El futuro de los smartphones basados en Windows 10 y Windows Phone es de un color más bien oscurito. Hablamos de su división de hardware, que ha venido dando noticias como la de la semana pasada en la que los despidos pronosticaban una hoja de ruta distinta a lo que muchos hubieran deseado para esos dispositivos.
Para algunos Microsoft está retirándose a tiempo de una parte del negocio que no logra sacar adelante, pero obviamente desearíamos que Microsoft no perdiese comba en un terreno en el que sigue teniendo mucho que decir. Puede que no en hardware, pero sí en software y servicios. Ahí es donde Microsoft puede ganar la batalla en el móvil.
Nadella lo tiene claro
El CEO de Microsoft aclabara en su memorando interno (pero que luego fue público) cómo la marcha del negocio de móviles no ha sido la que muchos esperaban. Aquí es probable que Satya Nadella se encontrase con un buen mojón cuando aquella entrañable pareja formada por Ballmer y Ellop llegó a un acuerdo que no tenía sentido para Microsoft.
La reestructuración de la división ha sido enorme: el año pasado ya vimos cómo 7.800 personas "dejaban" su puesto en esa parte del negocio, y de hecho el propio Nadella explicaba ese cambio de filosofía de forma bastante patente en el citado memo:
Estamos pasando de tener una estrategia en la que la idea es el crecimiento de un negocio autónomo de móviles a otra estrategia en la que la idea es el crecimiento y creación de un vibrante ecosistema Windows que incluye nuestra familia de dispositivos propios.
O lo que es lo mismo: el hardware -la fabricación de móviles, que sufrieron caídas de ventas estrepitosas recientemente- no será el pilar de su estrategia. En Microsoft llevan tiempo migrando a tácticas distintas que van mucho en la dirección de "si no puedes con tu enemigo, únete a él".
El hardware no es la clave
No es que Windows 10 abandone al móvil. De hecho, es una plataforma perfecta para ir madurando en este y otros dispositivos. Ya hablamos de esa interesante concepción convergente de un sistema operativo que tiene la capacidad de adaptarse a diversos formatos. Esa adaptación no está aún pulida y está sufriendo por su propia ambición -el ecosistema software es aún limitado- pero eso no significa que no tenga recorrido.
Sin embargo Windows 10 seguirá teniendo de momento protagonisto total en otros tipos de equipos que no son smartphone. Los PCs, portátiles, tablets y convertibles son los que de momento más ganan con la nueva concepción porque en ellos la cosa no cambia tanto. Seguimos teniendo el escritorio de toda la vida -más o menos- y ese atrayente concepto de aplicaciones universales que entre otras cosas hará que la Xbox One cobre una nueva dimensión este verano.
En móviles, sin embargo, la cosa es más compleja. Ya vimos como el Lumia 950 XL era mejorable en muchos apartados, unas impresiones que quedaron confirmadas con el Lumia 950 y con el reciente Lumia 650. Buenos terminales que no obstante tienen que competir con un catálogo potentísimo de dispositivos basados en Android y, por supuesto, con los iPhone de Apple.
La compra de Nokia no le ha sentado bien a Microsoft, que además se encontró con un apoyo casi nulo por parte del resto de fabricantes. Salvo honrosas excepciones -los HP Elite x3 y los Acer Jade Primo son apuestas llamativas- la oferta de terminales y fabricantes que apoyaban el ecosistema hardware era demasiado corta. Visto lo visto, el hardware no podía ser la clave de esa estrategia.
Uniéndose al (antiguo) enemigo
En Microsoft supieron ver que en este segmento la cosa se ponía difícil, así que hace meses comenzaron a hacer movimientos de lo más interesantes para conquistar a los usuarios móviles desde el otro lado: el del software.
Lo reconocía en una entrevista que hicimos recientemente en exclusiva a Tim O'Brien, director general de comunicación de Microsoft. Este directivo tenía claro que el foco estaba efectiva en las aplicaciones y los servicios, y Microsoft ya ha hecho esfuerzos importantes en ese sentido.
Hemos visto como Office ha llegado al iPad, como Cortana ya está en Android e iOS, y como sus aplicaciones móviles están conquistando a los usuarios de plataformas que teóricamente jamás querrían instalar nada que viniera de los de Redmond. Pero lo cierto es que Microsoft sabe de software, y si no sabe, adquiere talento.
De hecho lo que es evidente es que Microsoft está armando un ecosistema brutal en Android e iOS, y aquí hay proyectos intrigantes e ideas que son inevitables: ¿habrá fork de Android por parte de Microsoft?
No parece que de momento la idea atraiga a los responsables de Microsoft, pero lo que es evidente es que las opciones están ahí y Microsoft está siendo ambiciosa en este terreno. De hecho su apuesta inicial es clara hacia las aplicaciones móviles, pero es evidente que en servicios en la nube tienen mucho que ofrecer gracias a las propuestas que ya defendieron en Windows Phone y siguen reforzando en Windows 10 pero que no han impulsado tanto en otras plataformas móviles.
Aquí es donde hay mucho margen de crecimiento para una empresa que es de las pocas que puede competir en la nube con gigantes como Google y que de hecho también está realizando esfuerzos importantes en campos prometedores como la inteligencia artificial. Que Microsoft ofrezca su teclado en iOS, o Cortana, o Skype, o Outlook u Office está bien, pero puede que el verdadero caballo de Troya esté en los servicios.
Microsoft no va a dar por perdido el segmento de los smartphones. Simplemente cambia el enfoque.
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