué velocidad tendría esa conexión.
Algo más sencillo es OpenCell, lo cual mencionábamos al principio al haber sido lo último que la compañía ha presentado dentro de su intención de hacer llegar la conexión a cualquier parte del mundo. Se trata de un proyecto open source de software y hardware cuyo punto es que resulta mucho más económico que la infraestructura de redes inalámbricas tradicional mediante aparatos de radio modulares, los cuales proporcionen conexión 2G, 3G o 4G así como redes locales.
Unos dispositivos diseñados para que, además de ser baratos, resistan condiciones climáticas extremas como altas temperaturas o vientos potentes. De este modo, la idea es de nuevo que la conexión llegue a los sitios que por falta de inversión y/o por dificultades de instalación no tienen aún antenas de red, como pueden ser zonas rurales y poco accesibles.
No sólo basta la intención cuando hablamos de negocios: los baches en tierra y aire
Para Zuckerberg todo esto no se trataba sólo de una labor filantrópica o una iniciativa de negocios, sino de que fuese su legado
Como leíamos en Wired, para Mark Zuckerberg todo esto no se trataba sólo de una labor filantrópica o una iniciativa de negocios, sino que llevar internet a todo el mundo era el trabajo de su vida y su legado, algo por lo que ser recordado. Pese al trasfondo benéfico de sus iniciativas es complicado que muchas generaciones le recordemos por esto y no por el cambio social que supuso aquel proyecto universitario suyo, pero el caso es que otra cosa que puede que recordemos sean las trabas y las condiciones de sus iniciativas.
Lo hemos empezado a mencionar antes al referirnos a las acusaciones por ir en contra de la neutralidad de la red. Acciones que vinieron inicialmente de India y que de hecho antes de que se cumpliese el año del servicio en el país, la Autoridad Reguladora de Telecomunicaciones de la India (TRAI) solicitaba la cancelación del servicio, lográndolo un par de meses después (en febrero de 2016).
De nada sirvió que Zuckerberg especificase las webs que no eran de Facebook a las que se podía acceder (como la Wikipedia, webs educativas sobre el VIH o para encontrar trabajo), o que insistiese en que no se podía hablar de neutralidad de la red cuando había tanta gente sin acceso. India llevó a cabo la cancelación ya finales de 2015 Egipto hacía lo mismo, tras dos meses de funcionamiento y algo menos específico en los motivos, argumentando públicamente que no habían renovado permisos y otros motivos burocráticos pero en la práctica con la misma motivación que India.
Al problema de no cumplir con lo establecido para la neutralidad de la red, se suma la reticencia a lo desconocido. Si en nuestro contexto nos encontramos con personas que renuncian a tener un smartphone (algunas incluso teléfono móvil), no es para nada extraño que en aquellas localizaciones donde por no haber llegado aún internet esto sea de hecho lo más alejado a una costumbre (como lo es para un país con más recursos). En estos casos a la misión de llegar se añade la de crear una necesidad, que para que sea provechosa no sólo debería ser relativa a la conexión en sí, sino a la red social.
De hecho lo explica Jessi Hempel a título personal en el artículo de Wired que os enlazábamos antes: "para que internet produzca un cambio, la gente necesita querer conectarse en primer lugar". Esto precedía a la anécdota de que en un pueblo de Sudáfrica, tras un año con el acceso a internet un habitante lo desconocía por completo, del mismo modo que ni sabía que capaz de conectarse desde su móvil.
Los drones tampoco escapan a las trabas. Aquí de hecho hay ciertas barreras en cuanto a regulación que tanto los drones de Facebook como los globos de Google han de atravesar, y de hecho, aunque suene sorprendente, ambas empresas se aliaron para afrontar la burocracia que esto supone. Lo primero: lograr el permiso de la Federal Aviation Administration para los vuelos de prueba, y a posteriori que haya un espectro de radio específico para drones (cosa que depende de la Unión Internacional de Telecomunicaciones).
El valor de los usuarios
Tanto la declaración de la ONU como estas iniciativas tienen un fin primero muy noble y justo: que todo el mundo esté en igualdad de condiciones ante el acceso a internet. Pero esto no quita que además de ello haya un sustancioso fin particular para la compañía.
Tanto Asia, como África, como algunas naciones de Sudamérica suponen un terreno virgen en conexión que se traduce, como hemos visto, en millones de usuarios potenciales. Al referirnos a los servicios de internet y los ingresos por parte de los usuarios, hablamos de los ingresos medios generados por cada uno (Average revenue per user, ARPU), veamos cómo le va al imperio de Zuckerberg.
Según leemos en Market Realist, el ARPU de Facebook se incrementó un 33% con respecto al valor que tenía a principios de 2015, llegando a los 3,32 dólares en el primer trimestre de 2016, según la firma gracias a un incremento de los precios y a una mayor atracción de los mismos por la red. El valor del ARPU fue menor en Asia (1,56 dólares) que en Estados Unidos y en Canadá (12,43 dólares), pero según Facebook el número de usuarios crece más en los países donde este valor es menor.
De hecho el número de usuarios en Asia creció un 20% de un año a otro mientras que en el resto del mundo crecía un 15%. Los MAU (usuarios activos mensuales), otro parámetro que suele usarse para medir actividad en redes sociales eran en ese momento 1.700 millones, 566 de los cuales pertenecían a la región Asia-Pacífico.
Curiosamente, el país más importante a nivel de comunidad de usuarios en Asia es la India con 142 millones de usuarios. Por ello** el bloqueo de su servicio es un golpe bastante fuerte**, teniendo en cuenta además que es una población mayoritariamente rural, lo cual se traduce en cientos de millones de clientes potenciales (la población total de la India es aproximadamente de 1.250 millones y se estima que el 70% es población rural).
Un legado difícil de conseguir
Bien por el aumento de ingresos que supondría el acceso casi global a internet o bien por el interés empresarial (o personal del famoso CEO), el caso es que pese a los problemas Facebook sigue ideando proyectos para lograr que esos dos tercios de la población mundial estén en igualdad de condiciones a nivel de conexión como el tercio que desde hace años tiene internet de manera habitual. Algo que, como hemos comentado, tiene en común con Google y Microsoft, ambos con proyectos con la misma intención (aunque distinto proceder).
En el aire, además de los drones y los globos, queda ver si pese a no cumplir de manera estricta los principios de la neutralidad de la red, finalmente vence la idea de "mejor poco que nada", y aunque sea con las condiciones dudosamente justas de Free Basics la iniciativa sigue ampliando terrendo y llegando a más países. Según Zuckerberg no hay ninguna violación y para él el fin de su iniciativa y el principio de realidad deben ir de la mano:
Estos dos principios (la conectividad universal y la neutralidad de la red) pueden y deben coeixistir.
De momento esta convivencia como vemos no es del todo posible y esta misión entre altruísta y lucrativa puede que esté costando más de lo previsto, no sólo económicamente sino a nivel legal y burocrático. Veremos en unos años si Zuckerberg logra ser recordado como el héroe de la internet global más que como un espabilado hombre de negocios.