Bayer acaba de sufrir otra millonaria derrota judicial. 2 055 millones de dólares es lo que tendrá que pagar la multinacional alemana en otro de los juicios que acusan a Roundup, la marca con la que Monsanto comercializaba el glifosato, de causar decenas de miles de cánceres en todo Estados Unidos.
Es la tercera derrota judicial sobre el glifosato que acumula Bayer desde la compra de Monsanto y no parece que vaya a ser la última. 13.000 demandas idénticas esperan su turno en una crisis judicial que, como decíamos, se ha convertido en un verdadero problema para la farmaceútica alemana.
Derrota tras derrota
El caso A Alva Pilliod (76 años) y Alberta Pilliod (74) se les diagnosticó un linfoma no-Hodgkins en 2011 y 2015 respectivamente, con solo cuatro años de diferencia. Ambos linfomas se encuentran ahora mismo en remisión, pero la pareja alega que detrás de estas enfermedades se encuentra la exposición continuada a Roundup durante las más de tres décadas que lo usaron en sus terrenos.
La defensa, por su lado, ha señalado los numerosos antecedentes familiares de la pareja y el hecho de que aún a día de hoy el glifosato se considere seguro por reguladores europeos y estadounidenses siempre que se use adecuadamente. Recordemos que el glifosato está en la lista de 'probablemente cancerígenos' de la OMS, pero que todos los estudios señalan que en las dosis que se usan en jardinería no es peligroso en absoluto.
El fallo. El veredicto del jurado que hemos conocido esta semana acusa a la Monsanto de no advertir los peligros de su producto en su momento y lo condena a pagar una indemnización de los 2.000 millones de dólares en daños punitivos y otros 55 millones en daños compensatorios. No obstante, Bayer ya ha anunciado que recurrirá el fallo a la vez que expresaba su decepción con el veredicto y que "continuará evaluando y mejorando sus estrategias legales".
A la tercera no va la vencida El problema para Bayer es que ya no son ni uno, ni dos los tribunales que han fallado en su contra: son tres y la suma crecerá en los próximos años a no ser que alguna de las instancias judiciales superiores cambie el criterio general. Es decir, el futuro judicial de la compañía se augura bastante duro. Y eso que, según el consenso científico actual, cuando se usa correctamente el herbicida es perfectamente seguro.
Pero, como señalan los expertos, se está creando un problema de fondo: más allá de la alarma que crean estas noticias, lo que estamos viendo es cómo se abre un espacio cada vez más grande entre la jurisprudencia y la ciencia contemporánea. ¿Puede convivir mucho tiempo dos instituciones tan básicas como estas si cada una considera "hechos probados" cosas radicalmente diferentes? Procesos judiciales, agencias reguladoras, centros de investigación y legisladores van camino de un choque de trenes que solo se resolverá tras una profunda reforma.
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