Se van a cumplir 4 años del lanzamiento de Windows 10. No parece mucho, pero eso es todo un mundo para un sistema operativo como el de Microsoft, que desde el principio concibió esta versión de una forma muy distinta a las anteriores.
Esta nueva filosofía se ha apoyado en la aparición de grandes actualizaciones. Ya tenemos la última de ellas con nosotros, y una vez más comprobamos cómo Windows 10 es una máquina bien engrasada que sigue mejorando con los años. A pesar de todo, Microsoft no ha logrado deshacerse del lastre del pasado: sigue habiendo muchos componentes que están ahí por la ¿condena? de la retrocompatibilidad.
Windows 10 está aquí para quedarse
El lanzamiento de la llamada Windows 10 May 2019 Update —los nombres son de aquí te espero, me gustaba más aquello de los Service Packs— supone la última andanada de (pequeñas) grandes novedades en un sistema operativo que sigue siendo vital para el día a día de millones de personas.
Lo es porque a pesar de que el móvil es ese PC de bolsillo que siempre tenemos al alcance, el PC con Windows sigue siendo parte fundamental de la rutina profesional, creativa y de entretenimiento en todo el mundo.
Que sí, que las ventas de PC no paran de bajar. El problema con esa frase es que es un poco (bastante) engañosa. Los datos de IDC y Gartner (ambas coincidieron, curioso) revelan que se vendieron 58,5 millones de PCs en el primer trimestre de 2019. La cifra no es buena y supone una caída del 4,6% respecto al mismo periodo de 2018, pero aún así 58,5 millones de PCs en tres meses son muchos PCs vendidos.
Un montón, y eso pese a que el mensaje tradicional desde hace tiempo es que el PC está muerto y ya casi nadie lo usa. La realidad es bien distinta, y hay otro dato importante aquí: la inmensa mayoría de esos PCs —Apple vendió 3,98 millones en ese periodo— llegan con Windows.
Así pues, Windows sigue siendo muy importante. Quizás no tanto para Microsoft o Satya Nadella, que hizo desaparecer esta división para centrarse en la nube y la inteligencia artificial, pero lo es como esa interfaz con el ordenador que nos permite trabajar y disfrutar con él. Windows nunca ha sido perfecto, pero con cada gran actualización se demuestra que la vocación por mejorar está siempre ahí.
A estas alturas ya hubiéramos tenido un "Windows 11"
La última gran actualización llega 1.453 días después de que Windows 10 se lanzara aquel 29 de julio de 2015. Si uno hace caso a las fechas de lanzamiento de las diversas ediciones de Windows para usuario final puede sacar conclusiones interesantes:
- Windows 95: lanzamiento el 24 de agosto de 1995
- Windows 98: lanzamiento el 21 de junio de 1998, 1.032 días después del lanzamiento de Windows 95
- Windows Me: lanzamiento el 14 de septiembre de 2000, 816 días después del lanzamiento de Windows 98
- Windows XP: lanzamiento el 25 de octubre de 2001, 406 días después del lanzamiento de Windows Me
- Windows Vista: lanzamiento el 30 de enero de 2007, 1.923 días después del lanzamiento de Windows XP
- Windows 7: lanzamiento el 22 de octubre de 2009, 996 días después del lanzamiento de Windows Vista
- Windows 8: lanzamiento el 26 de octubre de 2012, 1.100 días después del lanzamiento de Windows 7
- Windows 8.1: lanzamiento el 17 octubre 2013, 356 días después del lanzamiento de Windows 8
- windows 10: lanzamiento el 29 julio 2015, 1.006 días después del lanzamiento de Windows 8 (650 desde Windows 8.1)
- Windows 10 May 2019 Update: lanzamiento el 21 de mayo de 2019, han pasado 1453 días desde el lanzamiento de Windows 10
Microsoft tuvo prisa por sacar al mercado aquella infausta versión de su sistema operativo llamada Windows Me, lo que provocó que Windows XP apareciera poco después para convertirse en la edición más popular con diferencia de Windows durante muchos años. Puede que demasiados, porque la empresa de Redmond tardó mucho en renovar de nuevo su sistema operativo, y Windows Vista tardó más de 5 años en ser lanzado.
Salvo por esas dos irregularidades, la cadencia de la aparición de las nuevas versiones de Windows siempre se ha mantenido en esa franja aproximada de los 1.000 días, un número que fue superado hace ya mucho por Windows 10: ya lleva con nosotros 1.454 días.
Eso haría pensar que a estas alturas Microsoft debería haber presentado una nueva versión de Windows, pero todo cambió con el lanzamiento de Windows 10, un sistema operativo aparentemente "inmortal" que nunca vería un sucesor.
Aquí muchos compararon esta filosofía con las famosas distribuciones Linux 'rolling release'. Las constantes actualizaciones y la ausencia de versiones diferenciadas son señas claras de desarrollos como Arch Linux, pero en realidad el esquema es algo distinto. En Arch no hay grandes actualizaciones que se aplican de golpe cada cierto tiempo como sí ocurre en Windows 10.
