¿Has comprado unas pilas AA de AmazonBasics últimamente? Si lo has hecho, no estás solo. Uno de cada diez dólares que Amazon ingresa por los productos de su familia AmazonBasics se deben a las pilas. Las pilas AA representan el 4% de todos los ingresos del catálogo AmazonBasics, y la presencia global de Amazon en todo el mundo hace que estas pilas se lo pongan muy difícil a marcas establecidas como Duracell o Energizer, por ejemplo.
El problema es que usar pilas desechables -sean de Amazon o cualquier otro fabricante- cada vez parece peor idea en los tiempos que corren. Un estudio realizado por OneZero revela el origen de estas baterías, pero además nos avisa del desastre que es producirlas tanto para Amazon como para otros competidores: cada pila alcalina necesita 100 veces la energía que acaba aprovechándose durante su uso. Dentro de lo malo, eso sí, las pilas recargables alivian el problema de forma sensible.
Un negocio redondo para Amazon y sus competidores, pero no para el medioambiente
La investigación de esta publicación reveló cómo las pilas alcalinas de Amazon están entre los productos con más opiniones de su dantesco catálogo. Esta referencia, por ejemplo, cuenta con casi 19.000 comentarios (y cuatro estrellas de media), y demuestra la buena reputación de unas pilas que se lo ponen muy difícil al resto de fabricantes del mercado.
Esas pilas están lejos de ser perfectas. A la editora de ese artículo le explotaron en uno de los apartados con los que las usó, y la experiencia parece ser relativamente común entre quienes hablan de estas pilas. No pasa solo con las baterías alcalinas de AmazonBasics, desde luego -que se lo digan a Samsung- pero esa explosión motivó una investigación para saber de dónde provenían esas pilas.
Amazon protege de forma notable ese origen, pero la investigación reveló que al menos parte de ellas se fabrican en una planta de FDK -subsidiaria de Fujitsu- en Indonesia.
La regulación medioambiental de este país es notablemente laxa, y los propios informes de sostenibilidad de Fujitsu indican que sus operaciones en Indonesia son las que más residuos producen. En 2016 su planta de Bekasi -la misma que fabrica esas baterías- produjo 100 toneladas más de residuos que el siguiente productor de esa lista de subsidiarias.
Sea como fuere, la producción de estas (y otras) pilas es comprometedora. A nivel global pervive el debate sobre cómo se obtienen los materiales con los que se fabrican -con el manganeso como protagonista, como revela este estudio de Responsible Sourcing Network- pero también el impacto medioambiental de esa producción, que arroja datos alarmantes.
Investigadores del Departamento de Ciencia de Materiales del MIT ya redactaron un informe en 2011 sobre el ciclo de vida de las pilas alcalinas, cuya producción se basa en combustibles fósiles de forma muy notable.
Jay Turner, profesor de estudios medioambientales en el Wesley College, colaboró en un estudio posterior de 2015 en el que se estimaba que "se necesita 100 veces más energía para fabricar una pila alcalina que la que se aprovecha durante su fase de uso". Si a eso se le añaden el resto de emisiones generadas en todo el ciclo -obtención de materiales, producción y distribución- la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero por Wh es 30 veces la que genera la una central eléctrica de carbón.
Mejor usar pilas y baterías recargables
Los datos ponen en evidencia una realidad singular: los productores de todo tipo de dispositivos electrónicos siguen aprovechando ese estándar de facto en el que se han convertido las pilas a pesar de que los efectos nocivos para el medioambiente son demostrables.
En Battery University, una de las referencias a la hora de informarse sobre todo tipo de tecnologías de baterías, se explica cómo las pilas recargables están ya fabricadas en la mayoría de los casos con hidruro de níquel-metal, un material más eficiente y reutilizable que las pilas alcalinas y que además está sellado químicamente para evitar filtraciones.
No solo eso: retienen la carga durante mucho más tiempo que las antiguas pilas recargables, y admiten cientos de recargas. Permiten reducir los residuos que se generan frente a las pilas desechables, y un estudio de 2012 lo destacaba: en cuatro años la media es usar unas 180-190 pilas desechables por persona, pero bastarían 12 pilas recargables para sustituir a todas esas unidades desechables en la mayoría de los casos.
Es cierto que hay excepciones en las que las baterías desechables son buena opción: los productos de bajo consumo y, atentción, las alarmas contra incendios, en las que los expertos recomiendan sustituir la batería o probarla al menos cada mes.
Hay otras opciones de interés como las pilas 18650 de ión litio. Son más grandes que las pilas AA convencionales (18 mm de diámetro y 65 de longitud frente a los 14 mm de diámetro y 53 mm de longitud de las AA), pero con propiedades muy interesantes tanto en capacidad (hasta 3.500 mAh) como en su capacidad de recarga y poca pérdida de capacidad y descarga con el tiempo.
Reciclar para evitar males mayores
En el estudio de OneZero ya destacaban que otro de los problemas del éxito de estas pilas no es que se vendan, sino lo que ocurre cuando se gastan: en Estados Unidos muchas acaban en los contenedores de basura convencionales porque los distintos estados permiten que se depositen allí en lugar de poner en marcha planes de reciclaje opcionales u obligatorios. Solo California las considera residuos peligrosos.
En España los programas de reciclaje funcionan de forma muy decente: en 2018 se reciclaron 2.538 millones de pilas domésticas, el 41% de las comercializadas. No se llega aún l 45% de la normativa, pero el progreso es desde luego positivo.
La propia Amazon cuenta con información sobre el reciclaje de "pilas, acumuladores y baterías". Aún así sigue resultando singular que el mercado de la electrónica haya apostado de forma clara por las baterías de ión-litio que encontramos en móviles, portátiles o coches eléctricos, y no se apliquen esas mismas baterías a pequeños electrodomésticos o, por supuesto, a juguetes.
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