Nos pasamos tanto tiempo leyendo el móvil en el retrete que una empresa ha creado uno más incómodo para evitarlo

Nos pasamos tanto tiempo leyendo el móvil en el retrete que una empresa ha creado uno más incómodo para evitarlo
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Antes nos llevábamos una revista o un libro cuando íbamos al baño. Ahora la mayoría nos llevamos el móvil, y la práctica se ha convertido en algo tan cotidiano que en ciertos escenarios se ha vuelto peligroso (económicamente).

Es el caso de las empresas, que han detectado que esas largas estancias en el baño no se deben a dificultades de los empleados a la hora de evacuar, sino a que están mucho más tiempo del necesario porque aprovechan para consumir contenidos o jugar en el móvil mientras están en el retrete. La solución está en hacer un retrete más incómodo, afirma la empresa que ha creado el llamado 'StandardToilet'.

Un retrete inclinado para que te sientas incómodo

Mahabir Gill, creador del Standard Toilet, asegura que "solo en Gran Bretaña, los descansos prolongados de los empleados en los inodoros les cuestan a la industria y al comercio 4.700 millones de euros al año". En julio de 2019 una encuesta en ocho ciudades británicas reveló que algunos de los participantes pasaban 28 minutos al día en el baño en su jornada de trabajo.

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Eso le llevó a crear un retrete que precisamente invitase a no estar tanto tiempo sentado en él. Para Gill la solución ha sido inclinar hacia abajo 13 grados el nivel del retrete, algo que según obliga a una mayor flexión de las rodillas al sentarse. Según su creador eso logra que quien lo usa quiera levantarse a los cinco minutos de usarlo.

El diseño ha sido aprobado y apoyado por la British Toilet Association (TBA), un singular organismo que impulsa campañas para mejorar las instalaciones de baños públicos y también de las que se utilizan en oficinas convencionales.

Según Gill el interés por este nuevo diseño de inodoro ya comienza a ser importante: estaciones de servicio, empresas y ayuntamientos locales ya han contactado con su empresa para encargar estos retretes que tienen un precio que varía entre los 175 y los 585 euros.

Para su creador, el StandardToilet es una forma perfecta de ayudar a las empresas a evitar un problema que hace que sus empleados hagan pausas demasiado largas para ir al baño, algo especialmente preocupante "con el impulso de los contratos que no tienen flexibilidad de horas".

De hecho las ventajas de usar este inodoro van más allá: los modelos tradicionales pueden dar lugar a hemorroides según diversos estudios, afirmaba Gill, pero con el StandardToilet se impulsa el ejercitamiento de los músculos superiores e inferiores de las piernas por la postura que hay que ejecutar para sentarse en ello.

Críticas a la idea

No todos apoyan este tipo de iniciativa. Jen Slater, que ha pasado tres años investigando qué hace que un baño sea seguro y accesible, sobre todo para personas trans o con discapacidad, indicaba que esto es una medida más para controlar a los trabajadores.

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Nos recordaba por ejemplo las noticias de trabajadores de Amazon que ni siquiera hacían pausas para ir al baño y "orinaban en botellas de plástico".

Para Charlotte Jones, que trabajó con Slater en ese estudio, "creo que la importancia del inodoro como refugio durante la jornada laboral dice más sobre espacios de trabajo inadecuados, cargas de trabajo pesadas y gestores que no apoyan a los empleados de lo que dice realmente sobre los trabajadores". Para esta experta los trabajadores que pasan tanto tiempo en el baño lo hacen para descansar porque no tienen opción de hacerlo en otro momento.

La noción de que leer en el baño es mala idea viene de lejos. Psicoanalistas como Otto Fenichel indicaban en 193 7 que leer en el baño es una pasión de gente con traumas de la niñez. James Strachey, traductor inglés de Sigmund Freud, estaba de acuerdo y destacaba que esa lectura ligera que se hace en los baños es básicamente algo infantil.

Muchos son los estudios que han confirmado que la costumbre de leer en el baño —antes novelas y revistas, ahora móviles— es realmente popular, pero también hay expertos en medicina que avisan de las consecuencias que señalaba Gill, aunque no haya demostración concluyente de que efectivamente esos hábitos produzcan hemorroides.

La aproximación de otros expertos va por otro camino: el uso de smartphones en el baño, donde la presencia de microbios es más elevada, puede convertir al móvil en un transmisor de bacterias. Un estudio británico fue más allá e indicó que uno de cada seis smartphones están contaminados con bacterias, aunque otros expertos explicaran que son bacterias que de hecho ya solemos llevar en nuestro cuerpo. Los smartphones, aseguraba un estudio relativamente reciente, "no presentan un riesgo de infección más alto que cualquier otra posesión humana".

Para otros leer en el baño no es más que una forma de saborear cierta privacidad y relajación, escapando así del bullicio de ese mundo que se encuentra tras la puerta del baño. Este inodoro tiene como objetivo privar a sus usuarios de eso. O al menos, hacer ese rato bastante menos placentero.

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