Aún así el enfoque es en ciertos puntos similar, y desde luego en Microsoft parecen tener claro que Windows 10 está aquí para quedarse durante muchos, muchísimos años. Eso ha permitido que se puedan tomar las cosas con algo más de calma, lo que a su vez ha habilitado cambios quizás modestos y menos revolucionarios de lo que algunos querrían, pero que en perspectiva son más importantes de lo que parece.
Las mejoras iterativas son buenas (aunque no sean muy emocionantes)
Y así hemos llegado a esta actualización de mayo de 2019 -insisto, nombre horrible- en la que una vez más es difícil hablar de grandes novedades o grandes sorpresas. Y sin embargo, hay algunas de ellas que son importantes en ciertos ámbitos.
Es el caso de Windows Sandbox, ese entorno aislado que permitirá ejecutar todo tipo de aplicaciones y sesiones de trabajo de "un Windows dentro de Windows" de forma segura. Es una opción que quizás no muchos vayan a usar, pero resulta fantástica para protegerse de malware a la hora de probar aplicaciones -esos .exe que descargamos de "sitios oscuros" por ejemplo- o webs sospechosas.
Es una verdadera pena que esta opción no esté disponible para todas las ediciones, sobre todo porque hay un amplio número de usuarios de Windows 10 Home que probablemente están tan expuestos o más a la descarga de ficheros maliciosos que los de las ediciones Windows 10 Pro, por ejemplo, habitualmente más experimentados si invierten en esta edición del sistema operativo.
Es probablemente la opción más destacable de esta nueva hornada de mejoras que llegan a Windows 10, pero hay muchas más. De hecho las progresivas grandes actualizaciones de Windows 10 han ido añadiendo muchas, muchísimas pequeñas y grandes características al sistema operativo:
- Windows 10 November Update (Build 1511, 'Treshold 2', 10 de noviembre de 2015): mucho menos significativa en cuanto a novedades por la cercanía con el lanzamiento de Windows 10 apenas seis meses antes, en esta versión llegaron las previsualizaciones de pestañas a Windows Edge y la preinstalación de Skype.
- Windows 10 Anniversary Update (Build 1607, 'Redstone 1', 2 de agosto de 2016): la verdadera primera gran actualización de Windows 10 llegó con novedades fantásticas como la llegada de Bash a Windows 10, las (pocas) extensiones para Windows Edge, opciones como Xbox Play Anywhere o ese foco en Windows Ink.
- Windows 10 Creators Update (Build 1703, 'Redstone 2', 5 de abril de 2017): muy dirigida al entorno creativo, en esta actualización llegaron Paint 3D, Beam (ahora Mixer, servicio competidor de Twitch), el útil mdodo de luz nocturna y el modo lector de e-books de Microsoft Edge.
- Windows 10 Fall Creators Update (Build 1709, 'Redstone 3', 17 de octubre de 2017): el ámbito creativo volvía a reforzarse con esta actualización que daba la bienvenida a Fluent Design, el nuevo lenguaje de diseño de la interfaz de Windows, y que reforzaba la apuesta por la realidad aumentada. Debutaba el modo juego, Movie Maker renacía en forma de Windows Story Remix y llegaban las primeras opciones de sincronización con móviles Android. Las mejoras en el soporte de distribuciones Linux se consolidaban, y entre las curiosidades, el soporte del monitor de GPU en el administrador de tareas.
- Windows 10 April 2018 Update (Build 1803, 'Redstone 4', 30 de abril de 2018): empezaban aquí los nombres de actualizaciones con mes y año, y en este caso esta nueva actualización destacaba por Windows Timeline, singular, vistosa pero poco aprovechada. Había más novedades, la mayoría de ellas pequeñas pero prácticas (instalación de tipografías, mejoras en el escalado, configuración de sonido o ficheros compartidos), y aunque todas sumaban, este paquete fue algo menos vistoso que sus predecesores.
- Windows 10 October 2018 Update (Build 1809, 'Redstone 5', 13 de noviembre de 2018): más numeroso en cuanto a novedades fue la siguiente gran actualización de hace unos meses, aunque de nuevo en su mayoría contamos con pequeñas mejoras iterativas. Entre las más destacables estaban la llegada de 'Tu Teléfono' para sincronizar contenidos con el móvil , a la que acompañaron literalmente decenas de pequeñas novedades que aportaban en muchísimos apartados sin que ninguno de ellos (una vez más) plantease nada especialmente revolucionario.
- Windows 10 Fall May 2019 Update (Build 1903, '19H1', 21 de mayo de 2019): con el último de los grandes paquetes de actualización la situación es análoga. Hablábamos de Windows Sandbox, pero también llega un mejor control para las actualizaciones, el llamativo tema luminoso, la independencia de Cortana y las búsquedas y también del menú de inicio, ahora convertido en proceso separado para ejecutarse con mayor rapidez y eficiencia.
