Los rayos X son un recurso muy habitual en diversas áreas, y en medicina son una herramienta de diagnóstico útil más allá de evaluar la salud del aparato locomotor desde hace más de 100 años. Pero eso no quita que este sistema de diagnóstico por imagen deje de sorprendernos, sobre todo si hablamos de radiografías de especies tan poco habituales en una consulta veterinaria como puede ser un monstruo de Gila o un armadillo peludo.
En concreto se trata del zoológico de Londres, que tras hacer una extensa revisión a sus más de 18.000 habitantes ha tenido a bien compartir una selección de radiografías. Conchas, columnas vertebrales con más de 300 vértebras y verdaderas armaduras naturales bajo la inmersiva mirada de los rayos X para ver estas especies, que ya per se son difíciles de observar en muchos casos, como probablemente nunca las habíamos visto.
Revisando la salud de todo un zoológico
Realizar una radiografía a un ser humano puede no ser fácil si hay algo de miedo a la radiación o si los aparatos y las consultas causan algo de ansiedad, pero la dificultad cobra otras dimensiones cuando hablamos de un animal. En la carrera de veterinaria hay varias asignaturas que tratan, además del diagnóstico por imagen, cómo sujetar a los animales y poder realizar las distintas revisiones y tomas de muestras, pero lo de realizar una radiografía a una serpiente, a un cocodrilo o un elefante no se aprende así como así.
Cierto es que, hablando de vertebrados, este tipo de diagnósticos nos pone un poco, en cierto modo, en el mismo plano. Como ahora veremos, aunque se trate de especies bastante poco habituales en nuestro entorno se identifican claramente estructuras como el cráneo, la mandíbula o los huesos que componen las extremidades y la espina dorsal.
Nos dicen desde el zoológico que las imágenes las ha tomado el equipo de veterinarios especializados del parque en la clínica que se ubica en el mismo. Y concretamente han hecho públicas las radiografías de una tortuga cabezona (Platysternon megacephalum), un amarillo peludo (Chaetophractus villosus), un monstruo de Gila (Heloderma suspectum), un gecko tokay (Gekko gecko) y una serpiente del maíz (Pantherophis guttatus).
Como expone Heather Macintosh, enfermera veterinaria del equipo, observar una radiografía es una fuente de datos muy importante de la salud de un ser vivo. No sólo se ve la densidad ósea, si existe alguna fractura o aspectos relacionados con el esqueleto, dado que hay tejidos blandos cuya densidad es suficiente como para observarlos con rayos X (en la radiografía del armadillo se ve bastante bien lo que parece ser un tramo de intestino grueso y en la del gecko se ven bastante bien los pulmones, más oscuros por el aire que contienen), y de hecho son una prueba habitual para detectar neoplasias o calcificaciones.
Macintosh comenta que a ellos, que ven de manera más habitual radiografías de animales como éstos, les sigue fascinando obtener imágenes como las que han mostrado. Sus favoritas: las serpientes, animales que tienen entre 200 y 400 vertebras.
La importancia de que estén relajados
Con respecto a lo que introducíamos antes del manejo de los animales en la clínica, comenta la enfermera que en este caso los animales tienen una rutina diaria de preparación para estas revisiones. De este modo, los animales están tranquilos incluso cuando se les extrae sangre de la cola.
Quizás en un futuro no demasiado lejano tengamos oportunidad de ver estas imágenes de manera aún más sorprendente, si las radiografías 3D a color pasan todas las fases pendientes y llegan a las clínicas veterinarias. Desde luego, cualquier mejora a los sistemas de diagnóstico por imagen son un paso adelante a que las evaluaciones sean más correctas sin ser invasivas, lo cual en ocasiones conlleva riesgo por el mero hecho de incidir.
Imágenes: ZSL London Zoo y Richard Ling.