A principios de 2019, Berkeley (una pequeña ciudad al este de San Francisco) aprobó una regulación que obligaba a todas las cafeterías de la ciudad a cobrar 25 centavos a los clientes que quisieran el café en vasos desechables. Cosas californianas, podríamos pensar. Pero no lo parece: la legislación de todo el mundo camina (y rápidamente) hacia la prohibición. Europa en 2021 o India en 2022 son los mayores ejemplos.
Y no, no se puede decir que sea una sorpresa: todo el mundo sabía que el problema de los vasos desechables era una bomba de relojería. Algunas de las grandes empresas de alimentación llevan años trabajando en encontrar una alternativa. Nada ha funcionado como nos gustaría y se acaba el tiempo.
El negocio milmillonario del café para llevar
¿Tan grande es el problema? Como explican Emily Chasan y Hema Parmar, se calcula que solo en EEUU se utilizan 120 mil millones de tazas desechables de café cada año. Esto sería, aproximadamente, una quinta parte del total mundial. Hablamos, por si hay alguna duda, de cifras enormes. Pero para entender el problema en toda su dimensión necesitamos un dato más: solo un 0,25% se recicla; es decir, el 99,75% de esos vasos terminan en la basura.
Es un problema medioambiental, sí. Pero también uno empresarial. Starbucks usa, cada año, unos 6 mil millones de tazas. Dunkin’ está en unos mil millones (y creciendo por su giro de los últimos años hacia el café). Faltan datos globales, pero a poco que nos ponemos a imaginar descubrimos que es un enorme problema para todas las cadenas de comida rápida. Entre Starbucks, Dunkin y McDonald’s venden cerca de 20 mil millones de dólares en café.
Una prohibición o una iniciativa como la de la ciudad de Berkeley podría suponer un 'destrozo' económico importante para el que no tienen alternativas. A día de hoy no hay nada que pueda sustituir a esos recipientes. Y ese, quizás, sea el principal motivo de que no le hayan metido mano al asunto pese a generar 20 veces más residuos que las bolsas de plástico. Pero, a medida que pasan los años, los legisladores se impacientan.
¿Reutilizar? ¿Por qué no? La alternativa más sencilla serían las tazas personales reutilizables (esa especie de termos que podemos llevar en mochilas, maletines y bolsos). El problema es que son un infierno logístico para las empresas y una molestia considerable para una población no acostumbrada a utilizarlas. Hace como una década, Starbucks se puso como objetivo incentivar el uso de estas tazas y llegar a servir en torno al 25% de todo su café en ellas. Desde entonces ese porcentaje no ha dejado de bajar
¿De verdad no hay más iniciativas? Ninguna obvia. Dunkin, por su parte, lleva más de una década buscando un sustituto para las tasas desechables. Pero ninguna opción parece suficientemente buena. Casi todas las alternativas se basan en una mezcla de fibras y plástico que sí, son técnicamente reciclables; pero que, a nivel práctico, las redes de reciclado de la mayor parte del mundo son incapaces de absorber.
En busca de la copa del futuro. McDonald’s, Starbucks, Coca Cola, KFC, Pizza Hut, Taco Bell y Nestlé, entre otras empresas, crearon el NextGen Cup Challenge una iniciativa que ponía 10 millones de dólares sobre la mesa para tratar de acelerar el desarrollo de la taza del futuro. A finales de mes se anunciaron los primeros 12 prototipos. Las ideas son simpáticas, aunque no está claro que puedan ser opciones de futuro a corto plazo.
¿Qué pasará? Tampoco está claro del todo. Pero estas pequeñas carreras contrarreloj son una de las maravillas del mundo tecnológico: cuando la necesidad y el riesgo de perder un negocio milmillonario, hace que las empresas e institutos de investigación pongan toda la carne en el asador. Nos queda poco menos de dos años para conseguir un nuevo estándar en la industria del café para llevar: estaremos atentos porque va a ser interesante.