The New York Times, uno de los diarios más reconocidos en el mundo, dedicó un informe especial al sistema de transporte masivo de Bogotá, TransMilenio, a su origen, su promesa y eventual declive.
En el texto, escrito por Michael Kimmelman, con reportería de Simón Posada, se cuenta cómo la bulliciosa capital de Colombia "alguna vez se ahogó en un embotellamiento sin fin", en el que millones de habitantes, en especial aquellos de barrios marginados como Ciudad Bolívar, dependían de un transporte informal poco confiable y, a menudo, peligroso.
Pero en las últimas dos décadas, relata el Times, Bogotá se ha embarcado en un viaje notable hacia la movilidad sostenible, transformando su paisaje urbano y ofreciendo esperanza a otras ciudades que enfrentan desafíos similares. En el centro de ese viaje está el sistema TransMilenio.
Lanzado en el año 2000, TransMilenio se inspiró en la red de buses creada por Curitiba, Brasil, para crear un sistema masivo que hoy moviliza a dos millones de personas cada día.
Los carriles exclusivos para autobuses, los sistemas de embarque eficientes y los autobuses más limpios aportaron una sensación de orden y fiabilidad al caótico paisaje urbano y convirtieron a Bogotá en un referente global.
Así como el Guggenheim de Frank Gehry en Bilbao desencadenó un tsunami de proyectos museísticos y el High Line de Nueva York lo hizo con planes para reutilizar vías férreas abandonadas, TransMilenio -narra el informe- lanzó una ola de sistemas de buses rápidos en ciudades que van de Bucaramanga a Yakarta. No todas las ciudades que copiaron la idea, agregan los expertos consultados por los reporteros, deberían haberlo hecho.
Un éxito que se apagó
La crónica del Times reconoce también que el éxito de TransMilenio no estuvo exento de contratiempos. El hacinamiento, los problemas de seguridad y la negligencia política condujeron a una disminución de la satisfacción pública.
La ciudad invirtió entonces en modos alternativos de transporte, incluyendo teleféricos que conectan los barrios montañosos con la red de autobuses, proporcionando viajes rápidos, asequibles y panorámicos.
También es descatada la inversión en carriles exclusivos para bicicletas y ‘vías verdes’ construidas sobre vías de ferrocarril. Este enfoque múltiple, junto con la expansión continua de TransMilenio, dice el diario neoyorquino, ha dado resultados impresionantes.
Aunque pueda ser difícil de creer para quienes enfrentamos a diario sus trancones, hoy Bogotá cuenta con una de las redes de transporte público más extensas de América Latina. Los viajes en bicicleta han crecido exponencialmente, y el transporte público representa más del 70% de todos los desplazamientos. La ciudad también avanza en la construcción de su primera línea de metro, reforzando aún más su compromiso con la movilidad eficiente y respetuosa con el medio ambiente.
Sin embargo, los expertos consultados por el Times reconocen que la ciudad enfrenta, en el futuro más inmediato, considerables desafíos. Entre ellos se destaca la continua integración de los asentamientos informales y la necesidad de financiamiento sostenible para sus ambiciosos proyectos, incluido el tan postergado proyecto del metro.
A pesar de estos obstáculos, Bogotá, concluye el reportaje, sigue siendo un brillante ejemplo de innovación y resiliencia y su apuesta por la movilidad sostenible ofrece valiosas lecciones para otras ciudades.
Hace cuatro años, The Economist le dedicó, también, un informe a reportar los desafíos del que alguna vez fue visto como un modelo de lo que las ciudades del planeta podían hacer para enfrentar los problemas de movilidad. Ese reportaje se titulaba: Los problemas de TransMilenio.