El espacio se ha vuelto un poco más privado. Cuando el hombre pisó la Luna en 1969 lo hizo de la mano de recursos públicos: fueron científicos de la NASA —un organismo público— y dinero público los que sirvieron para alcanzar ese hito.
En los últimos años, esa filosofía ha cambiado. Las empresas privadas son ahora grandes protagonistas de esta singular nueva era de la carrera espacial, y han logrado algo especialmente importante: abaratar el coste de ese billete al espacio —este fin de semana nos ha asombrado el éxito de la misión Demo-2— y hacerlo por ejemplo más asequible que el que imponía Rusia con su cápsula Soyuz. ¿Cómo han logrado algo así empresas como SpaceX?
Ir al espacio es más barato gracias a las empresas privadas
La NASA estima que gracias a esta alianza ha ahorrado 30.000 millones de dólares en el desarrollo y construcción de su nueva nave espacial, una cifra que analizaban en Quartz y que dejaba claro el cambio de enfoque económico en esa carrera espacial que ahora estamos viendo resurgir.
El Space Shuttle que la NASA desarrolló para todo tipo de misiones espaciales —no solo tripuladas— acabó imponiendo riesgos claros: los trágicos accidentes de 1986 y 2003 hicieron que 14 astronautas perdieran la vida, y fueron decisivos a la hora de acabar retirando esta nave en 2011.
La NASA acabaría dependiendo de la cápsula rusa Soyuz para poder llegar a la Estación Espacial Internacional, algo importante teniendo en cuenta que ya había invertido 100.000 millones de dólares en ella. De repente Rusia se convertía en un incómodo e indispensable socio en esas misiones espaciales: la Soyuz daba preferencia siempre a cosmonautas rusos, y el billete del viaje espacial se ha incrementado de forma notable en estos últimos años, pasando de los 20 de 2010 a los 80 millones de dólares en la actualidad.
La NASA tomó cartas en el asunto y comenzó a desarrollar el programa "Commercial Crew" en el que daba la oportunidad a empresas privadas a desarrollar soluciones al problema. SpaceX, fundada en 2002, aprovechó la oportunidad. El cohete Falcon 9 y la nave espacial Dragon han sido el fruto de ese esfuerzo.
La llegada de empresas privadas a esa carrera espacial no ha estado exenta de obstáculos, ni mucho menos. La NASA tiene socios como Lockheed Martin y su nave Orion o Boeing con su cohete SLS (Space Launch System) que se han retrasado durante años y que han ido excediendo el coste que se había presupuestado. Aquí la culpa no solo la han tenido las empresas privadas como tales: el Congreso de los EE.UU. ha acabado dándoles menos dinero del que se había previsto.
Esa gráfica muestra como a pesar del coste de esos proyectos privados —que sobre todo están dedicados a los altos sueldos de los ingenieros implicados en esta tarea— la Crew Dragon de SpaceX ha sido especialmente asequible de desarrollar, y también lo será la Starliner de Boeing. Orion es más cara, sin duda, pero no es lo mismo poner a un humano en órbita que ponerlo en la Luna. Hay quien dice que es normal que sea más cara, pero no con esa diferencia.
En la imagen elaborada por Quartz se aprecia cómo la Starliner de Boeing hará que ese billete suba de precio, algo que Musk criticó tuiteando que "esto no parece estar bien".
La estimación del coste provenía de la Office of Inspector General (OIG) de la NASA, que afirmaba que en la Starliner sería de "aproximadamente de 90 millones de dólares" y de unos 55 millones de dólares para la Crew Dragon de SpaceX.
En Boeing no estaban muy de acuerdo con esa estimación, y daban un argumento interesante: mientras que la Crew Dragon puede llevar a siete astronautas, cuatro de ellos de la NASA, la Starliner "vuela con el equivalente a un quinto pasajero en carga útil para la NASA, así que el precio por asiento debería estar considerando que se usan cinco asientos". Incluso la NASA admitió que las estimaciones de la OIG debían tener en cuenta ese aspecto.
¿Por qué SpaceX ha logrado ser más barata que la opción rusa?
Los expertos apuntan que las razones que han permitido a SpaceX plantear una propuesta más barata que la que ofrecía Rusia con la Soyuz se debe a varios factores.
