Las teorías apuntan a que la extinción de los dinosaurios ocurrió en parte debido al impacto de un gran meteorito y son muchos los registros de fragmentos provenientes el espacio que han impactado en nuestro planeta. Ahora tenemos bastante controlado qué se cuece más allá de nuestra exoesfera y qué cuerpos celestes se nos pueden acercar, pero ¿tenemos un plan en prevención del impacto de asteroides en la Tierra? Los tenemos, y en pocos años se pondrán a prueba.
Que el riesgo de impacto es real nos lo recuerdan los astrónomos de una institución u otra de vez en cuando, como los del MIT en 2011, y de hecho la NASA tiene la Oficina de Coordinación de la Defensa Planetaria (Planerary Defense Coordination Office), que se ocupa de tratar estos asuntos, y un programa específicamente dedicado a la monitorización de esos pedacitos del espacio, el Sentry.
Así nos defenderemos (o al menos eso vamos a comprobar)
¿Y qué es lo que se plantea para la destrucción de un asteroide que se dirija a la tierra? Aquí hemos de aparcar un poco las ideas de superproducción de ciencia-ficción, aunque no demasiado como veremos. Hasta el momento se ha hablado de tres técnicas posibles basadas en la deflección, aunque la que más fuerza tiene es la primera.
- Técnica de impactador cinético: es decir, impactar una nave para cambiar la velocidad y la trayectoria. La NASA ya lo hizo, aunque involuntariamente. Impactó una nave en un cometa en la misión Deep Impact, pero no querían cambiar su trayectoria, sino estudiar su superficie. No obstante cambiaron su órbita del cometa y su velocidad (unos 0,00005 milímetros/segundo).
- Tractor de gravedad: se basaría en una nave que maniobrara en dirección determinada durante un periodo largo de tiempo (años o décadas) de modo que por gravedad pudiese ir echando al mismo de su trayectoria hacia la tierra, aunque explica la NASA esto probablemente no sería efectivo con asteroides de más de 500 metros de diámetro, los cuales precisamente serían los que supondrían una amenaza.
- Opción nuclear: como planteamiento existe, según Lindley Johnson, de la Planetary Defense Coordination Office, pero asegura que es la que menos se plantean usar. ¿Recordáis la película 'Armageddon'? Pues por ahí irían los tiros, quitando los elementos de producción de Hollywood e inyectando una buena dosis científica.
Decíamos que la primera opción es la más factible porque, de hecho, es la que van a probar si no hay cambios en la planificación. Así, la NASA y la ESA quieren poner a prueba un sistema para desviar un asteroide en el caso de dirigirse hacia nuestro planeta mediante un impactador cinético, acompañado de una nave de reconocimiento.
La misión en concreto se llama AIDA, en la cual participarán dos aeronaves: la DART (Double Asteroid Redirection Test), de la NASA, y la AIM (Asteoid Impact Mission). ¿El "involuntario voluntario" para la prueba? El asteroide Didymos (65803), un asteroide binario (de ahí su nombre, "mellizos" en griego) con un fragmento de 160 metros (Didymos B) que orbita alrededor de otro de 780 metros (Dydimos A) que por sus características y ubicación se convierte en el mejor escenario y sujeto para la prueba.
El plan es que la DART impacte sobre Didymos B a una velocidad de 6 kilómetros/segundo, de modo que se estudie si hay un cambio de trayectoria y velocidad del pequeño sub-asteroide y pueda determinarse el impacto cinético y las posibilidades de este tipo de impacto como método para desviar asteroides que vayan a colisionar inevitablemente con la Tierra. Para ello, la DART usará el sistema de propulsión solar eléctrica NEXT-C de la NASA, de modo que sea capaz de alcanzar una ventana de lanzamiento lo suficientemente amplia y pueda reducirse el coste del lanzamiento.
La misión de la AIM es llegar antes del impacto de DART para realizar un estudio del asteroide binario, con imágenes de alta resolución así como de parámetros físicos como la masa, la densidad y la estructura de las dos partes. Posteriormente se quedará como espectadora privilegiada del impacto a una distancia segura examinando el material que se emita con el choque, el cráter resultante y si se transfiere masa de un fragmento a otro.
Didymos es un buen objetivo, o lo será mejor dicho, dado que pasará "cerca" de nuestro planeta (considerando la relatividad adverbios de distancia a nivel del espacio exterior), a unos once millones de kilómetros de distancia. Algo que ocurrirá en octubre de 2022 y también en 2024, lanzándose la AIM en octubre de 2020 y la DART en diciembre de ese año.
No money, no party
Por su parte el CSIC también publicó acerca de un trabajo sobre el impacto de un proyectil sobre un asteroide. En este caso se centraron en el asteroide Cheliábinsk, el cual explotó el 15 de febrero de 2013 sobre la ciudad rusa con ese nombre tras atravesar la atmósfera.
El estudio de la composición química de Cheliábinsk permitió, según Josep Maria Trigo, investigador del CSIC, obtener datos muy relevantes para una posible misión de impacto como AIDA, como la dureza, la elasticidad y la resistencia de los materiales que forman el asteroide. Los experimentos se realizaron con un nanoindentador, un instrumento que posee un pequeño pistón acabado en una cabeza de diamante que genera muescas en el material y mide la profundidad alcanzada y la recuperación plástica del mismo.
Sobre AIDA, lo último que sabemos es que que DART está siendo diseñado y construido en el Laboratorio de Física Aplicada John Hopkins en Laurel, Maryland (EEUU), si bien habrá que ver que no haya cambios en los presupuestos dado que según especifica la NASA DART no se especifica en el de 2018, y recientemente supimos de que la falta de fondos afectaría a las misiones de Marte.
Veremos si no hay cambios y si en pocos años vemos si somos capaces de desviar trayectorias (voluntariamente y de manera controlada). Mientras tanto las agencias van preparando a su personal en el caso de que esas películas de Hollywood de impactos al final se hiciesen realidad.
Imagen | NASA
En Xataka | Esta nueva herramienta ya está ayudando a la NASA a detectar antes los asteroides que más se nos acerquen