Ocurrió hace 7.000 millones de años, pero las noticias de aquello nos acaban de llegar: Un agujero negro unas 66 veces más masivo que nuestro Sol y otro, un poco más grande, con unas 85 veces más grande que nuestra estrella comenzaron a acercarse, girando rápidamente uno alrededor del otro varias veces por segundo, hasta chocar violentamente haciendo resonar todo el Universo. Se trataba de la colisión más masiva que nunca habíamos podido ver, pero no solo eso.
Porque esta enorme fusión caótica nos ha permitido observar, además, el nacimiento de uno de los objetos más esquivos del Universo: un agujero negro de masa intermedia. Algo que sospechábamos que existía, pero que los científicos habían sido capaces de encontrar.
Un nuevo tipo de agujero negro
Hasta ahora, los astrofísicos solo habían sido capaces de estudiar dos tipos de agujeros negros: los estelares, que eran entre cinco y 100 veces más masivos que nuestro sol, y los supermasivos, que vivían en el centro de las galaxias y eran miles de millones de veces más grandes.
Como decía, los astrónomos estaban convencidos de que tenía que haber algo intermedio, pero hasta el momento se habían mostrado muy elusivos. Ahora LIGO y Virgo han sido capaces de identificar uno de ellos (+). Es un descubrimiento realmente excitante porque rellena uno de los huecos que la astrofísica era incapaz de cerrar.