En ratones, como en muchas otras cosas -dicen-, el tamaño importa. Y teniendo en cuenta que solemos tener uno en nuestras manos unas cuantas horas al día, utilizar uno con el que trabajes y juegues a gusto es más importante de lo que podría parecer.
Afortunadamente en el ámbito de los ratones hace mucho que los fabricantes ofrecen tamaños, formas y prestaciones para todos los gustos, pero al menos en mi caso hay una cosa clara: el ratón grande, ande o no ande. Mejor que ande, eso sí. ¿Y en el vuestro?
Una historia de roedores (más o menos)
Es probable que muchos usuarios no se preocupen demasiado por este apartado: un ratón, al fin y al cabo, es solo eso. Todos funcionan de forma muy similar, y cualquiera de estos periféricos, incluyendo los más básicos, cumplen con esa función.
Pero en como en casi todo, hay aspectos que pueden mejorar esa experiencia y que convierten ciertos ratones en periféricos con lo que uno trabaja o juega mejor. No porque produzca más o consiga ganar enteros en juegos competiivos (aunque puede ayudar) sino porque la sensación es la de que con ese ratón trabajamos y jugamos más a gusto.
En mi caso la diferencia no radica tanto en la tecnología que utlizan estos ratones, su precisión o su tecnología de conexión. En mi caso la diferencia está fundamentalmente en el tamaño y la forma.
No tengo las manos especialmente grandes, pero he probado muchos ratones a lo largo de los años y poco a poco me he dado cuenta de que los ratones grandes eran, al menos en mi caso, mucho más cómodos tanto para trabajar como para jugar.
No recuerdo demasiados modelos, pero sí que todo empezó con el ratón original del Amiga 500, que por mucho encanto que tuviera no era especialmente ergonómico o cómodo.
Cuando me compré mi mprimer PC tampoco prestaba mucha atención a este periférico, pero años después acabé haciéndome con un Microsoft Explorer Mouse con BlueTrack, aquella tecnología que permitía que el ratón funcionase sobre muchas más superficies, incluyendo "moquetas, madera, granito o mármol".
La tecnología BlueTrack cumplía su promesa, desde luego, -recuerdo prescindir de la alfombrilla que hasta entonces era casi siempre obligatoria-, pero lo que me conquistó de aquel ratón fue lo bien que se adaptaba a mi mano.
Cuando se estropeó y busqué opciones, Microsoft había dejado en segundo plano este tipo de ratones, pero había un candidato claro para sustituirlo: el Logitech MX Master, que apareció en 2015 y que tras generar muchas expectivas demostró en nuestro análisis que parecía una excelente opción.
No tenía muy claro que gastar 100 euros en un ratón fuera una decisión acertada, pero cinco años después el ratón sigue funcionando como el primer día y está más que amortizado.
Me gustó tanto, de hecho, que antes de que apareciera su primera iteración, el MX Master 2S (el MX Master 3 es aún más reciente, acabé comprándome un segundo MX Master al verlo muy rebajado. Sigue en su caja, esperando por si algún día el actual se acaba estropeando.
Es un ratón perfecto para mí en muchos apartados, pero no en todos. Para jugar, por ejemplo, me resulta algo incómodo, y por eso acabé comprando un ratón con un enfoque más gaming para ese ámbito. Elegí un Razer Abyssus que tenía buenas críticas y que también vi en una oferta, pero el problema es que tengo en mente cambiarlo precisamente porque no es muy grande.
No juego mucho así que por ahora no es un tema que me inquiete, pero si alguna vez me decido a ello, lo tengo claro: ratón grande, ande o no ande. Seguro que tenéis alguna recomendación, y seguro que también tenéis vuestras particulares filias y fobias con ratones. ¿Os animáis a compartirlas?