‘Daredevil: Born Again’: resumen del cuarto episodio del regreso del hombre sin miedo, en Disney+

Born Again
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La serie que trajo de regreso al Diablo de Hell's Kitchen avanza y en su cuarto episodio nos trae ecos de los mejores momentos de la producción de Netflix.

--Siguen spoilers del cuarto episodio de la primera temporada de Daredevil: Born Again.--

‘Sic Semper Systema’

Tras los trágicos acontecimientos del final del episodio anterior, entra en escena Angela del Toro, la sobrina de Héctor Ayala. No hacía falta ver el primer plano del collar de White Tiger para deducir que será ella quien asuma -ojalá pronto- el manto del inmolado superhéroe.

Muse Daredevil

Entra también en escena Muse, que por lo visto lleva algún tiempo actuando en las sombras. Las noticias ya notaron sus grafitis, pero no parece que la brutalidad de sus crímenes haya llegado a oídos de nadie.

Daniel se va de bocón y paga el precio. El que interpreta Michael Gandolfini -el hijo de James Gandolfini- es un personaje sumamente extraño. Su relación con Fisk cada vez me recuerda más a la de Víctor y el Pingüino en la serie de Max. Ojalá no termine igual.

De vuelta con Matt Murdock, el cuerno de su traje reaparece aquí como símbolo de que su pasado no está completamente atrás. Su firma, resulta, necesita con urgencia una inyección de capital y no solo clientes pro bono, que parecen ser la especialidad del abogado.

Fisks

Con las apuestas que hay en otros frentes, puede sentirse extraño gastar tiempo en la terapia matrimonial de los Fisk. Sin embargo, es probable, dada la fuerza de ambos personajes, que de la fractura de esta pareja surjan ramificaciones problemáticas, violentas, catastróficas.

El caso que aceptó Matt es el de Leroy Bradford. Su tono general puede noser políticamente correcto, pero al menos alguien recordó que hay skrulls en el MCU y al menos alguien le cobró a Matt su uso relajado del verbo “ver”.

El capítulo toma un giro cuando Matt se cruza con el oficial Powell, con quien comparte la carga del conocimiento. Matt sabe que Powell es un corrupto, pero Powell sabe que Matt puede, pese a su ceguera, pelear como un campeón mundial.

Matt confronta al oficial porque piensa que estuvo detrás de la muerte de Ayala, pero cuando este lo niega, logra detectar que dice la verdad. Eso quiere decir que Matt deberá buscar sospechosos en aguas más profundas.

El episodio, queda claro, gira en torno al concepto de 'el sistema'. En el diálogo con Angela y en el diálogo con Leroy, Matt ve reflejados los límites de lo que puede hacer dentro del sistema. Fisk descubre, incluso investido de los poderes de la Alcaldía, una realidad similar.

Enter, Punisher

En este punto, hay que preguntarse: Disney, ¿No has pensado poner algo de Daredevil en tu serie de Daredevil? Es por lo menos inquietante que la serie se ocupe, como lo ha hecho los últimos tres episodios, de un superhéroe que trata de no ser superhéroe y de un villano que trata de no ser villano.

Fisk

Habrá qué ver cómo progresa el asunto. Mientras tanto, ¿Cómo te atreves, Marvel, a usar We built this city como una forma de tortura? Fisk nota a cada paso que la política no se mueve tan rápido como el submundo criminal que alguna vez dirigió.

Matt investiga el caso Ayala. La manera en que encuentra el casquillo de bala ya roza lo supernatural. Lo cierto es que ese hallazgo lo pone en el rastro del homicida y es así que se produce el muy anticipado encuentro del héroe -en uso de buen retiro- con Frank Castle, aka Punisher.

Punisher

Castle saluda a Matt a punta de hachazos, pero basta un breve intercambio para entender que no fue él quien cobró la vida de White Tiger. Es, con sinceridad, un alivio.

Castle, descubrimos, pasa por un mal momento y su diálogo con ‘Red’, que vivió siempre su faceta de héroe con una mirada radicalmente distinta del mundo, está al nivel que nos acostumbró a esperar la serie de Netflix.

Demonios, Frank Castle es mejor terapeuta que la doctora Glenn. Sus líneas, una vez más, están magistralmente escritas y golpean a Murdock como puños.

La ausencia de Daredevil y de Kingpin se siente como un resorte esperando ser liberado. Es, ciertamente, una fuente de tensión, y de nuevo la pregunta es cuánto habrá qué esperar.

Bueno, a lo mejor no tanto, porque ahí está Matt mirando su colección de cascos de Daredevil y probando de nuevo su bastón, y ahí está Fisk frente al Conejo banco en una nevada, la pintura que marcó su arco en la serie de Netflix, haciéndole a Adam la El Secreto de sus Ojos. El alcalde, resulta, cumplió su promesa de no matar al amante de su esposa, pero el castigo que le impuso es, en retrospectiva, mucho peor.

Entonces, cuando parecía haber terminado, el episodio regresa a Muse y a su pertubadora relación con la sangre. Ya es hora de desarrollar a este villano que, por ahora, es puro potencial.

Los dos personajes que mueven esta serie se han estrellado con los límites del sistema. Es solo cuestión de tiempo para que vuelvan a transitar por fuera de él.

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