La aventura del telescopio espacial Hubble, que le dio a la humanidad imágenes asombrosas de los confines del espacio, estuvo a punto de convertirse en una pesadilla prácticamente antes de empezar.
Lanzado con bombos y platillos en 1990, las primeras imágenes que envió a la Tierra revelaron un alarmante borrón en lugar de la claridad prometida. Un error minúsculo, una escama de pintura desprendida, había condenado al gigante de 2,4 metros a una miopía catastrófica.
Pero la historia no termina ahí. La NASA, en una maniobra audaz, se lanzó a una misión de rescate sin precedentes. En diciembre de 1993, hace 30 años, siete astronautas despegaron en el transbordador Endeavour, en la misión STS-61, dispuestos a convertirse en los primeros 'optómetras espaciales'.
Durante cinco caminatas espaciales, consideradas las más peligrosas hasta el momento, los héroes de la NASA instalaron unas "gafas" correctoras -un mecanismo de enorme complejidad llamado COSTAR- y reemplazaron la cámara principal por un modelo más sofisticado.
Fue una cirugía que ocurrió a velocidades exhorbitantes, con la Tierra como telón de fondo. Cada movimiento, cada herramienta, cada respiro dependía de una coreografía precisa, practicada durante meses en tanques de flotabilidad submarina.
Y el resultado fue un milagro. Cuando Hubble volvió a mirar el universo, lo hizo con una visión 20/20. Las imágenes borrosas dieron paso a galaxias espirales de colores vibrantes, nebulosas cósmicas que brillaban como joyas y cúmulos estelares en una danza cósmica.
Más allá de salvar al Hubble, la misión demostró la audacia y la capacidad de la NASA para resolver problemas aparentemente irresolubles. Se convirtió en un símbolo de resiliencia científica y en un hito crucial para la exploración espacial.
Desde entonces, el Hubble ha seguido abriendo ventanas a lo desconocido, observando planetas en otros sistemas solares, descubriendo los primeros agujeros negros supermasivos y capturando la formación de estrellas y galaxias.
Incluso con la llegada del telescopio espacial James Webb, el Hubble sigue siendo un instrumento clave. Solo en los últimos 12 meses, el Hubble ha observado los cambios en el clima y las estaciones en Júpiter y Urano, ha descubierto que el material que cae de los anillos de Saturno está calentando la atmósfera del planeta, ha detectado un cuásar doble de cuando el universo tenía solo 3.000 millones de años y ha medido que el tamaño del exoplaneta en tránsito más cercano es 1,07 veces el diámetro de la Tierra.
La historia del Hubble es una historia de errores, ingenio y triunfo. Y, en este 30 aniversario, es un recordatorio de que la ciencia no siempre sigue un camino recto.