Todas estas grandes actualizaciones no han revolucionado Windows 10 ni lo han convertido en una cosa muy distinta a la que era. De hecho, Windows 10 es más Windows 10 que nunca, pero se ha adaptado a los tiempos y ha ganado en decenas de pequeñas características.
La lista es tan larga que tiene poco sentido pero todas ellas han ido puliendo y mejorando el comportamiento de todo tipo de aplicaciones y áreas del sistema operativo. Tenemos un bloc de notas que soporta finales de línea de Unix y tiene zoom para tipografías, soporte ARM64, soporte extendido de emojis y kaomojis, mejoras de accesibilidad (como la última que permite cambiar el color y tamaño del cursor), el soporte FIDO2, mejor instalación de tipografías, modo oscuro en diversas aplicaciones, mejor reconocimiento de escritura, cliente SSH, soporte mejorado HiDPI, soporte Braille en el Narrador, mejores capturas de pantalla o más control de las actualizaciones, que ahora podremos pausar durante 7 días o retrasar a horas inactivas.
Hay muchas más, pero todas estas mejoras se unen además a desarrollos paralelos que irán llegando a Windows 10 y que redondearán aún más esa experiencia. Entre los más llamativos están en estos últimos tiempos la renovación de Edge basada en Chromium y también la nueva Windows Terminal que unifica al tradicional CMD, a PowerShell y al Bash. Como decimos, Windows crece en opciones de forma constante, sin grandes redobles de tambor, pero sin que ese ritmo decrezca. Las mejoras iterativas pueden no ser demasiado emocionantes, pero funcionan.
Sin embargo, no todo lo hace en Windows.
La condena de deberle mucho al pasado
Uno de los grandes problemas de Windows 10 está en el lastre que no puede soltar: el de las aplicaciones y servicios que deben seguir funcionando porque sigue habiendo muchos usuarios que dependen de ellos.
El reciente anuncio de Windows Terminal, por ejemplo, alertaba a algunos desarrolladores y administradores de sistemas que temían que su consola Windows de toda la vida fuera a desaparecer. No lo hará, aseguraban en Microsoft, pero una vez más se planteaban esos miedos a "abandonar lo viejo" para dar el salto a lo nuevo.
No ocurre solo con Windows Terminal: Microsoft trabaja ya en un "Modo IE" en el nuevo Edge basado en Chromium, y lo hace precisamente para evitar problemas de (retro)compatibilidad con viejos servicios diseñados para seguir funcionando en un Internet Explorer 11 que está muy lejos de morir: sigue siendo uno de los más usados en todo el mundo con un 9,52% de cuota, una cifra asombrosa que muestra cómo un desarrollo ya casi obsoleto como este mantiene una relevancia notable.
Es lógico que Microsoft no pueda deshacerse de esos componentes, pero a estas alturas de la película, cuatro años después, permanecen algunas críticas que se iniciaron en el lanzamiento de este ambicioso sistema operativo.
Seguimos teniendo un panel de control que debería estar unificado con la Configuraciónd de Windows 10 y que es uno de esos componentes del pasado que hacen un flaco favor a la experiencia de usuario, pero ocurre algo parecido con la tienda de aplicaciones, que sigue siendo pobre en interfaz, organización y opciones a la hora de ofrecer opciones a los usuarios.
Al instalar Windows 10 desde cero con la última actualización de mayo de 2019 integrada en una nueva partición lo he podido constatar. Lo primero que hago es instalar mi navegador preferido, Firefox, y he tratado de buscarlo en la tienda de Windows 10. El único resultado que aparece de Firefox no es el relativo al navegador, como puede verse en la imagen.
Es difícil que Microsoft consiga que sus usuarios confíen en esa tienda cuando pasan estas cosas, y las diferencias con respecto a las tiendas que tanto Google como Apple tienen para sus móviles es enorme. Estamos en 2019 y para bien o para mal los usuarios encontramos más cosas fuera de la tienda de Windows que dentro de ella: Microsoft sigue perdiendo esta batalla, y no parece fácil que pueda recuperar terreno en este ámbito.
Ya hablamos de ese rumbo algo difuso que ha hecho que Windows 10 se centre en ámbitos que quizás no eran los más adecuados. Sus desarrollos en temas como la realidad mixta o la realidad aumentada son curiosos, su apuesta por Windows Ink es llamativa y su navegador un intento valiente de ofrecer una alternativa, pero dichos esfuerzos parecen estar mal dirigidos.
Hay muchas áreas en las que los usuarios recomiendan características. Microsoft mantiene un buen listado de propuestas para distintas áreas de sus aplicaciones y servicios gracias a la plataforma Uservoice aunque por ejemplo dejaron de usar el canal de Windows.
Seguimos pudiendo ofrecer comentarios a través del Centro de Opiniones (Feedback Hub) integrado en Windows 10, y esa es probablemente la mejor forma de hacernos oir. Microsoft escucha a sus usuarios, así que ahora solo queda esperar que esa evolución siga su curso y que las mejoras iterativas sigan haciendo de Windows 10 un sistema operativo cada vez mejor.