Mientras en redes sociales el Cybertruck de Tesla sigue dando vueltas y vueltas por su llamativo y controvertido diseño, en la NASA y Lockheed Martin no se quedan cortos con lo que nos han mostrado. Se trata de su avión X-59, cuyo diseño es bastante llamativo al estar pensado para reducir el ruido del llamado sonic boom o explosión sónica.
Se trata del primer avión experimental de la NASA a gran escala y pilotado que tras más de 30 años llega al estado final de ensamblaje e integración de todos los sistemas necesarios. Uno de ellos es el diseño Quiet Supersonic Technology (QueSST), que permite realizar vuelos supersónicos con un consumo de combustible menor que tecnologías previas como las del Concorde y sobre todo reducir esa explosión de sonido que evita la circulación de vuelos supersónicos por territorio habitado.
Que el "boom" sea un susurro
El X-59 lleva años desarrollándose aunque el proyecto se dio a conocer públicamente el año pasado. En abril de 2017 aún se probaban modelos a pequeña escala, de ahí que el X-59 sea el primero con dimensiones de un avión estándar y apto para ser pilotado.
Justo este martes era noticia porque había pasado con éxito la revisión en las instalaciones de la NASA en Washington, concretamente la llamada Key Decision Point-D (KDP-D) la cual era el último bache a superar del QueSST antes de la supervisión final en 2020. Ésta será la que determine si en 2021 el X-59 estará preparado para el vuelo como está previsto.
Como decíamos, este extraño diseño está pensado para reducir el sonido producido cuando una aeronave viaja a la velocidad supersónica generando una onda de alta presión, generándose un cono que puede llegar a ser destructivo. Por este motivo la NASA estudia las explosiones sónicas desde los 70, algo que comentamos ampliamente al hablar de una de las figuras más importantes en este trabajo: Christine Darden.
El X-59 mide unos 9 metros de ancho (alas), tiene el motor en la parte de arriba y los canards están en una ubicación algo distinta de los aviones convencionales. En verano nos mostraban el montaje y aclaraban que no está pensado para cargar con pasajeros, pero que esperan que a partir de él nazca una generación de aviones supersónicos para vuelos comerciales. El objetivo: reducir la duración de los vuelos entre países y dentro de los mismos.
Un futuro de vuelos más cortos sin suponer un riesgo
El X-59 ha costado de momento 247,5 millones de dólares y sigue trabajándose en él en las instalaciones de Lockheed Martin en Palmdale, California. La idea es que sobrevuele ciertas regiones de Estados Unidos para que los sensores y la gente en tierra firme puedan aportar feedback y datos que al final sean útiles para establecer una nueva normativa para vuelos supersónicos comerciales.
Explicaba también la NASA sore esto que en la actualidad hay restricciones para los vuelos supersónicos, permitidos únicamente sobre el océano por la explosión sónica. Esperan que el X-59 y los posteriores diseños sean más silenciosos, hablando de vuelos de hasta 55.000 pies (16.764 metros) y 1.500 kilómetros/hora.
Imagen | Lockheed Martin