En un nuevo episodio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el gobierno chino anunció la imposición de aranceles de represalia a productos estadounidenses, entre ellos, vehículos de alta cilindrada y camiones eléctricos.
La medida, que entró en vigor el 10 de febrero, establece aranceles del 10% al 15% sobre 80 productos estadounidenses, en respuesta a las sanciones comerciales impuestas por la administración de Donald Trump la semana pasada.
Un golpe al sector automotriz estadounidense
Las nuevas tarifas afectan de manera directa a la industria automotriz estadounidense, ya que varias marcas dependen de la exportación de sus modelos al mercado chino. Esta situación recuerda lo sucedido en 2017, cuando aranceles similares llevaron a una caída del 50% en las exportaciones de vehículos terminados desde Estados Unidos hacia China.
Entre las compañías más afectadas se encuentran General Motors, Ford y Tesla, cuyas ventas en el gigante asiático representan una parte importante de sus ingresos.
Modelos como el Cadillac Escalade, el Ford Mustang Mach-E y las camionetas de la Serie F podrían experimentar una baja en la demanda debido al encarecimiento de los precios tras los nuevos aranceles.
John Bozzella, representante de una coalición de fabricantes automotrices, advirtió que estas medidas de represalia podrían impactar el empleo en el sector, además de elevar los costos de manufactura y distribución.
El conflicto comercial no se limita a China. De manera simultánea, la administración de Donald Trump ha impuesto aranceles a las importaciones provenientes de México y Canadá, dos de los principales socios comerciales de Estados Unidos en la industria automotriz. Esto ha encendido las alarmas en el sector, ya que muchas marcas dependen de la producción en estos países.
General Motors, Ford y Stellantis son algunas de las empresas con mayor presencia en México, donde fabrican modelos clave como el Chevrolet Silverado, el Ford Bronco Sport y el Jeep Compass.
Marcas japonesas como Toyota, Honda y Nissan también se verán afectadas, pues varios de sus modelos, como el Toyota Tacoma y la Honda CR-V, son ensamblados en territorio mexicano antes de ser vendidos en Estados Unidos.

Por su parte, las compañías chinas emergentes, como BYD y Geely, podrían enfrentar barreras adicionales para ingresar al mercado estadounidense, mientras que Tesla, que depende de la producción de baterías en China, vería incrementados sus costos operativos.
En cuanto a Canadá, fabricantes como Chrysler y divisiones de Ford y GM que producen modelos como el Dodge Charger y algunas versiones de la Ford F-150 también enfrentarán dificultades con los nuevos aranceles.
Impacto
El aumento de aranceles no solo afectará a las grandes automotrices, sino también a los consumidores. Con mayores costos de producción y exportación, el precio de los vehículos nuevos podría dispararse, y reduciría la asequibilidad para millones de compradores en Estados Unidos.
Además, se prevé una desaceleración en la industria automotriz que podría traducirse en despidos y afectaciones en la cadena de suministros en América del Norte.
Este nuevo capítulo de la guerra comercial entre China y Estados Unidos sigue generando incertidumbre en los mercados y en la industria automotriz global. Las próximas decisiones de ambos gobiernos determinarán el impacto a largo plazo de estas medidas proteccionistas en el comercio internacional.
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