Microsoft anunció el fin de Skype y se siente, de verdad, como el fin de una era

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Era, en cierto modo, un secreto a voces. Tanto, que analistas e insiders lograron encontrar pruebas en el código de la app para Windows. El último día de febrero, Microsoft lo confirmó: Skype, el alguna vez popular servicio de videollamadas, dejará de funcionar en mayo, en favor de la más moderna y utilizada plataforma Teams.

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A pesar de sus ventajas iniciales, que para muchos habrían hecho lógico que saliera vencedora, Skype luchó por mantener su posición de liderazgo.

La pandemia no hizo sino cerrar su destino, cuando los usuarios favorecieron las alternativas, más especializadas y con integraciones más estrechas con los flujos de trabajo empresariales. Skype se volvió menos central para la revolución de la comunicación que alguna vez impulsó.

De cómo Skype cambió el mundo

A principios de la década de 2000, Internet todavía estaba encontrando su lugar, y la idea de hacer llamadas de voz a través de la web se consideraba futurista en el mejor de los casos.

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Pero entonces llegó Skype y todo cambió. Es probable que a las nuevas generaciones hoy les resulte obvia la idea de la comunicación instantánea cara a cara y gratuita, pero fue la que redefinió la forma en que nos conectamos.

Lanzada en 2003 por Niklas Zennström y Janus Friis, dos emprendedores europeos (el primero es sueco y el segundo, danés) que habían creado previamente Kazaa, un servicio de intercambio de archivos peer-to-peer, el impacto de Skype fue casi inmediato.

Al aprovechar el poder de la voz sobre protocolo de Internet (VoIP), Skype permitió a los usuarios realizar llamadas de voz y video a través de Internet de forma gratuita, una idea que en ese momento parecía demasiado buena para ser verdad.

Los días de las costosas llamadas de larga distancia y las costosas facturas telefónicas internacionales parecían contados. Para los periodistas, súbitamente todas las fuentes eran alcanzables, sin cargos de larga distancia, siempre que tuvieran una conexión de banda ancha.

Pero lo que diferenciaba a Skype de sus competidores no era solo su capacidad para hacer llamadas, sino su interfaz fácil de usar. En una época en la que la mayoría de la tecnología parecía complicada e intimidante, Skype simplificó las cosas.

También fue una de las primeras plataformas en adoptar y promover la videollamada como una forma de comunicación a gran escala. La tecnología de videoconferencia, es cierto, ya existía, pero generalmente estaba reservada para el mundo corporativo y requería equipos costosos y complicados.

Así fue que Skype se volvió, más que un producto, un fenómeno cultural y la palabra se convirtió -al menos en inglés- en un verbo, como lo hicieron en su momento Google… y Zoom.

Ascenso y caída

En lo que concebiblemente fue la cima de su éxito, en 2011 el éxito de Skype llamó la atención de Microsoft, que adquirió la compañía por 8.500 millones de dólares.

La adquisición le dio a Skype el respaldo de una de las compañías tecnológicas más poderosas del mundo, impulsándola al mundo de las comunicaciones empresariales a través de productos como Microsoft Teams y Office 365, pero la integración con el ecosistema puso de relieve sus falencias y eventualmente emergió un sucesor.

Microsoft intentó, es verdad,  revivir Skype agregando funciones como videos cortos o la aplicación de chat de IA Bing, la precursora de Copilot. Pero fue demasiado poco demasiado tarde. La empresa mantuvo la plataforma segura a punta de parches pero la última actualización -en mayo del año pasado- tenía un tufillo a cuidados paliativos. Desde diciembre, ya no es posible comprar los llamados "créditos" de Skype.

El concepto de "remoto" se normalizó, la presencia virtual se volvió cada vez más común y surgieron nuevas formas de colaboración digital sin las cuales, es, preparando el escenario para las plataformas modernas de video y voz que dominan nuestro trabajo y nuestra vida personal en la actualidad.

El concepto de "remoto" se normalizó, la presencia virtual se volvió cada vez más común y surgieron nuevas formas de colaboración digital sin las cuales, el impacto de la pandemia del COVID 19 habría sido mucho más fuerte.

De hecho, Skype fue precursor de lo que ahora conocemos como la revolución del trabajo remoto. Hoy en día damos por sentado la posibilidad de participar en una llamada de Zoom o Microsoft Teams, pero Skype sentó las bases para este tipo de espacio de trabajo digital, ayudó a normalizar la idea del trabajo remoto y abrió las puertas a un nuevo tipo de fuerza laboral global.

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