Seguir el rastro de migas de pan que nos lleva décadas dejando el cambio climático no es fácil. Son muchas cosas, en muchos lugares y con formas muy distintas. Muchas veces son cosas aburridamente técnicas: un sensor en un lugar remoto que marca un máximo antes de tiempo o un modelo que nos dice que hay que andarse con cuidado. Pero hay otras veces que son problemas de una sencillez nítida y cristalina.
Y el mejor ejemplo que tenemos ahora quizás sea la lluvia. En invierno, en Groenlandia. No, no debería llover en Groenlandia en invierno y, sin embargo, no deja de llover. Desde 1990, los inviernos groenlandeses se han vuelto tres grados más cálidos y parece que esto no ha hecho más que empezar.
Verde que te quiero verde
Es posible que Groenlandia deba su nombre a una enorme campaña de marketing puesta en marcha debido al interés por colonizar la isla recién explorada por Erik el Rojo. Ese "grøn" ('verde' en nórdico antiguo) encaja perfectamente con lo que llamamos periodo cálido medieval, un época especialmente calurosa que se dio en el Atlántico norte entre el siglo X y el XIV (mientras bajaba la temperatura media global). Eso es cierto.
Pero conforme conocemos mejor la historia de la isla surgen dudas de si realmente se trataba del paraíso verde que normalmente nos quieren vender o de un gancho para atraer a los vikingos que ya habían poblado Islandia como preparativo para la futura colonización de Vinðland, la Terranova de las sagas nórdicas.
Sea como sea, puede ser que ese "verde que te quiero verde" está a la vuelta de la esquina. Como decía, mientras que en Groenlandia la temperatura ya ha subido 3 grados en invierno y casi 2 en verano, su deshielo es responsable de la cuarta parte de la subida del nivel del mar.
El papel de la lluvia
Según un estudio publicado por un equipo de investigación germano-estadounidense las pérdidas de hielo ocasionadas por la lluvia en la isla boreal se triplicaron entre 1979 y 2012. Esto es preocupante porque es un "más a más". Tradicionalmente el hielo que pierde Groenlandia en verano se recuperaba gracias a la nieve en invierno; ahora no solo no lo recupera, sino que se pierde más.
Para que nos hagamos una idea de lo que hablamos, Groenlandia pierde alrededor de 270 mil millones de toneladas de hielo al año. Alrededor del 70% de esa pérdida se debe al deshielo (el otro 30% se debe masas de hielo que se desgajan). Pues bien, la lluvia representa el 30% del deshielo.
Afortunadamente, y por ahora, la lluvia invernal se limita z zonas del sur y el suroeste de la isla. Sin embargo, según los autores, es previsible que, a medida que la temperatura aumente, las lluvias irán viajando cada vez más al norte aumentando drásticamente el deshielo y empujando el nivel del mar hacia arriba. Como podéis ver, la lluvia en Groenlandia no es una maravilla.