Tenemos que hablar, LG. Otra vez. Lo hicimos en abril de 2016, cuando sacaste al mercado un LG G5 que trataba de lograr que el teléfono modular triunfase por fin. No lo hizo, y lo saben bien Google y Lenovo.
Aquel terminal ofrecía una solución a un problema que no existía, y esa parece ser la especialidad de LG. Con el LG G8 ThinQ se ha sacado de la manga tanto Hand ID y Air Motion como características diferenciales, y como ocurría en el pasado, no sabemos por qué LG las ha creado. Desde luego, no ha sido porque las necesitásemos.
Gracias pero no, gracias
Empecemos con Hand ID: el sistema de reconocimiento de la palma de la mano es desde luego llamativo, pero teniendo en el mercado alternativas como el reconocimiento facial o el sensor de huella dactilar, algunos podrían pensar que la apuesta de LG es casi una broma.
No lo es en absoluto, y de hecho la combinación de los sensores infrarrojos del LG G8 ThinQ y de esa nueva cámara Z con tecnología ToF permite registrar esa particular huella de nuestro sistema sanguíneo. No obstante, una cosa es diferenciar al usuario por ese patrón, y otra muy distinta que el hacerlo ofrezca ventajas claras frente a los sistemas actuales.
¿Lo hace? A priori, no parece factible que sea así. Colocar la palma de la mano delante del móvil para desbloquearlo parece un gesto poco natural y menos cómodo que utilizar un sensor de huella dactilar o, desde luego, el reconocimiento facial.
Un reconocimiento facial que por cierto, LG también ofrece en el G8 ThinQ aprovechando la cámara ToF y su sensor infrarrojos: este sí es un sistema competidor del Face ID de Apple por su complejidad (las fotos 2D, aseguran, no podrán superar su sensor de profundidad), y que sí hace que el notch tenga su razón de ser en estos dispositivos.
¿Qué hay de Air Motion? Pues le ocurre un poco lo mismo, y controlar algunas funciones del móvil a lo 'Minority Report' (salvando las distancias) no parece haber dado de momento buenos resultados.
De hecho, en las primeras impresiones del dispositivo hemos podido comprobar cómo acertar con los gestos es difícil, pero incluso que el móvil detecte que queremos controlarlo con gestos tampoco ofrece una experiencia perfecta.
Quizás el problema es que aún es pronto y la tecnología solo necesite tiempo de cocción, pero el caso es que ya había una potencial solución a lo de no poder tocar el móvil para manejarlo, y esa es la voz. Los asistentes presentes en nuestros dispositivos permiten subir o bajar el volumen, pedir que se reproduzca una canción o se pare, y eso hace que Air Motion no acabe de plantear una alternativa aparentemente superior.
LG, igual deberías dejar de ser tan diferente
Hay que admitirlo: otra cosa no, pero LG es valiente como ella sola. Metió una pantalla 2K en el LG G3 (devoradora de batería) antes que nadie, apostó por las pantallas curvas más sorprendentes con su LG G Flex, y nos sorprendió a todos con sus carcasas de piel vegetal en los LG G4. Con los LG G5, como decimos, se volcó en los móviles modulares, y aquel fracaso parece que devolvió un poco la cordura a la empresa.
Con el LG G6 llegó un dispositivo más aburrido, por así decirlo. Más convencional. Fantástico en su diseño, el problema fue que llegó condenado por su Snapdragon 821 cuando la competencia ya daba el salto al 835. Tampoco ayudó que le quitasen el DAC de sonido, uno de los claros puntos fuertes de la familia LG G.
Con el LG G7 la firma trató de corregir esos errores. Lo hizo, de hecho, y a pesar de aquel notch algo más pronunciado de lo que nos gustaría, el buque insignia del año pasado llegaba con el procesador adecuado, recuperando el DAC -su hermano mayor, el V40, ganó nuestra comparativa de audio-, y con unas cámaras notables (pero no sobresalientes). Su fallo en esta ocasión fue llegar algo más tarde que sus competidores y contar con una autonomía algo pobre.
