Hace dos años los precios del petróleo se derrumbaron. Pasó de más de 100 dólares por barril a unos 45 en una bajada que cuesta miles de millones de dólares a los países productores y que frenó notablemente las inversiones en renovables, fracking o cualquier otra fuente de energía.
Hoy, en Viena se reúne la OPEP (la Organización de Países Exportadores de Petróleo) para tratar de alcanzar un acuerdo que les permita recuperar el control de la situación y volver a hacer lo que hasta ahora habían hecho controlar el mercado mundial de energía. ¿Podrán hacerlo? Y, en todo caso, ¿qué impacto tiene esto en el futuro de la energía?
¿14 países controlan el precio del petróleo?
La OPEP es un cártel. Así como suena: una organización donde catorce productores que controlan el 40% de la producción mundial evitan la competencia y regulan la producción, la venta y los precios en el mundo del petróleo. O así ha sido desde la década de los 70.
Porque no está nada claro que la OPEP pinte ya algo en el contexto actual. Aunque todos sus miembros están de acuerdo en que lo mejor es restringir la producción, algo que - gracias a la subida de los precios - reportaría beneficios en general; nadie está seguro de que un acuerdo vaya a beneficiarles a ellos.
La OPEP hoy tiene un doble problema: ya no es solo que no puedan subir los precios, es que sin fuerza negociadora lo más probable es que bajen. Según los expertos, el barril (que ahora está sobre los 48 dólares) podría subir hasta los 55$ si hay acuerdo, pero caer a los 40 si no. Por eso se juegan mucho en esta reunión.
Tanto es así que durante toda la semana los precios internacionales del crudo han ido variando al son de lo que decían los delegados de los distintos países. Hace un par de días, Irán e Irak anunciaron que iban a forzar que hubiera más restricciones y los precios bajaron un 4%. Ayer subieron un dos por ciento porque el delegado de Irak dijo que habría acuerdo.
La geopolítica de los precios bajos
¿Qué pasó hace dos años? Que Arabia Saudí decidió bajar los precios con la esperanza de sacar del mercado al fracking norteamericano (que tiene mayores costes de producción). Tenía sentido: ya en la década de los 80, y ante una situación similar, los saudíes bajaron su producción para mantener los precios altos. Pero el resultado fue que perdieron cuota de mercado frente a otros productores más caros que ellos.
Hoy por hoy, los saudíes tienen una pequeña victoria y dos problemas: la victoria es que la producción estadounidense ha caído más de un millón de barriles al día desde entonces. Los dos problemas son la inestabilidad del Reino provocada por la bajada de beneficios y los recortes sociales; y, más importante, la auténtica Guerra Fría que mantiene en Oriente Próximo y Medio contra un Irán ya sin sanciones tras el acuerdo con Obama.
Así que, al mismo tiempo que Arabia Saudí ha empezado cambiar recelosamente de idea, países como Irak, Irán o Rusia (que no es miembro, pero participa como observador) perciben su debilidad y quieren forzar acuerdos ventajosos. Es decir, estamos muy cerca de un acuerdo sobre reducir la producción de crudo, pero muy lejos de un acuerdo con efectos claros.
Un acuerdo no es suficiente
De hecho, la OPEP puede acordar un techo de producción sin problema (se baraja que se sitúa en un millón cien mil menos de barriles de lo que se produce hoy), pero no parece que esté en disposición de llegar a acuerdos concretos.
¿Quién asumirá ese coste? ¿Quién dejará de producir ese millón de barriles? ¿Cómo se repartirán los recortes? ¿Durante cuánto tiempo? Hay muchos interrogantes y, en plena batalla por el liderazgo del mundo árabe, no parece fácil que lleguen a resolverse.
Imaginen la situación: Irán quiere renovar sus infraestructuras y (en plena incertidumbre por la actitud que tomará Trump) reivindica volver a los niveles de producción anteriores a las sanciones nucleares; Venezuela está desangrándose en medio de un largo conflicto interno; países como Irak o Libia comienzan a salir tímidamente de sus guerras internas y piden una mayor cuota; Arabia Saudí no piensa asumir ella sola la bajada de la producción.
Si actúan coordinadamente todos pueden beneficiarse, pero actuar coordinadamente es mucho más difícil de lo que parece.
¿El comienzo de la era post-petróleo?
Y quizá lo peor es que lo que está sobre la mesa es solo una solución a corto plazo. Subir los precios ayudará a reconstruir países, estabilizar sociedades y renovar infraestructuras: pero hará mucho más competitivas otras tecnologías como las energías renovables y el fracking (en Vox dicen que un barril a 60$ conllevaría la entrada de entre 300.000 y 900.000 barriles más al día solo en Estados Unidos).
Lo cierto es que como explica Economist, los mercados ya no toman en serio a la OPEP. "Han perdido la confianza en que se pueda llegar a un consenso" y lo van a aprovechar el fracaso. Llamadme optimista pero tal y como están las cartas encima de la mesa, yo empezaría a pensar ya en un escenario post-petróleo. La OPEP no puede ganar esta batalla sin salir tocada de muerte y esto va a cambiar el escenario energético internacional de los últimos 50 años.