Coches conectados, botones que hacen pedidos al recibir una pulsación, plazas de aparcamientos que te avisan de cuando están libres... ¿El futuro? No, el presente: el llamado "Internet de las Cosas" ha dejado de protagonizar estudios y análisis y empieza a estar muy presente en nuestra vida cotidiana.
Recientemente se ha celebrado en Barcelona la primera edición del Internet Of Things Solutions World Congress, un evento centrado alrededor de los servicios, infraestructuras y demandas que implica el fenómeno del Internet of Things. Celebrado en el recinto Fira Gran Via de Barcelona, parece un primer paso hacia un evento que puede crecer (y mucho) en el futuro. Nos acercamos a verlo, y esto es con lo que nos hemos topado.
Salud: relojes y camisetas que nos cuidan
Los llamados wearables sólo son un primer paso: prendas como la camiseta WBM-Wearable Biosignal Monitor (en la imagen, desarrollada por Eurecat) son capaces de registrar en tiempo real nuestro ritmo cardíaco, nuestra temperatura o nuestra respiración. Van más allá del registro de actividad física: sus responsables afirman que también detectarán cambios en nuestro comportamiento y en nuestras emociones.
Este tipo de mediciones se comunican mediante protocolos inalámbricos con nuestro teléfono, y desde ahí pueden procesarse o enviarse incluso a nuestro médico para que tomen nota de cómo puede ir nuestra actividad física. De repente, gran parte del trabajo de los médicos puede recibirse en forma de datos directamente a la consulta sin la necesidad de pedir citas.
Otro ejemplo que puede servir tanto para deportistas del aire como para meteorólogos: un sistema de monitorización del viento a base de la instalación de varios molinos autónomos. Este de la imagen superior pertenece a una red francesa, con la que se obtienen datos en tiempo real del los vientos de todo el país. Son mediciones mucho más precisas que con los sensores que se han usado hasta ahora, y que se pueden obtener mucho más rápidamente.
Medio ambiente: invernaderos y panales de abejas inteligentes
Los sensores que aportan pequeñas cantidades de datos pero de forma continua y repetida también pueden aprovecharse para la agricultura y el medio ambiente. Un invernadero, por ejemplo, puede enviar datos en tiempo real sobre su humedad, su temperatura o la cantidad de dióxido de carbono presente en el aire. Y si alguna medición se va de los rangos normales, el aviso tardaría una fracción de segundo en enviarse al responsable adecuado. Los huertos, además, pueden aprovechar las mismas ventajas con sensores que midan la humedad de la tierra para saber dónde se necesita regar antes.
Hasta las abejas pueden beneficiarse de ello, y más ahora que su población disminuye: para un apicultor no hay nada mejor que saber si la temperatura, la humedad o la calidad del aire de un panal no tiene los valores correctos. Incluso podemos ver un vídeo en streaming directo del interior del panal, para ver si las abejas se están comportando correctamente dentro de su hábitat. Los insectos viven mejor y producen más, y el profesional puede estar menos pendiente para conseguir estos resultados.
Smart Cities: aparcamientos con sensores y recogida de basuras optimizada
Esto es algo que ya empieza a hacerse notar hoy mismo: aparcamientos con sensores en cada plaza que saben detectar cuando hay un vehículo en ésta. Esto hace que los sistemas informáticos del complejo sepan exactamente a dónde dirigir los coches que entran para que aparquen mejor y antes, evitando atascos dentro del aparcamiento. Seguro que habéis visto algo así en algunas grandes superficies (la última vez que lo vi fue en el centro comercial La Maquinista de Barcelona).
Pero este tipo de sensores (un ejemplo: los de Stickntrack) pueden tener muchas más aplicaciones en cualquier ciudad. Podríamos llegar a identificar mucho antes las rutinas de tráfico de una red de calles que suele sufrir embotellamientos en horas puntas, o por ejemplo reducir el número de camiones basureros haciendo que los propios contenedores de la basura avisen cuando estén llenos. Así esos camiones aparecerán en la calle sólo cuando sea necesario. De nuevo, Barcelona es una de las ciudades que está probando estos sensores dentro de los contenedores de la basura que funcionan a base de ultrasonidos.
Otro ejemplo de aplicación que puede hacer uso de estas ventajas: App & Town Compagnon, que se sirve de las ayudas de un móvil para verificar que una persona con algún tipo de discapacidad cognitiva (usuarios con ceguera, ancianos, pacientes con alguna enfermedad mental) está siguiendo bien una ruta predefinida.
Hogar inteligente: identificación segura y cerrojos automáticos
Los objetos de nuestra propia casa también pueden empezar a estar conectados. Ya hay soluciones domésticas como HomeKit de Apple, que nos permite integrar interruptores, luces o enchufes inteligentes con el iPhone y gestionarlos incluso con Siri. Todavía no es común, pero la simple acción de llegar a nuestra casa nos permitirá que ésta nos identifique correctamente y haga acciones como subir las persianas, encender ciertas luces, poner el aire acondicionado a una temperatura concreta y reproducir alguna canción. Esta es quizás la parte más conocida del Internet de las Cosas para el usuario general.
Trabajo inteligente: flotas de vehículos monitorizadas y sensores en oficinas
Por último, pensemos también en las implicaciones que esto puede tener en nuestro trabajo: si una empresa tiene una flota de coches o camiones, éstos pueden estar conectados y enviando información a una central acerca de cuánta gasolina están consumiendo, qué ruta han tomado, tomar medidas si el vehículo ha sido robado... datos que una empresa puede aprovechar para optimizar rutas y así consumir menos.
Aparte, los sensores en las oficinas también pueden tener su papel: ¿quién ha fichado y quién no? ¿Qué zonas de la oficina están a una temperatura más alta? ¿Ha detectado algo el sensor de movimiento de una sala donde no debería haber nadie? ¿Ese trabajador de ahí ya se ha levantado para estirar las piernas, que lleva horas sentado en la silla? ¿Y ese, se ha puesto el casco para poder manipular esas enormes cajas en el almacén? Sí, hasta los cascos pueden llevar sensores e identificadores para "chivarse" de si alguien se los ha puesto o no. La propia plantilla de empleados podría ir recibiendo avisos en su teléfono móvil, mejorando poco a poco sus hábitos. Yanzi comercializa este tipo de sensores para oficinas.
Datos, datos, datos
Fijaos como todo se radica en saber recoger datos de forma eficiente: ya sea a nivel doméstico o en forma de Big Data, esos datos que nos proporciona el Internet of Things esconden la clave para que en las ciudades hayan menos coches, se ahorre energía, se actúe más rápido en casos de emergencia y se optimicen todos los servicios. Se aprovecha lo que ya se tiene, pero de forma mucho más eficiente. Los cambios se adivinan en casi todos los rincones de nuestra sociedad.
Para las empresas es mucha oportunidad de mercado, y para el usuario el beneficio es evidente. Y es por eso que eventos como este IOT Solutions World Congress de Barcelona puede llegar a tener la importancia del Mobile World Congress a medida que pasen los años.
Imagen | wwworks
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