El conector USB-C parecía la solución última a nuestros problemas de conectividad. Parecía que iba a conquistar el mundo en dos patadas, pero de eso nada: somos animales de costumbres, y cambiar nuestros preciados puertos USB de toda la vida nos está costando más de lo esperado.
En los últimos tiempos la situación parece haberse acelerado. La mayoría de smartphones del mercado utilizan ya este conector, y ahora comenzamos a verlo también a menudo en PCs, portátiles y tabletas de diversos fabricantes.
USB-C como puerta de conexión a distintos estándares
El camino no está siendo precisamente fácil para el conector USB-C, que llegó con unas expectativas fantásticas gracias a su diseño de puerto reversible y unas propiedades físicas que permitían usarlo como "pasarela" para diversos estándares.
De hecho a menudo se confunde a USB-C con los estándares USB que especifican cómo y a qué velocidad se transfieren los datos o la corriente que suministramos por este puerto.
En realidad USB-C es un conector que se puede usar para distintos interfaces de conexión, y de hecho lo hemos visto en dispositivos y productos que hacen uso de distintas versiones del estándar USB (USB 2.0, USB 3.0, USB 3.1 Gen 1, USB 3.1 Gen 2, USB 3.2), pero también al estándar Thunderbolt 3.
No solo eso: ya se ha finalizado la definición de la especificación USB4 (no USB 4.0 o USB 4), la próxima y prometedora versión del estándar, y como era de esperar el conector que se aprovechará en esos dispositivos será el USB-C.
Una evolución lenta pero inexorable
Los primeros en adoptar el puerto USB-C fueron los smartphones, que poco a poco fueron sustituyendo el tradicional conector Micro USB (USB Micro-B) para convertirse en los más extendidos en estos dispositivos.
Estos conectores se han convertido de hecho en una seña de indentidad para terminales "modernos", aunque su integración en nuestros dispositivos ha tenido una consecuencia singular: en diversos casos ha venido asociada a la pérdida del puerto de auriculares, el célebre conector de 3,5 mm que ahora los fabricantes no incluyen para dar la opción de usar auriculares con este conector o bien con un adaptador de USB-C a 3,5 mm adicional.
Esa conquista de los dispositivos móviles ha sido relativamente rápida, pero la cosa ha ido más lenta en el caso de PCs y portátiles. Aunque algunos fabricantes han apostado por este conector de forma clara —Apple lo ha hecho en sus MacBook— otros se han resistido a esa integración.
Microsoft ha sido por ejemplo uno de los casos más célebres, y durante bastante tiempo defendió que el mercado no estaba aún preparado para el conector USB-C y no lo integró en la mayoría de sus equipos hardware. Acabó haciéndolo, primero en los Surface Book 2 y los Surface Go, y recientemente también lo ha incluido con los nuevos Surface Pro 7 y los Surface Laptop 3, lo que supone un espaldarazo importante a este tipo de puertos de conexión.
No todo es bonito en un conector algo caótico
Esa integración está siendo no obstante complicada. USB-C está lejos de ser perfecto y existe una confusión importante sobre qué se puede hacer con el conector en cada caso. ¿Puedo cargar mi ordenador a través de ese puerto? ¿Conectarle un periférico USB 3.0, 3.1 o 3.2? ¿Conectarle un periférico Thunderbolt 3?
El organismo que se encarga de desarrollar el estándar —el USB-IF (USB Implementers Forum)— no ha ayudado demasiado a clarificar la situación y los conectores no suelen mostrar muchas pistas de para qué pueden ser usados o con qué periféricos son totalmente compatibles, y aunque la compatibilidad hacia atrás es la norma, lo ideal es consultar qué interfaz usa el conector para saber cómo podremos aprovechar el puerto USB-C de ese equipo o dispositivo en cuestión.