Dicen que de los errores se aprende y algunos esperábamos un LG G8 que siguiera esa línea algo más conservadora pero más interesante para muchos usuarios. Lo original no parece ayudar a vender demasiado, pero en LG han vuelto a querer ser originales, y el LG G8 quiere destacar a priori por dos opciones que no aportan mejoras claras sobre lo que ya teníamos.
Y aún así, no todo está perdido. Ni mucho menos.
El LG G8 brilla en cosas importantes
En la presentación de LG los responsables de la firma hicieron mucho hincapié en esa cámara con tecnología ToF que era clave para plantear tanto Hand ID como Air Motion, pero esa cámara tiene otros encantos.
Lo mencionábamos en nuestro artículo sobre este producto: con ese sensor es posible captar la profundidad de la imagen de forma precisa, lo que debería ayudar a que los selfies en modo retrato fueran especialmente convincentes.
No solo eso: la triple cámara que LG ha colocado en la parte trasera -según la región, ya que hay LG G8 no en todos los modelos, hay variantes de dos- es prometedora por esos nuevos sensores con aperturas bajas y muy llamativas para fotos con baja luminosidad. Aunque no se han apuntado a esa tendencia de integrar los nuevos sensores de 48 Mpíxeles, podríamos tener entre nosotros un avance importante para LG en este campo.
Esa debería ser una de las fortalezas de una LG que tiene recursos más que suficientes para luchar por el trono del móvil fotográfico: es como si nunca se hubieran esforzado demasiado en hacerlo, y es inexplicable para sus buques insignia descuidar (que no olvidar) esta faceta tan crítica para muchos usuarios.
Curiosamente aquí LG siempre nos deja con un detalle que da muestras de su potencial, sobre todo en el apartado de la grabación de vídeo. El año pasado lo hicieron con aquel zoom suave al grabar vídeo, y este año van más allá con una opción de lo más llamativa: vídeos con bokeh. Esas dos características plantean opciones fantásticas para quienes graban vídeo con sus móviles, pero en LG apenas les han querido dar relevancia
Sí que destacaron su apuesta por el sonido, una virtud ya clásica de unos LG perfectos para quienes aprecian especialmente el apartado de sonido.
No hemos podido experimentar cómo se comporta ese nuevo sistema Crystal Sound OLED que convierte la pantalla en un altavoz, pero la presencia de su Quad-DAC y del resto de elementos que perfilan su apartado de audio vuelve a plantear claros puntos a favor de este teléfono.
Quo Vadis, LG?
Todos estos elementos nos hacen reflexionar sobre una LG que parece no estar tomando decisiones adecuadas a la hora de desarrollar sus productos y, desde luego, de venderlos.
Poner de relieve características como Hand ID o Air Motion y no mencionar apenas otras como su nuevo sistema de altavoces o su grabación de vídeo con bokeh es un buen ejemplo de esa curiosa estrategia.
De hecho la firma empieza a parecerse peligrosamente a HTC, un fabricante con un potencial enorme que cometió errores estratégicos graves en los últimos años. A pesar de contar con dispositivos más que decentes sigue sin acertar del todo en sus propuestas. Y qué decir de Sony, señores, que parece habernos dado esperanzas de remontar con alguno de sus últimos dispositivos pero que también está en ese grupo de empresas con una relevancia tan reducida como inexplicable en el terreno de la movilidad.
Hay ya por ahí quien se pregunta si 2019 será el año en que HTC, Sony o LG dejarán de fabricar móviles, y yo no hago más que preguntarme por qué no son capaces, con todo su potencial y recursos, de volver a asombrarnos a todos. No con móviles que crean soluciones para problemas que no tenemos, sino con móviles que dan soluciones a problemas que sí están ahí.