El segmento de las criptomonedas es uno de los que más ha dado que hablar, pero frente a las grandes referencias —actualmente, bitcoin y Ethereum— hay un nutrido grupo de tokens y altcoins, criptomonedas alternativas entre las que últimamente se oye hablar de forma destacada: Monero (XMR).
Esta criptomoneda nació en abril de 2014 con un propósito: el de aportar una alternativa centrada absolutamente en la privacidad y que además no estuviese basada (como muchas otras) en el código de bitcoin. Eso la ha convertido en una alternativa cada vez más atrayente en diversos ámbitos, pero sobre todo en un uno inquietante: el del cibercrimen.
Una criptomoneda diferente y muy, muy privada
Lo estamos viendo en esas botnets que se han descubierto en los últimos meses y que se encargan de hacer minería de Monero sin que los usuarios se enteren. No al menos a no ser que vigilen el consumo de recursos de sus procesadores.
Pero, ¿por qué Monero y no cualquier otra criptomoneda? razón es simple: Monero se caracteriza por ofrecer pagos imposibles de seguir y transacciones sin enlaces entre unas y otras.
¿Qué significa que no se pueda seguir un pago? Pues que para cada transacción que llega a un usuario todos los posibles remitentes son equiprobables. De forma similar la desvinculación de esas transacciones implica que si se analizan dos transacciones salientes, es imposible demostrar que las envió la misma persona.
En el anuncio oficial de la aparición de Monero se detallaban las bases de esta criptomoneda, que en lugar de derivarse de las conocidas bitcoin tomó como referencia el protocolo CryptoNote (PDF) y la criptomoneda Bytecoin (BCN), precisamente destacados por esas propiedades de nula trazabilidad y privacidad.
La desventaja de bitcoin en este ámbito es evidente: todas las transacciones entre miembros de la red son públicas, así que cualquiera de ellas puede ser trazada e identificados su origen y destino únicos.
Seguridad por oscuridad
En el caso de Monero, los fondos que recibimos o generamos no están en la dirección de la cartera digital que le damos a otros usuarios: en lugar de eso cada vez que recibimos un pago esos XMR acaban en una dirección desvinculada de todo y que se genera con números aleatorios. Si decidimos gastar los fondos en esa dirección única, esa cantidad se dividirá o descompondrá en distintas partes y los componentes serán indistinguibles de salidas de idéntica cantidad en la cadena de bloques.
En esas transacciones se hace uso además del anillo de firmas, que permite demostrar que el firmante pertenece al grupo pero no permite "mapear" e identificar a quien firma esa transacción validándola. Estas técnicas plantean el modelo de seguridad por oscuridad u ocultación (Security by Oscurity/Obfuscation) que "esconde" tanto las cantidades como los orígenes y destino de las transacciones, aun cuando todas ellas quedan registradas en la cadena de bloques de esta plataforma.
Como en otros casos, eso sí, esa cadena de bloques plantea una criptomoneda descentralizada y en la que esas transacciones se confirman a través de un consenso distribuido que, insistimos, queda registrado en la cadena de bloques. A diferencia de otras implementaciones de la cadena de bloques, esa información pública no hace posible identificar a los participantes de la transacción ni la cantidad de ésta.
Muchas ventajas para criminales, pero también para otros ámbitos
La privacidad y anonimato proporcionados por Monero han convertido a esta criptomoneda en una de las más interesantes para quienes se dedican a rentabilizar sus esfuerzos en el ámbito del cibercrimen.
De hecho Monero ganó popularizad y cotización en 2016 gracias a su adopción por parte de AlphaBay, ese mercado negro de mercancías de todo tipo que acabó cerrándose en julio de 2017 por las fuerzas de seguridad.
Su uso por parte de otros ciberataques parece ir en aumento, como demuestran las botnets descubiertas que utilizan los recursos de millones de PCs, portátiles y servidores para minar Monero sin que los usuarios de esas máquinas se den cuenta.
Las ventajas son evidentes, pero también lo son para quien quiere proteger su privacidad y el anonimato de sus transacciones (totalmente legales) por la sencilla razón de no sentirse vigilado. Mientras que con bitcoin siempre se puede saber cuánto dinero hay en una cartera digital, para luego tratar de trazar la identidad de su propietario, con Monero es casi imposible: no revelar cuánto pagamos o recibimos a quién o de quién puede ser un valor importante en numerosos escenarios, no solo entre usuarios finales sino también en empresas (aunque aquí las suspicacias son inevitables).
Monero, por supuesto, tiene sus desventajas. En debates como este de Reddit en el que participaban varios usuarios de esta criptomoneda se citaban las altas comisiones de las transacciones, la falta de una interfaz gráfica (los desarrolladores están en ello) que facilite la gestión de la moneda o el hecho de que sea bastante complejo comprobar el balance de nuestros XMR en nuestra cartera digital, algo bastante sencillo con alternativas como bitcoin gracias a blockchain.info o de Ether con myetherwallet.com.
La ausencia de una cartera para el teléfono móvil —lo que hace difícil operar con XMR desde nuestros smartphones—, el gran tamaño de las transacciones y, por supuesto, su limitado uso (sobre todo en algunas regiones del planeta, como Sudamérica o Asia) son algunas dificultades adicionales para el futuro de una criptomoneda que, desde luego, tiene fortalezas destacables.
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