La acepción de la palabra hacker siempre ha tenido connotaciones negativas en español, y a menudo hemos visto cómo los medios de comunicación metían en el mismo saco a los "hackers buenos" (hackers) con los "hackers malos" (crackers).
Eso cambia con la nueva edición del Diccionario de la Lengua Española, que en su última edición realiza más de 3.000 modificaciones de diverso ámbito y que presta atención al segmento tecnológico. El hacker ya no solo se define como un "pirata informático", sino como una "persona experta en el manejo de computadoras, que se ocupa de la seguridad ed los sistemas y de desarrollar técnicas de mejora".
Los hackers siempre fueron los buenos
Probablemente quienes se consideren hackers no encuentren esa segunda acepción todo lo precisa que quizás les gustaría, sobre todo cuando para muchos el término se utilizó originariamente para describir a alguien que simplemente trataba de averiguar cómo funcionaba un producto o dispositivo por mera curiosidad y por el afán de conocimiento en el sentido más positivo.
Sin embargo la palabra se ha acabado usando de forma masiva para describir tanto a los hackers éticos como a los cibercriminales que hacen uso de estas técnicas para propósitos delictivos.
En esos casos es en los que se debe usar el término cracker, también recogido por el DLE y que curiosamente coincide en su primera acepción con la de hacker: "pirata informático".
Muchos más cambios notables
La Real Academia de la Lengua ha hecho un total de 3345 modificaciones con respecto a la edición publicada en 2014, y todas ellas están disponibles ya en la edición del DLE en línea. Como recordaba el director de la Real Academia de la Lengua, Darío Villanueva, en 2016 esa edición recibió más de 600 millones de consultas, mientras que en 2017 se superará ampliamente esa cifra "acercándonos, incluso, a los mil millones".
En una muestra (PDF) de novedades de esta nueva edición (la 23.1) del DLE se pueden consultar algunas de esas novedades, con entradas de nuevos términos o nuevas acepciones para los existentes.
Así tenemos novedades como posverdad, aporobia, trávelin, buenismo, o táper.
Hay también nuevas acepciones que adaptan algunos términos a los nuevos tiempos. Por ejemplo, nota (ya no eres un 'notas', sino un 'nota'), pasada, bocas o germánico ("Dicho de la puntualidad: Rigurosa, exacta")
La condena de los anglicismos
Uno de los problemas fundamentales del uso del español con que se encuentran los responsables de la RAE es la proliferación masiva de anglicismos.
De hecho Villanueva destacaba que si bien "la Academia no está cerrada a la incorporación de extranjerismos, sí nos preocupa la reiteración excesiva del uso de palabras en inglés sin que sea necesario".
El problema viene de lejos: en 1713, cuando se fundó la Real Academia de la Lengua, ocurría algo similar con los galicismos, y ahora son los términos en inglés los que logran introducirse de forma cada vez más frecuente en nuestro vocabulario y expresiones.
Aquí se denunciaban caso como el del uso extendido de términos como 'dress code', 'gloss', 'casual', 'influencer' o 'CEO'. Estos anglicismos son considerados como innecesarios por existir términos en español adecuados para cada caso, pero por ejemplo sí hay términos que entran o se matizan en el DLE porque sí tienen sentido, como fair play, el citado cracker o container.
Como indicaban en 20Minutos, ese uso indiscriminado de estos términos es un gran peligro para el idioma. El director de la RAE llevaba a afirmar que "la mayor amenaza para el español es el papanatismo", criticando el uso de términos "ociosos" en inglés por esnobismo "teniendo una lengua tan rica" como la española.
Como él mismo aclaraba, es como si al ser descritas en inglés "las cosas tuvieran más valor". El problema afecta a todos los ámbitos del idioma, pero lo hace de forma clara en el segmento de la tecnología en el que a menudo recurrimos a esos términos por estar ya muy extendidos.
Buena parte de la situación es obviamente culpa nuestra, aunque en ocasiones las alternativas sean inexistentes. Ocurre por ejemplo con 'wearable' un término que sigue sin tener una traducción aceptada, y que por ejemplo en Fundeu creen que debería traducirse como "ponible". El DLE, no obstante, sigue sin recoger una acepción específica para este término en su aplicación a la informática. Aún queda camino por recorrer... para todos.
Más información | RAE
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