Desde el cielo, la selva tropical más grande del mundo no es más que una infinita extensión de nada verde. Son centenares y centenares de hectáreas de copas de árboles que ocupan cada centímetro disponible con la clara intención de que la luz del sol no llegue nunca al suelo.
Por eso, hace un par de años, una pequeña avioneta realizó 800 viajes para mapear, utilizando un medidor láser, la selva desde el cielo. Intentaban estimar la biomasa del Amazonas; es decir, qué se ocultaba bajo las copas de los árboles. Y, efectivamente, se llevaron una sorpresa.
Bajo la nada verde
En una remota región del estado de Pará, la avioneta se topó con una anomalía: una concentración elevadísima de biomasa por metro cuadrado. Los sensores daban lecturas de hasta 500 veces más masa que en otros lugares. Trataron de darle sentido, pero lo único que encajaba era algo que no podía ser, todo el mundo sabe que no hay árboles gigantes en el Amazonas.
Pero Eric Bastos Gorgens creyó. Reunió un equipo de 30 personas y se internó en una zona de la selva tan aislada que ni siquiera había registros de tribus "perdidas". Buscaban un santuario imposible de árboles gigantes en un lugar del Amazonas que, posiblemente, nadie había pisado antes que ellos.
Y lo han encontrado. Los ingenieros forestales descubrieron una Dinizia excelsa que se alza 82 metros sobre el suelo rodeada por decenas de árboles de más de 70 metros. Todos los indicios señalan que hay árboles aún más grandes, pero no tuvieron tiempo de encontrarlos.
No es el árbol más alto del mundo. Ese se llama Hyperion y es una secoya de 115 metros situado al norte de San Francisco. Sin embargo, es un buen ejemplo de cómo nuestra tecnología para detectar este tipo de árboles ha evolucionado muchísimo en los últimos años.
Hyperion fue encontrado por casualidad por unos excursionistas en 2006 que reportaron un árbol que sobresalía entre los demás. Estaba en un rincón que el Parque Nacional de Redwood, en California, había comprado en 1978. Estaba, por así decirlo, mucho más accesible que el santuario amazónico.
Una tecnología para mirar lo que antes no podíamos ver
Y es que en los últimos años, las tecnologías láser para escanear en tres dimensiones la estructura de los árboles e incluso pesarlos con una precisión sorprendente han empezado a ser "mucho más accesibles". Desde sus 100.000 euros iniciales, los sistemas se han ido abaratando.
Hasta hace muy poco los árboles solo se podían pesar cortándolos. Cualquier peso distinto a ese era una estimación indirecta y, normalmente, poco específica. Pero con las nuevas tecnologías de evaluación de biomasa aérea se pueden identificar con precisión ramas pequeñas en un radio de casi un kilómetro.
Poco a poco, la tecnología nos está permitiendo acceder a los secretos mejores guardados de la Tierra. Algo que, en lugares como el Amazonas, solo se ha podido hacer con un inmenso coste personal. Quién sabe si uno de estos días nos damos de bruces con el mismísimo 'El Dorado'.