A partir de hoy y por dos semanas, Madrid será la sede de la COP25 Chile, la 25ª Conferencia de las Partes. Es decir, el máximo órgano de decisión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Y, por esta cercanía geográfica, durante los próximos días los medios españoles hablarán constantemente de la COP25 de Madrid, pero ¿Qué podemos esperar de ella?
Lo que se cuece en Madrid
Hace cuatro años, en Paris, la COP21 consiguió aprobar unos acuerdos que sustituirían al famoso (y polémico) Protocolo de Kioto. Los Acuerdos de París entrarán en vigor el próximo 1 de enero, por lo que esta cumbre conlleva el punto final de Kioto y, sobre todo, el comienzo de la nueva "época climática" de París.
¿Qué podemos esperar de todo esto? A priori, podíamos pensar que mucho. Lo cierto es que a día de hoy el Acuerdo de París sigue siendo, eminentemente, un cajón de sastre poco definido. El mundo no tiene planes claros, por lo que esta cumbre podría servir para llegar a ello. Sin embargo, las cosas del cambio climático van despacio.
Así, lo cierto es que podemos esperar poco de la COP25. La cumbre importante, si me permitís la licencia, será la que el año que viene se celebrará en Glasgow. Allí, tras años de trabajo y con algo de suerte, se definirán los planes para cumplir con París. En ese sentido, la cumbre de Madrid va a ser una cumbre "de preparación" de cara a Glasgow. Las negociaciones están orientadas fundamentalmente a que el año que viene los países sean más ambiciosos.
Esto, como os podéis imaginar, genera paradojas: un Reino Unido que debería estar interesado en atraer a esos países al redil climático, pero que, a la vez, está alineado (mitad por el Brexit, mitad por convicción) con los Estados Unidos de Trump; una China que pese a liderar las emisiones (y seguir construyendo plantas térmicas) quiere liderar la política internacional contra el cambio climático; países en vías de desarrollo que, como Brasil o la India, han cambiado sus alineamientos en los últimos años; y un núcleo duro liderado por los productores de petróleo que apuesta fuerte por ir frenando las iniciativas hasta que sepan cómo salir del atolladero en el que están.
Así que se esperan largas negociaciones, anuncios sin demasiado contenido y mucha mucha escenificación. Al fin y al cabo, buena parte de lo que veremos estos días se resume en "consumo interno": todos los actores son conscientes de lo que se está jugando en Madrid y tienen muy pocos incentivos para salirse del patrón. Por eso, si queremos saber qué está pasando, tendremos que mirar los documentos más técnicos y los movimientos estratégicos. Bajo el gris soporífero de la superficie de la Cumbre se juega la partida real, estaremos atentos para ver qué es lo que se cuece.