Fallout tuvo, qué duda cabe, un muy buen comienzo, con un piloto que construyó, a la vez, un mundo complejo y genuinamente interesante y personajes atractivos que pronto descubrimos están en curso de colisión. Es absolutamente fantástico que el segundo episodio logre, de alguna manera, ser todavía mejor.
Y eso es porque lo comenzamos con personajes que ahora conocemos y eso le permite a la serie jugar con el tono. Ya sea para jugar la carta de la comedia, en el diálogo de Lucy con el solitario habitante de la casa en el yermo, o para llevarnos a odiar a Titus (interpretado por Michael Rappaport), la serie estira aquí las piernas y nos lleva de paseo.
Si quieres ponerte al día con nuestros resúmenes de episodios de Fallout, puedes encontrar cada uno de ellos a continuación.
—Siguen spoilers del segundo episodio de Fallout.—
‘El Objetivo’
El episodio comienza con un personaje fácil de amar: un cachorro de pastor alemán demasiado pequeño para sobrevivir, que de alguna manera lo logra, en parte por el cuidado del doctor Wilzig ( el inolvidable Michael Emmerson, a quien descubrimos en LOST).
La aparente felicidad de humano y canino llega a un violento fin cuando un experimento de Wilzig, que al parecer es su propio conejillo de Indias, lo lleva a ser atacado por otro científico. CCX40 -ese es el nombre del perro- defiende a su amo con violenta eficiencia y ambos deben huir de hombre armados y de una de las ametralladoras robot más inútiles de la historia. Así, Wilzig y CCX40 parten hacia Filly.
Lucy, por su parte, descubre a cada paso el horror que habita la superficie y a cada paso comprobamos que no está lista para encararlo. Su improvisada fogata la pone en la mira de una mutaracha que de seguro la habría devorado de no ser por la oportuna llegada de Wilzig y su perro.
Horrible como es, el insecto depredador es un inteligentísimo chiste sobre la relación perpetua entre las cucarachas y las bombas nucleares.
En el breve diálogo entre los personajes, Wilzig dice la que es quizás la frase del episodio: "Vienes de un lugar de reglas, de leyes. Este lugar es indiferente a todo eso. No creo que tengas lo que se necesita para sobrevivir aquí arriba”.
En otras palabras, si pretende insistir en su búsqueda y seguir en la superficie, como las cucarachas, Lucy tendrá que mutar. Un diálogo pasajero con el extraño de la casa en el yermo la pondrá también a ella rumbo a Filly.
La historia pasa entonces a Maximus y su caballero, Titus, que por ventura y por los designios del guion, tiene la misión de ir tras Wilzig.
Titus no necesita hablar para mostrarnos que es una mierda nivel dios. Pero todo indica que el karma sobrevive, como las cucarachas, a las explosiones atómicas, y es así que el arrogante caballero sucumbe al ataque de un yao guai y a la fría ambición de Maximus, que le niega la ayuda al concluir que, como la armadura, no se la merece.
Tiene razón.
Maximus decide que él mismo traerá de vuelta a Wilzig y, si para eso debe adueñarse de una servoarmadura que no sabe manejar, pues que así sea. Así parte, solo, rumbo a Filly.
Les dije: curso de colisión.
Welcome -not really- to Filly
La llegada de Lucy a la locura de Filly es una sobrecarga de detalles: el mercado vende iguana fresca y carne de perro, las vacas de dos cabezas no llaman la atención de nadie y las tapas de gaseosa son la única moneda de cambio.
Lucy encuentra su camino hasta una tienda, donde entabla una conversación con la propietaria, que cambia radicalmente el tono ante la sola mención de Moldaver. Una Lucy derrotada sale del lugar para hallarse cara a cara con Wilzig, su perro… y el Ghoul.
No es, queda claro, una mezcla estable, y el resultado es una caótica secuencia de disparos en la que se pierden varias vidas y miembros inferiores. Una vez más, CCX40 sale a defender a su amo, pero esta vez se encuentra con el cuchillo del Ghoul. Wilzig observa, impotente, y pide ayuda a gritos.
Y de todos los presentes, Lucy es la única con el coraje (o la imprudencia) para prestársela. Armada con su pistola de dardos, encara al Ghoul y le dice, tal vez con demasiada cortesía, que deje a Wilzig en paz. No puedo ser el único que disfrutó ver a Walton Goggins en escena mientras se pronunciaba la palabra Justified, pero no hubo mucho tiempo para disfrutar el guiño, porque Maximus entra en escena, completando la convergencia de los cuatro personajes principales.
El Ghoul va a dispararle a Lucy, pero Maximus se lanza a protegerla en una maniobra que en la vida real habría sido el equivalente de rescatarla arrollándola con un camión.
Como sea, funciona y, a pesar de no dominar su armadura el improvisado caballero les permite a Lucy y a Wilzig escapar. Pudo pagar un precio más alto en su enfrentamiento con el Ghoul pero, por ahora, todos sobreviven, incluyendo a CCX40, a quien el propio Ghoul revive en lo que solo puede interpretarse como un acto de piedad, o de remordimiento.
Lucy y Wilzig se apresuran a cruzar el desierto de Los Ángeles cuando de repente él le ordena que lo deje. Lucy, siendo la heroína estadounidense que fue criada para ser, no puede soportar que se rinda. Wilzig interrumpe su discurso sobre la perseverancia enfrentándola a la realidad: él no va a sobrevivir.
Y porque es esa clase de mundo, Wilzig le pide, en la hora de su muerte, un favor increíblemente sombrío. Lucy debe cortar la cabeza de su cadáver y llevársela a Moldaver.
Para sobrevivir, como las cucarachas, Lucy tendrá que mutar. Es en este punto que debe tomar la decisión y así la vemos dejar escapar un indescifrable ‘Okey Dokey’ y proceder -maravillosamente fuera de cámara- a cortar una cabeza.
Esta serie promete. Y no en vano Amazon anunció ya que la renovó para una segunda temporada. Lo dijimos ya: el fin del mundo es solo el comienzo.