El evento de ayer de Microsoft en el E3 2015 nos dejó muchísimas novedades, tanto en el terreno de los nuevos videojuegos que aparecerán en los próximos meses como en su nueva opción de probar los juegos antes de comprarlos o la aparición de su espectacular nuevo mando Xbox Elite Wireless Controller.
Hubo más novedades, pero también un gran olvidado: Kinect. El dispositivo que sirvió para prolongar unos años la vida útil de la consola Xbox 360 y que también fue acompañante inicial de la Xbox One se ha convertido en la sombra de lo que fue. Ni una mención a Kinect ni a posibles juegos que vayan a incluir soporte para este dispositivo. Ahora todas las miradas están dirigidas a Hololens y a la Realidad Virtual a través de los acuerdos con Valve y con Oculus.
Del todo a la nada
Durante varios años Kinect fue la niña bonita de Microsoft. Los responsables de la división Xbox concibieron este dispositivo como respuesta al éxito de la Wii y quisieron ir más allá con una ambición que no solo pretendía aprovechar la potencia de Kinect en juegos, sino también en diversos escenarios en el mundo real. La conjunción de Kinect con un PC con Windows 8 ofrecía nuevas posibilidades a desarrolladores, y esa apuesta se renovó con la salida de la Xbox One y su venta con este periférico incluido en el paquete.
Muchos ya dijeron en aquel momento que incluir Kinect era un gran error. A pesar de las ventajas que proporcionaba este accesorio mejorado en su segunda versión, el sobrecoste que imponía hizo que Sony se llevase el pato al agua en aquellos primeros meses vitales. No solo eso: pasaban los meses y se repetía la misma situación que se había dado con la Xbox 360. Ningún juego parecía ofrecer todo lo que esperábamos de Kinect en la Xbox One.
Microsoft claudicaría finalmente y hace algo más de un año decidió comenzar a vender la consola de forma independiente, sin Kinect. Más valía tarde que nunca. Kinect quedó relegado a un segundo plano que ya no ha abandonado a este periférico y que por ejemplo ha hecho que no haya versión específica para Windows 10, aunque sí se pueda usar el de la consola sin problemas.
La realidad virtual y la aumentada son el futuro
La propuesta de control con gestos y voz parecía prometedora, pero su validez práctica ha sido siempre limitada. Al final controlar la interfaz de la Xbox One y los juegos era a menudo mucho más rápido con el mando. Eso no quiere decir que Kinect no tenga sentido, pero algunos creen que incluso ese reconocimiento de voz es mucho más útil que ese reconocimiento de gestos. A nivel práctico, desde luego, lo es.
Microsoft parece haber obligado a este dispositivo a ceder el testigo a las nuevas propuestas del mercado. La realidad aumentada y la realidad virtual se funden en Hololens, un periférico del que aún sabemos muy poco pero que en las demostraciones parece ser el siguiente gran paso en estos dos campos. Ayer pudimos ver en acción una versión específica de Minecraft para Hololens que fue lo más aplaudido de la keynote de Microsoft en E3, pero como ocurría con Kinect, Hololens tendrá que demostrar su validez en el mundo real, y no solo tratar de impresionar en demostraciones públicas preparadas.
No es la única carta que se guarda bajo la manga Microsoft. La empresa liderada por Satya Nadella ha cambiado de aires y quiere no encerrar al usuario en su ecosistema de forma tan clara: la apuesta por los videojuegos es absoluta, y también lo es la que dirige a Microsoft al segmento de la realidad virtual. Aunque la empresa no ha anunciado ningún dispositivo que rivalice con las Oculus Rift, sí que ha abierto los brazos para recibir como socios de futuro tanto a Oculus como a Valve.
Retrocompatibilidad y Windows 10 como postre, pero no del todo para Kinect
En otro de los anuncios estrella de la keynote -mucho más relevante que Hololens y Minecraft, creemos algunos- Microsoft presentó la ansiada retrocompatibilidad de la Xbox One. Esta consola permitirá jugar a juegos originales de la Xbox 360 en la Xbox One, una característica que probablemente hará que la decisión de compra para muchos usuarios esté ahora mucho más clara.
Esa retrocompatibilidad de momento estará limitada a un puñado de juegos que se irá ampliando gradualmente, pero lo que de momento no se podrá hacer -y no queda claro si ese soporte llegará en el futuro- es poder soportar juegos que utilicen Kinect. El catálogo de juegos para este periférico de la Xbox 360 no se podrán utilizar a priori en la Xbox One, de modo que esa opción parece descartada y de nuevo resta interés al periférico original.
Algo similar ocurre con Windows 10, un sistema operativo que llegará a la Xbox One y que además ya permite -para miembros del Xbox One Preview Program- comenzar a jugar a juegos de esa consola vía streaming en un PC con Windows 10 conectado a la misma red. Aquí Kinect no parece tampoco que esté soportado de momento, lo que aleja aún más al ya casi legendario periférico de Microsoft del futuro de una consola a la que le dio mucha, mucha más vida. Lástima que nunca cumpliera con las expectativas. Veremos si Hololens logra hacerlo.
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