Apple recibió un duro golpe apenas un día después de la presentación del iPhone 16 y no fue precisamente por críticas a los productos que presentó durante su Keynote en California.
De hecho, la noticia que ensombrece la llegada del nuevo teléfono de la manzana mordida vino desde el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que dejó en firme una histórica multa contra esta gigante tecnológica estadounidense.
Según el TJUE, Irlanda concedió ayudas fiscales ilegales a la empresa dirigida por Tim Cook durante más de una década, por lo que la compañía ahora está obligada a devolver unos 13.000 millones de euros en impuestos no pagados, más unos 1.000 millones de euros en intereses que determinará Dublín.
Esta decisión final da la razón a la Comisión Europea, que en 2016 concluyó que Apple se había beneficiado de un trato fiscal selectivo entre 1991 y 2014, que le permitió pagar sustancialmente menos impuestos de los que debía.
Cuáles son los detalles del proceso
El conflicto comenzó hace más de ocho años cuando la Comisión Europea, liderada por la comisaria de Competencia Margrethe Vestager, quien acusó a Apple de beneficiarse de acuerdos fiscales con Irlanda que eran incompatibles con las normas europeas de ayudas públicas.
La investigación reveló que las filiales de Apple en Irlanda, Apple Sales International (ASI) y Apple Operations Europe (AOE), habían excluido de la base imponible los beneficios derivados del uso de licencias de propiedad intelectual, lo cual constituía para la Comisión una ayuda estatal ilegal.
A ojos de las autoridades esto permitía a la tecnológica tributar menos impuestos al canalizar la mayor parte de sus ingresos europeos a través de sus sedes en territorio irlandés, donde gozaba de una fiscalidad extremadamente baja.
Y aunque tanto Apple como Irlanda recurrieron la decisión de la Comisión ante el Tribunal General de la UE, que en 2020 falló a su favor al considerar que Bruselas no había demostrado de manera suficiente la existencia de una ventaja fiscal selectiva, el reciente fallo del TJUE anuló la sentencia de primera instancia y dejó en firme la decisión.
Por qué también es un golpe para Irlanda
La decisión judicial supone un golpe no solo para Apple, que deberá devolver una suma sin precedentes, sino también para Irlanda, que se había posicionado del lado de la empresa en un intento de preservar su estatus de hub tecnológico europeo.
El gobierno irlandés, que teme que esta decisión pueda desalentar a otras multinacionales de establecer sus sedes en el país, ahora se ve obligado a recuperar los impuestos no abonados por Apple.
Desde Apple, expresaron su "decepción" con el fallo del TJUE, alegando que los impuestos reclamados por Bruselas ya fueron abonados en Estados Unidos, según el criterio de la empresa.
Apple acusa a la Comisión de intentar "cambiar retroactivamente las normas" e ignora que sus ingresos estaban sujetos a impuestos en Estados Unidos, como exige la legislación fiscal internacional.
Paso en firme de la UE para poner límites
La resolución del TJUE representa una victoria significativa para la Comisión Europea en su batalla contra las prácticas fiscales agresivas de las grandes tecnológicas en la Unión Europea.
De hecho, la sentencia se suma a otra que ratificó una sanción de más de 2.400 millones de euros a Google por abuso de posición dominante con su programa de compras, Google Shopping.
En conjunto, estas decisiones marcan un hito en la batalla que lideran algunas entidades regulatorias europeas para promover la competencia justa y equitativa por parte de las tecnologías.
El legado Vestager y el futuro de la regulación tecnológica
El resultado de este caso también subraya el legado de Margrethe Vestager como una de las figuras más importantes en la lucha contra los privilegios fiscales de las grandes tecnológicas.
Bajo su liderazgo, la Comisión Europea ha impulsado cambios significativos en la fiscalidad de las multinacionales, incluidos acuerdos para establecer un tipo mínimo de impuesto de sociedades del 15% a nivel europeo, siguiendo los parámetros de la OCDE.
Vestager celebró la sentencia del TJUE como una "gran victoria para los ciudadanos europeos y la justicia fiscal", advirtiendo que no se permitirá que las empresas se aprovechen de acuerdos fiscales ventajosos en detrimento de otros competidores y de los ciudadanos europeos. “Es una victoria que me hace llorar porque es muy importante", declaró.
Y aunque la comisaria se prepara para concluir su mandato, su enfoque riguroso en la regulación de las tecnológicas ya ha marcado un antes y un después en la política fiscal de la Unión Europea, sentando precedentes para futuros casos y reforzando la idea de que la justicia fiscal debe ser una prioridad en la economía global.
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