Probablemente sea injusto comenzar la reseña del estreno de Fallout, la nueva serie de Amazon Prime Video, con una mención a The Last of US, de HBO y lo que hoy conocemos como Max. Pero confío en que puedan excusarme cuando digo que The Last of Us caminó para que Fallout pueda correr.
Porque en el vasto, oscuro -y alguna vez, deprimente- panorama de las adaptaciones de videojuegos, la serie de HBO demostró que una IP puede, de hecho, ganar, cuando su adaptación tiene el coraje de no ser demasiado apegada al original. The Last of Us fue una luz; lo nuevo de Amazon se siente como un faro.
Amazon creó un sólido punto de entrada al amado universo de la franquicia de Bethesda que es amigable con quienes no tiene un conocimiento previo del material original. El episodio 1 prepara el escenario para una narrativa apasionante que combina elementos de humor negro y violencia gráfica con personajes convincentes y un mundo postnuclear ricamente imaginado.
Si quieres ponerte al día con nuestros resúmenes de episodios de Fallout, puedes encontrar cada uno de ellos a continuación.
—Siguen spoilers del primer episodio de Fallout.—
'El fin'
Con el telón de fondo de un Estados Unidos plagado de tensiones de la Guerra Fría y la amenaza inminente de la aniquilación nuclear, la serie nos presenta a la ex estrella de televisión Cooper Howard, interpretado con inquietantes matices por Walton Goggins, que dio vida al inolvidable Boyd Crowder en Justified.
El comienzo del primer episodio -titulado ‘El fin’- dedica unos minutos a mostrarnos un EEUU que llegó a 2077 congelado en la tecnología y la estética de los años 50 y que se fue al demonio cuando una serie de explosiones nucleares acabaron con la vida como la conocían sus habitantes. La secuencia es bella y familiar y cuando el horror llega, lo hace, en todo caso, en tonos pasteles y texturas brillantes.
La atención al detalle en la construcción del mundo sigue definiendo a la serie cuando nos transportamos 219 años al futuro al Refugio 33, un santuario subterráneo donde los restos de la nación pre-guerra coexisten con las duras realidades de la supervivencia postapocalíptica. Parece mentira que esta serie exista en nuestras pantallas a la vez que Silo.
La serie yuxtapone magistralmente la ingenuidad y los modales del pasado con la brutalidad del presente, ofreciendo una visión refrescante de tropos familiares.
En el centro de la historia está Lucy MacLean, interpretada por Ella Purnell, que falló en impresionarnos en Army of the Dead pero aquí nos sedujo con su viaje de ingenua vault-dweler a aventurera reacia. No cabe duda de que es ella, que como nosotros ve el mundo de la superficie por primera vez, quien impulsa la historia hacia adelante.
Mi escena favorita muestra cómo los habitantes del Refugio 33 lograron construir, de nuevo, una escena de ruralidad idílica, solo para verla caer, de nuevo, por la violencia de los otros. El celuloide quemado en los proyectores es un eco visualmente impactante de las bombas que lo acabaron todo y, de ese modo, lo comenzaron todo.
Lucy debe abandonar el mundo que conoció para ir en busca de su padre secuestrado. A medida que se aventura en el implacable yermo, se encuentra con un elenco diverso de personajes, cada uno con sus propias motivaciones y secretos.
Uno de ellos es Maximus, interpretado con intensidad por Aaron Moten, un miembro de la Hermandad del Acero cuyo corazón y alma están retorcidos por su extraña doctrina. Maximus es un producto directo del trauma de este nuevo y deteriorado mundo. Se une a la Hermandad tras ser salvado por uno de sus Caballeros con armadura cuando era niño y crece para ser un imbécil despiadado y ambicioso que reconoce cada oportunidad para ganar poder y de inmediato deja que se le suba directamente a la cabeza.
En otras palabras, bien puede ser el personaje más interesante de esta historia.
Goggins, por su parte, regresa convertido en el enigmático Ghoul, una criatura tan despiadada como difícil de matar, que derivó vida aparentemente eterna de la misma radiación que condenó a tantos a la muerte. Goggins parece disfrutar de poder interpretar de nuevo a su marca registrada de misántropo homicida con un corazón escondido bajo capas de psicosis.
El episodio de estreno navega hábilmente por los cambios de tono de la serie, equilibrando los momentos de ligereza con la acción visceral y el desarrollo verosímil de los personajes.
Los efectos visuales son competentes, dando vida a las grotescas criaturas y los paisajes desolados del yermo con un realismo sorprendente. La edición es intencionalmente brusca, lo que agrega a la sensación frenética de las secuencias de acción.
Si bien Fallout puede tropezar ocasionalmente con su sentido del humor y su ritmo, su ambiciosa construcción de mundo y su compromiso con su propuesta visual y narrativa, más que con su material original, brillan. Al enhebrar múltiples hilos narrativos e introducir misterios convincentes, la serie prepara el escenario para un viaje épico que tiene el potencial de cautivar al público en los próximos episodios.
A diferencia del juego de Bethesda, la serie no parece interesada en complacer el patrioterismo estadounidense al hurgar en sus bordes cada vez que se presenta una oportunidad. De esta manera, quizás tenga más en común con los juegos originales de Interplay. De esta manera, también, quizá sea la semilla de algo más interesante.
Eso no va a evitar que, en una sociedad tan polarizada como la estadounidense, liberales y conservadores se vean reflejados en los personajes y en sus dinámicas de poder. Ojalá no lancen sus arengas hacia este mundo, en el que la política de hoy está reflejada, sí, pero en la división y la locura que lanzaron las bombas.
Ajena a eso, el episodio 1 de Fallout es un comienzo prometedor para una aventura postapocalíptica que abraza el espíritu de la querida franquicia de videojuegos mientras forja su propio camino. Con actuaciones sólidas, imágenes impresionantes y un mundo ricamente realizado, esta serie tiene todos los ingredientes para ser una visita obligada tanto para los fanáticos del género como para los recién llegados.