Todos recordamos la locura, la fiebre del crypto, cuando los tokens no fungibles, los omnipresentes NFT, se consideraban inversiones sólidas y la gente pagaba cantidades ridículas de dinero para adquirir lo que, en la práctica era un .jpg glorificado. Parece que fue ayer que los Bored Apes, los simios aburridos que llegaron a definir ese breve destello de gloria, se ofrecían codo a codo con el mejor arte del mundo en la casa de subasta Sotheby’s.
Justamente los simios aburridos y justamente la casa de subasta Sotheby’s están en el centro de un debate que llegó, incluso, a los estrados judiciales.
Es así: en diciembre del año pasado, una demanda colectiva contra la empresa matriz Yuga Labs y sus ejecutivos reclamaba que la compañía infló artificialmente los precios de los activos digitales al pagarles a celebridades para promover el valor de los NFT como inversiones. En la demanda aparecen nombres de la talla de Justin Bieber, Serena Williams, Madonna, The Weeknd, Kevin Hart, DJ Khaled, Gwyneth Paltrow, Paris Hilton, Jimmy Fallon y Snoop Dogg.
Ahora, los demandantes han añadido una enmienda a la demanda original para que la propia Sotheby’s sea agregada como acusada. La enmienda afirma que Yuga se confabuló con Sotheby's "para realizar una subasta engañosa".
Una burbuja digital
La razón de la demanda está en que en su momento Sotheby’s recogió casi 24 millones y medio de dólares por una colección de 101 NFT del Bored Ape Yacht Club. Ese monto superó con mucho los estimaciones, que fijaban el precio de los simios en entre 15 y 18 millones, y ayudó a cimentar la idea de que los NFT eran el nuevo petróleo digital.
La demanda afirma que la venta estaba "arraigada en el engaño" y le dio a los NFT de Bored Ape "un aire de legitimidad" diseñado para generar exageración e interés de los inversores en torno a la marca.
Hoy en día, los NFT de Bored Ape se venden con dificultad, por precios que comienzan en alrededor de 50.000 dólares. Las historias de quienes los compraron por precios exorbitantes y hoy han perdido efectivamente una fortuna en la transacción son tan comunes que ya ni se reportan. El ejemplo más conocido quizás sea el de Justin Bieber, quien pagó 1,2 millones de dólares por un Bored Ape que hoy no vale ni siquiera 100.000 dólares.
Pero, por supuesto, no se trata solo de los simios. Muchos recordamos el buzz alrededor de la compra del primer tweet, por cuyo NFT alguien pagó 2,9 millones de dólares. Hoy no solo ya no existen los tweets porque no existe Twitter, sino que el mencionado NFT alcanzó, cuando su propietario trató de venderlo el mes pasado, una oferta de 1.871 dólares.
Si me preguntan, eso son 1.871 dólares más de lo que vale en realidad.
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