La tensión entre el Gobierno Nacional y la Alcaldía de Bogotá alcanzó un nuevo pico debido a la resolución expedida por la saliente ministra de Ambiente, Susana Muhamad, que estableció los lineamientos ambientales para planificar la Sabana de Bogotá, una región clave por sus ricos ecosistemas y estar localizada en un punto estratégico para el desarrollo urbano de la ciudad.
De hecho, esta medida desató un fuerte rechazó por parte del alcalde Carlos Fernando Galán, quien advirtió que se trata de un ataque a la autonomía local que puede traer una posible afectación a los proyectos estratégicos para el desarrollo de Bogotá.
En respuesta, el presidente Gustavo Petro intensificó la discusión al relacionar el debate a la crisis hídrica que enfrenta la capital de Colombia, cuestionando si "¿pretenden secar la Orinoquía?", incluso advirtiéndole a Galán si "¿no sabe que al depredar la selva y alejarla cada vez más de Chingaza, los ríos voladores que generaban millones de árboles ya no llegan al páramo y no se genera el agua líquida al embalse?"
Esta reacción puso en discusión el concepto de ríos voladores, debido a que para muchos no es claro lo qué son y cuál es su impacto en el abastecimiento del embalse que provee aproximadamente el 70 por ciento del agua potable de Bogotá.
¿Qué son los ríos voladores?

Según National Geographic, los ríos voladores son corrientes de vapor de agua que se generan en la Amazonía debido a la transpiración de millones de árboles. Cada uno de estos árboles puede liberar hasta 1.000 litros de agua al día, lo que contribuye a la formación de nubes y precipitaciones en distintas regiones de Sudamérica, incluyendo el altiplano andino.
Este fenómeno es crucial para el equilibrio climático, debido a que transporta humedad desde la Amazonía hasta lugares alejados, manteniendo el ciclo del agua y facilitando la disponibilidad de recursos hídricos en diferentes ecosistemas.
Sin embargo, la deforestación de la selva amazónica está reduciendo la capacidad de estos ríos aéreos, lo que podría impactar negativamente el clima y la disponibilidad de agua en amplias zonas del continente.
Respecto al impacto de esta situación en Bogotá, Angélica Torres Bejarano, investigadora especializada en ecosistemas acuáticos, quien le explicó a la Silla Vacía que el 60 por ciento de las lluvias que recargan el páramo de Chingaza, fuente principal del suministro hídrico de la capital, provienen de la Amazonía.
La deforestación de esta región podría reducir significativamente las precipitaciones en Chingaza, afectando directamente el suministro de agua para más de 12 millones de personas.
Mientras que el profesor Germán Poveda, de la Universidad Nacional, advirtió que la degradación de la Amazonía podría llevar a una crisis hídrica en ciudades andinas como Bogotá, Quito y La Paz.
Para Galán fue un "grave error" del exalcalde Petro

Para Galán, la crisis hídrica no fue una cuestión meramente ambiental y le respondió a Petro que Bogotá entró en racionamiento en 2024 debido a que hace 13 años, cuando el hoy presidente era alcalde, se retiró la propuesta de Chingaza 2 sin ofrecer alternativas.
"Tras ese grave error, la ciudad no se preparó y ante el año con menores afluencias en más de 60 años, tuvimos que recurrir al racionamiento como medida de choque", explicó Galán, agregando que actualmente Chingaza tiene 47 millones de metros cúbicos más de agua que el año pasado.
El alcalde también desmintió las predicciones de Petro sobre una crisis mayor: "Chingaza no se quedó sin agua en marzo de 2025, ni fue necesario evacuar a la gente de Bogotá con las Fuerzas Militares".
Además, defendió su compromiso con la seguridad hídrica de la región y destacó proyectos como la restauración de la reserva Van Der Hammen y la cuenca alta del río Bogotá.
Galán también exigió a MinAmbiente retirar resolución sobre lineamiento ambiental en la sabana de Bogotá y pidió al gobierno Petro respeto por la autonomía territorial. Aunque solicitó un espacio de diálogo que incluya a todas las comunidades.
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