La NASA quiso crear nubes artificiales, pero no para emular a la naturaleza o por lo vistoso que ha resultado ser, sino para estudiar varios fenómenos atmosféricos. Os lo contamos en febrero, cuando explicaban la misión, y tras algunos imprevistos anoche por fin el cohete de la NASA pudo crear unas espectaculares nubes artificiales.
¿Por qué decimos eso de "tras algunos imprevistos"? Porque el vuelo lleva posponiéndose desde mayo precisamente... Porque había ya nubes (y malas condiciones climatológicas en general, como vientos y tormentas). Así, tras diez cancelaciones el vuelo pudo realizarse y el resultado para nosotros (los no ingenieros de la NASA) es un espectáculo visual muy curioso y que recuerda a las auroras boreales naturales en ciertos aspectos.
De auroras va la cosa
El cohete Terrier Malemute despegó a las 4:25 de la mañana de ayer (en franja horaria EDT) desde las instalaciones Wallops Flight de la NASA en Virginia. Instalaciones que existen desde 1945 y en las que actualmente se realizan programas de investigación suborbital como éste de las nubes artificiales.
El vuelo fue corto, de unos ocho minutos, y durante el mismo se expulsaron diez contenedores del tamaño aproximado de una lata de refrescos. Esta expulsión es la que provocó los vapores que se vieron en el cielo y tomaron tonos verdes, rojos y azules, que según explica la NASA se vieron desde Nueva York hasta Carolina del Norte.
Como dijimos en su momento, la intención de lo que parece un regalo para la vista de los curiosos es en realidad una prueba para el estudio de cómo responde la ionosfera con estas nubes, de modo que se pueda conocer con más exactitud qué ocurre en el interior de un arco de aurora. Las sustancias que provocan la reacción de colores son el bario, el estroncio y el óxido cúprico.
While you're sipping your morning coffee, check out this timelapse of the vapor deployment this morning.https://t.co/ZgGapgLBci pic.twitter.com/Vj81rOZWEc
— NASA Wallops (@NASA_Wallops) 29 de junio de 2017
El cohete voló a unos 190 kilómetros (en la termosfera, que va desde los 80 hasta los 500 kilómetros y es donde se producen las auroras y se realizan los vuelos suborbitales terrestres). En todo caso se trata de lanzamientos seguros que no tienen ningún riesgo para la salud, ni durante la expulsión de sustancias ni tras la reacción, y de hecho se trata de imitar lo que ocurre de forma natural en los cielos, con la ventaja de que el resultado es precioso (y sobre todo, útil).
En Xataka | Un cohete de la NASA creará nubes artificiales, pero no para que llueva: quieren conocer mejor las auroras