El que suscribe vivió (y sufrió) aquella era de las conexiones a internet con un módem telefónico, y seguro que como yo muchos recordaréis aquella particular ruidosa secuencia de pitidos que se producía justo antes de que pudieramos navegar por la red de redes a velocidades fabulosas de, por ejemplo 56 kbps.
Aquellos maravillosos míticos tiempos de baudios y comandos AT tenían su encanto, pero puede que muchos no sepáis que aquellos sonidos tan característicos de la conexión no eran nada caprichosos: era la forma de "negociar" la comunicación que el módem tenía con el proveedor de servicios de internet.
Pitidos que decían mucho más de lo que parecía
Si te conectaste a internet —por entonces era Internet— en aquella época seguramente recuerdes bien esa secuencia de sonidos que se emitían durante la conexión:
Aquellos pitidos formaban el llamado handshake, ese "apretón de manos digital" que hacía que los dos extremos de la comunicación se pusiesen de acuerdo en distintos parámetros -como la propia velocidad de transmisión que disfrutaríamos- a la hora de conectarnos a internet.
Hace tiempo una programadora finlandesa llamada Oona Räisänen analizó esa secuencia de pitidos para dar una explicación mucho más profunda de todo lo que ocurría durante dicha negociación. El resultado fue esta singular imagen:
Como ella misma explicaba, son varias las fases de la negociación. En primer lugar se comprobaba si lo que emitía el tono de llamada era o no un módem, y además el módem remoto respondía con un tono distinto que permitía reconocer a nuestro módem como tal.
A partir de ese momento se hacía un intercambio de datos binarios en ráfagas cortas y se deshacían de opciones como la supresión de eco que era útil en llamadas de voz entre humanos pero que al no estar presentes permitían aprovechar una comunicación full-duplex (ambos módems "hablaban" a la vez).
Luego llegaba lo que para muchos era lo más importante: encontrar una modulación adecuada para esa comunicación, algo que determinaba la velocidad que obtendríamos en la transmisión.
Se daba la curiosa circunstancia de que en ciertas instituciones los módems "servidores" podían ser de distinta velocidad, así que si te intentabas conectar a esos nodos y no lo hacías a la velocidad que esperabas siempre podías desconectar y volver a tratar de conectarte al módem "bueno".
Eso compensaba, porque la diferencia entre una conexión a 14,4 kbps o a 28,8 kbps era evidente. No digamos ya si se disponían de líneas de 56 kbps. Eran muchos los usuarios que tan solo con escuchar el tono de esos pitidos detectaban si esa conexión se hacía a mayor o menor velocidad.
Artes arcanas
Como Räisänen explicaba, que esos sonidos fueran audibles era normal en la época: las líneas telefónicas se utilizaban para comunicar audio, e incluso los primeros módems se acoplaban al aparato de teléfono para establecer la comunicación. En 'Juegos de Guerra' ('Wargames', 1983, John Badham)) el protagonista, David Lightman -encarnado por Matthew Broderick- usaba este tipo de módem para conectarse a diversos sistemas. La escena del cambio de notas es sencillamente genial y muestra precisamente ese proceso de conexión.
Había una forma sencilla de desactivar ese sonido, claro: bastaba con enviar el comando ATM0 a la línea serie que utilizaban los módems para lograr una conexión silenciosa.
Aunque se popularizaron especialmente en la década de los 90, hubo módems que anteriormente ya sentaron las bases de este tipo de dispositivos. En 1981 se lanzó el Hayes Smartmode, que acabó sirviendo para estandarizar comandos AT como el mencionado para controlar todo tipo de parámetros de la transmisión.
Aquellos primeros dispositivos contaban con velocidades muy limitadas de 1.200 y 2.400 bits por segundo -hoy no es raro tener líneas 40.000 veces más rápidas de más de 100 Mbits por segundo-.
Posteriormente aparecieron módems de 9.600, 14.400, 28.800 o 56.600 bits, y de hecho estos últimos fueron verdaderos logros tecnológicos teniendo en cuenta que las líneas de par trenzado no se pensaron para aquello: llevaban ya un siglo con nosotros y las inventó alguien que seguro os sonará: Alexander Graham Bell.
Los módems acabaron siendo objeto de estudio, y casi de culto. Algunos de los primeros usuarios que se dedicaron a colgar páginas web en internet ya documentaban las posibilidades de estos dispositivos de forma bastante extensa, y este documento de 1997 creado por Niels Jonker es un buen ejemplo.
Todo ello lo deja claro: aquellos pitidos no eran ruido sin más. Tenían mucho más sentido del que parecía.
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