Aquel 6 de junio de 2013 comenzamos a ser más conscientes de nuestra privacidad. Era uno de los objetivos de Edward Snowden, que ese día comenzó a filtrar sorprendentes documentos confidenciales. En ellos descubríamos diversos programas de la NSA y de otras agencias de inteligencia en los que se exponían sus labores de monitorización y espionaje masivo. En ellos, sobre todo, despertábamos un poco de nuestro letargo.
El descubrimiento de programas como PRISM ha hecho que muchos tomen una nueva actitud respecto a la privacidad y la seguridad en todos los ámbitos. Desde luego lo hemos hecho en el terreno de la movilidad, pero si ha habido otro protagonista en el que el discurso ha cambiado es en internet, donde la gente parece haberse dado cuenta de que debe estar más pendiente de cómo utiliza este gigantesco medio de comunicación.
No a todos les importa, pero importa
En Priceonomics hacían un análisis de ese cambio en nuestros usos y costumbres cuando nos conectamos a internet, y partían de un evento curioso: en abril de este año John Oliver, el célebre presentador de Last Week Tonight, entrevistaba a Edward Snowden. En esa singular entrevista -no os la perdáis, podéis activar los subtítulos en el siempre socorrido botón CC (Closed Captions) del reproductor de YouTube- Oliver afrontaba el impacto de esas revelaciones con el responsable de las mismas con su particular sentido del humor.
En esa entrevista algo quedaba patente: ni mucho menos todo el mundo sabía quién era Snowden, ni tampoco todo el mundo había leído u oído hablar de los programas de espionaje y monitorización masiva. Pero lo más sorprendente es que para algunos que sí estaban al tanto, el tema no parecía preocuparles. No se daban cuenta de las implicaciones. Parecía como si en internet las revelaciones de Snowden no hubieran cambiado nada.
Y sin embargo, lo han hecho.
Poco después aparecía un análisis (PDF) realizado por Alex Marthews, experto en privacidad y miembro de Digital Fourth, y Catherine Tucker, economista en el MIT. Ambos habían analizado el comportamiento de diversos términos de búsqueda en Google Trends y habían descubierto que las filtraciones sobre la NSA sí habían tenido impacto en la forma en que los usuarios utilizaban Internet.
Como desvelaban en ese análisis, tanto los ciudadanos de Estados Unidos como los de fuera de ese país eran más cuidadosos con los términos de búsqueda que utilizaban en internet y que podrían ponerles en peligro con el gobierno (cuidado con buscar "bombas", por ejemplo). La cosa era aún más interesante cuando comprobaban que fuera de Estados Unidos también se producía otro cambio singular: el de tener también cuidado con términos de búsqueda sensibles a nivel privado (buscar "señoritas de compañía" o "cambio de sexo", por ejemplo, indicaban en el texto original).
Ese estudio se completó con una encuesta a 6.000 personas en las que trataban de averiguar si diversos términos de búsqueda podían ser sensibles y si los encuestados pensaban que dichos términos podían "meterles en problemas" o "avergonzarles" delante de sus familias en caso de que esas búsquedas y sus autores se hicieran públicas.
En esos casos quedó claro que términos como los citados y otros muchos efectivamente planteaban esos temores por parte de los encuestados. Al comparar el uso de esos términos que podían ponerles en problemas con el gobierno por un lado, o con sus amigos por otro, se comprobó cómo el uso de ellos era significativamente menor tras las revelaciones de programas de la NSA como PRISM. Los responsables del estudio lo dejaban claro:
Nuestro estudio ayuda a establecer un hecho común para todas las partes: la vigilancia enfría el comportamiento ante las búsquedas. No esperabamos que la gente estuviese de acuerdo en su eso es malo o bueno, pero nuestro estudio revela que ese enfriamiento del uso de ciertos términos de búsqueda está sucediendo de verdad.
Las grandes de internet tratan de lavar su imagen
Ese uso de términos de búsqueda no era el único afectado. El resto de servicios que usamos a diario en internet también tuvieron que reaccionar ante estos descubrimientos. En los documentos filtrados quedaba claro que la NSA había logrado tener acceso directo a los servidores en los que se almacenaban vastas cantidades de información que los usuarios habían compartido a través de los servicios en la nube de Google, Apple, Facebook o Twitter.
