Entre mediados de 2015 y mediados de 2018 los precios del litio se triplicaron. Y, claro, eso hizo saltar todas las alarmas. La flota mundial de coches eléctricos acababa de superar apenas los cinco millones, ¿qué nos esperaba en los próximos años si, como todo hacía pensar, el coche eléctrico aceleraba hasta convertirse en un actor fundamental de la movilidad mundial?
"Nada bueno", coincidían los analistas. Nosotros mismos hemos dedicado mucho tiempo a los problemas técnicos, empresariales y geopolíticos que este cuello de botella presentaba no solo para el futuro del automóvil, sino también para todo el mundo tecnológico.
Y la tendencia se frenó
Sin embargo, en el último año, el precio del litio ha caído un 30%. La apertura de seis minas en Australia y el bajón de la demanda china han hecho que frenado lo que veíamos como una "espada de Damocles" que pendía sobre la promesa de la industria del automóvil eléctrico. Tanto es así que los productores de litio han empezado a acumular reservas para el futuro. ¿Y ahora qué?
Sobre todo, porque en los últimos cinco años, las previsiones de que los coches eléctricos iban a aumentar 30 veces la demanda para finales de la próxima década ha hecho que 'derrocar' al rey blanco se convirtiera en el 'leitmotiv' de una carrera tecnológica que, en unos meses, ha quedado en cuestión.
No porque no haya dados sus frutos. Hace unas semanas, unos investigadores de la Universidad de Stanford desarrollaron un recubrimiento que podría allanar el camino hacia la tantas veces prometida batería de metal-litio (que reduciría drásticamente la demanda) y los avances en los sistemas basados en el sodio van lentos, pero son prometedores.
Si el (por ahora, provisional) abaratamiento del litio compromete todos esos desarrollos es, más bien, porque nos sitúa en un horizonte en el que invertir en alternativas deja de tener sentido. Ahora que el litio ha bajado de la línea psicológica de los 10.000 dólares la tonelada, los analistas empiezan a ponerse nerviosos.
Evidentemente, es pronto para saber si la caída libre del precio del litio es un fenómeno coyuntural o la constatación de que todos los que anunciaban la muerte del rey blanco estaban equivocados, como señalan algunos analistas. Por lo que habrá que estar atentos, porque esto se ha convertido en la mayor incógnita del futuro cercano del coche eléctrico.