Uno de los más importantes ha sido el propio enfoque de SpaceX en este ámbito. Su filosofía iterativa ha permitido aprender de cada lanzamiento y pulir todos los elementos que contribuyen a perfeccionar y optimizar esas misiones, pero hay una clave más.
Se trata de la capacidad de usar elementos reutilizables. Los cohetes Falcon 9 son el ejemplo perfecto de esa reusabilidad, y desde que SpaceX demostró que las primeras etapas de esos cohetes eran capaces de volver a la Tierra para luego ser utilizados en posteriores misiones quedó claro que el coste de esos lanzamientos se reducía de forma considerable.
¿Cuánto? Es difícil responder a esa pregunta con exactitud —se habló de un 30% de descuento con respecto a cohetes desechables- , pero lo que está claro es que esa primera etapa supone buena parte del coste total del cohete Falcon 9 (cerca del 75%) y poder reutilizarla hace que con cada nueva reutilización se amortice más y más el coste de todo el lanzamiento.
El Falcon 9 Block 5, por ejemplo, es la quinta versión del vehículo de dos etapas que ha permitido llevar a la Crew Dragon a la ISS, pero es que este cohete llevaba reutilizándose desde su primera misión en mayo de 2018. Este era su lanzamiento número 29, y se espera que llegue a las 100 reutilizaciones.
Ha habido otro elemento clave en esa búsqueda de soluciones lo más efectivas en coste posible: que la NASA haya delegado en empresas privadas y haya dejado que estas básicamente "se peleen" por lograr ese objetivo.
Lograr esos contratos con la NASA es todo un éxito, y aquí tanto Boeing como SpaceX han tenido buen cuidado de que los costes no se disparasen, algo que en un enfoque más tradicional con empresas públicas suele ser frecuente.
El turismo espacial como vía de negocio pero cuidado, la Soyuz busca sustituta
Ya hablamos de cómo con el éxito de la misión Demo-2 de la NASA y SpaceX ha planteado un cambio de era para la carrera espacial estadounidense. Poder dejar de depender de la Soyuz rusa es importante, pero también lo es plantear un futuro en el que el turismo espacial sea factible.
Esa es desde luego la aparente intención de SpaceX, que tiene reservados cuatro de los siete asientos de la Crew Dragon para la NASA, pero que puede utilizar las otras tres por ejemplo para poner en órbita a turistas espaciales.
La empresa ya ha llegado a acuerdos con agencias de viajes espaciales para poner a la venta esos billetes tan singulares en el futuro, y había datos incluso que indicaban que esa opción sería usada por Tom Cruise para grabar una película en la ISS aunque eso plantea dificultades importantes.
Eso, sea como fuere, plantea desde luego una singular forma de amortizar la inversión de SpaceX, haciendo que esas misiones espaciales sean rentables. Es cierto que con el Shuttle se plantearon también ese tipo de propuestas, pero una de las primeras protagonistas de ese programa, Christa McAuliffe, murió en el accidente del Challenger en enero de 1986 y eso hizo que este tipo de programas se cancelaran.
Aunque la intención de SpaceX parece ser la de reactivar esos esfuerzos y plantear el turismo espacial como una opción cada vez más accesible, está por ver si lo logrará. Ciertamente lograr reutilizar los cohetes Falcon 9 es un elemento destacable de esa teórica propuesta, que irá más allá si SpaceX logra con Starship ese vehículo espacial totalmente reusable.
Rusia se queda aparentemente sin un cliente clave de su Soyuz, pero la agencia espacial rusa, Roscosmos, lleva años trabajando en Orel, la sustituta de la Soyuz que inicialmente se conocía como Prospective Piloted Transport System (PPTS) y que también recibió el nombre de Federation.
Para su desarrollo y construcción se han destinado 734 millones de dólares, lo que la hace teóricamente mucho más barata que la Crew Dragon que tenía un presupuesto de desarrollo de 2.600 millones de dólares en 2014.
Se espera que Federation esté completada en 2021 y que haga sus primeros vuelos a la ISS en 2023, pero el objetivo es lograr también usarla para alcanzar la Luna en 2024 o 2025. Su desarrollo está siendo complicado, no obstante: los retrasos y las sobrecostes también han sido frecuentes en esa iniciativa, que además está teniendo problemas técnicos inquietantes con el sistema de escape del vehículo.