Los máximos responsables de estas empresas rápidamente negaron tales intrusiones en sus sistemas, pero lo cierto es que todas esas empresas estaban obligadas a colaborar con el gobierno en investigaciones secretas si la justicia lo requiriese, y no pudieron negar de forma contundente que se habían producido esas investigaciones. Barack Obama quiso templar los ánimos de sus ciudadanos afirmando que esas investigaciones se habían realizado a ciudadanos fuera de los Estados Unidos, pero eso lógicamente no tranquilizó en modo alguno a los usuarios de estos servicios fuera de ese país.
La confianza de los usuarios en esos servicios decayó, pero aún así el crecimiento de su uso no se ha decrementado y de hecho ha crecido. Para lograrlo, no obstante, todas ellas han tenido que volver a hacer hincapié en el apartado de la protección de la privacidad de los usuarios, y aquí por ejemplo Apple -que no se libraba de esas labores de espionaje- ha sido especialmente proactiva en la inclusión de sistemas de cifrado que impiden contar con "puertas traseras" en sus dispositivos móviles, por ejemplo.
El espionaje masivo no parece servir para nada
Los atentados terroristas de los últimos años han servido como el argumento perfecto para tratar de imponer controles a todo tipo de medios de comunicación, y si había un medio aparentemente incontrolable ese era internet. Los atentados del 11-S sentaron las bases de esa nueva estrategia de control, pero las cosas se han agravado en los últimos tiempos.
De hecho los últimos ataques terroristas no han hecho más que reavivar el debate entre los gobernantes, que apuestan por una red de redes en la que no se pueda hacer uso del cifrado y que los terroristas no puedan aprovechar esa herramienta para plantear esos ataques.
Los cuerpos de seguridad franceses planteaban por ejemplo prohibir el acceso a la red de anonimato Tor estos últimos días, mientras que Barack Obama realizaba declaraciones sobre cómo "internet elimina distancias entre los países, y vemos esfuerzos crecientes por parte de terroristas que quieren envenenar las mentes de gente como los responsables de las bombas del maratón de Boston o los asesinos de San Bernardino".
Ese control de internet que plantean desde hace tiempo en Estados Unidos y que también han tratado de reforzar en algunos países europeos -Francia ya modificó su legislación al respecto tras los atentados de Charlie Hebdo- no deja claro el impacto positivo que esas medidas pueden tener, pero todo apunta a que no sirven prácticamente de nada si hacemos caso a los mensajes recientes de Snowden en Twitter:
The govt itself admits the kind of universal surveillance the FBI Director wants has never stopped a single attack. pic.twitter.com/kuxFDLfF3R
— Edward Snowden (@Snowden) December 9, 2015
El propio gobierno de los Estados Unidos parece admitir la ineficiencia de esos programas de espionaje masivos que no han logrado detener ningún ataque, pero como dice Snowden en un tuit inmediatamente posterior, "incluso si lo hicieran, eso no sería una victoria. Abandonar una sociedad abierta por miedo al terrorismo es la única forma de ser derrotados por él". Esa reflexión queda aún más patente cuando tenemos en cuenta que por ejemplo en los recientes atentados de París los terroristas se comunicaron con móviles sin cifrar y con servicios como los mensajes SMS tradicionales.
Algunos expertos avisan de los peligros de esa estrategia. Jim Sensenbrenner, que ayudó a crear el borrador de la Patriot Act tras los atentados del 11-S en Estados Unidos, lo dejaba claro recientemente: "la moraleja es que la democracia depende del respeto por las libertades civiles". Las presiones que surgieron en el gobierno de George W. Bush hicieron que se tomaran medidas que en su opinión fueron más allá de lo razonable:
En términos prácticos, la respuesta es tener como objetivo a la gente que sabes que están haciendo cosas malas, y no en considerar al 99,8% de la gente como sospechosa, incluyendo a la inmensa mayoría de los seguidores del Islam que no tienen ninguna intención de llevar a cabo ataques terroristas.
Ese control sobre internet podría tener un impacto aún mayor que el que tuvieron precisamente las revelaciones de Snowden, y probablemente haría que gente que precisamente ahora no ha modificado sus hábitos de uso de internet fuera aún más cuidadosa a la hora de utilizar una herramienta abiertamente controlada por los gobiernos de distintos países. El uso de internet ha cambiado tras las revelaciones de Snowden, pero podría hacerlo mucho más.
Imagen | Wired
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