La batata proviene de América del Sur y Centroamérica. Allí fue domesticada y explotada durante generaciones hasta que, con la llegada de los europeos, se expandió por todo el mundo. Sin embargo, cuando portugueses, ingleses, franceses y holandeses la llevaron a Oceanía se dieron cuenta que ya estaba allí. Había batatas creciendo en islas a miles de kilómetros de las costas americanas mucho antes de que Colón y sus muchachos avistaran la playa de Guanahaní.
No sólo eso, la palabra que las distintas lenguas polinesias usan para 'batata' se parece sospechosamente a la que se utilizaba en los distintos lenguajes andinos. Pero, ¿cómo es posible? ¿hubo contactos entre polinesios y americanos antes de la llegada de los europeos? Durante décadas, muchos investigadores han creído que sí, pero todos los intentos de demostrarlo acabaron en vía muerta.
Ahora un grupo de investigadores acaba de encontrar pruebas bastante concluyentes de que existió un contacto entre los antiguos polinesios y los nativos americanos de la región pacífica de Colombia. La Pinta, la Niña y la Santa María bajan un puesto más en el ranking de quién llegó antes a América.
Una descendencia compartida
Para conseguirlo, Alexander Ioannidis y su equipo de Stanford Medicine recolectaron los datos genéticos de más de 800 habitantes indígenas vivos de 15 grupos a lo largo de toda la costa pacífica (de México a Chile) y 17 islas polinesias para intentar rastrear señales de una ascendencia común. "Encontramos segmentos idénticos entre los nativos americanos y varias islas polinesias", explicaba Ioannidis. Es además "una evidencia concluyente de que hubo un solo evento de contacto compartido".
¿Qué significa esto? Básicamente que los polinesios y los nativos americanos se encontraron en un momento de la Edad Media (en torno al año 1200) y durante un tiempo hubo descendencia compartida. Siguiendo las líneas genéticas, todo parece indicar que el lugar de contacto fue en Colombia. Aunque también es posible que fueran los antiguos colombianos los que navegaran hacia la Polinesia, esta opción es menos probable a la luz de todo lo que sabemos sobre los nativos americanos.
Se cierra así uno de los grandes misterios de las migraciones humanas: porque a ambos lados del Pacífico hay esos parecidos razonables, pero improbables. "Si piensas en cómo se cuenta la historia de este período de tiempo, casi siempre es una historia sobre la conquista europea" explicaba Ioannidis. "Creo que este trabajo ayuda a reconstruir esas historias no contadas". Ahora podremos empezar a contarlas.
Imagen | Paolo Nicolello