No hay por tanto un conjunto de etiquetas identificativas que ayuden a solucionar el problema, aunque el USB-IF sí cuenta con una serie de recomendaciones (el documento PDF está aquí) para que los fabricantes hablen de este puerto de una forma adecuada. Por ejemplo, que identifiquen si ofrece la capacidad Power Delivery, qué velocidad de transferencia ofrece o si es compatible con USB 3.2 como última versión del estándar.
Una mala transición que no favorece a los usuarios
Hay otros problemas derivados de esa conquista del puerto USB-C, claro: no todos los periféricos están ni mucho menos adaptándose al nuevo conector, y por ejemplo es curioso cómo el segmento de las memorias flash en formato USB (los pendrives de toda la vida) siguen usando mayoritariamente el conector USB-A aunque hay modelos con conector dual y algunas que sí van ofreciéndose con el conector USB-C.
También ha habido muchas quejas con el llamado #donglelife, esa situación en la que un fabricante ofrece un equipo con un solo puerto USB-C y sin más conectores adicionales, lo que obliga a comprar un dongle o hub con puertos adicionales si queremos conectar por ejemplo una tarjeta SD, un monitor HDMI o uno de los citados pendrives o un disco duro externo vía el conector tradicional USB-A.
De hecho muchos fabricantes no facilitan demasiado esa transición y apuestan por uno o por otro cuando quizás en estos momentos lo más deseable es poder tener tanto un puerto USB-A como un puerto USB-C. Hay fabricantes que lo hacen, claro, pero otros como Apple no parece querer ya oír hablar demasiado de los puertos USB-A y sus últimos MacBook Air, MacBook Pro solo apuestan por puertos USB-C.
Y sin embargo, la situación va mejorando
A pesar de todas esas trabas, la presencia del puerto USB-C es cada vez mayor, lo que consolida su situación y plantea un futuro prometedor para un tipo de conector que desde luego no ha empezado su andadura con muy buen pie.
De hecho la adopción se ha acelerado en los últimos meses, y hemos visto cómo fabricantes que no lo integraban en algunos de sus equipos han comenzado ya a hacerlo.
Hablábamos del caso de Microsoft con sus últimos Surface Pro 7 y Surface Laptop 3 (en ambos casos hay puerto USB-C, pero también puerto USB-A), pero no son los únicos en aprovechar este conector, que ha hecho su aparición en las nuevas tabletas de Amazon, las Fire HD 10.
Incluso Apple ha dado un paso adelante en los iPhone 11 Pro, y el adaptador de corriente ya no usa un cable de USB-A a Lightning, sino que ese cable es de USB-C a Lightning. El iPhone 11 se queda atrás y Apple mantiene el adaptador de carga 5 W, pero los modelos superiores sí que aprovechan este conector para habilitar esa carga rápida 18 W.
Se habla incluso de la posibilidad de que Apple abandone Lightning para los iPhone definitivamente en el futuro cercano: ya lo ha hecho en los iPad Pro, por ejemplo aunque ese puerto sigue utilizándose en los iPad que actualizó en septiembre de 2019.
Esa adopción se extiende además poco a poco a otros dispositivos. Hace tiempo que nos tientan las tarjetas gráficas externas que se conectan vía Thunderbolt 3 y conectores USB-C a portátiles compatibles, pero el pasado CES de 2019 vimos por ejemplo cómo los monitores con conexión USB-C comenzaban a ser tendencia. El segmento de los auriculares poco a poco va aprovechando esta opción también, aunque aquí sigue habiendo debate sobre la verdadera necesidad de abandonar un puerto que sigue teniendo mucho sentido para un enorme número de usuarios.
Así pues, nos encontramos ante una situación cada vez más favorable para esa conquista definitiva de un conector que aun teniendo sus defectos -la confusión que genera es probablemente el mayor de ellos- parece claramente destinado a conquistar nuestro mundo. Parece que tendremos que tener un poco más de paciencia hasta que lo logre, pero los fabricantes están allanando ese camino poco a poco.